EL MUNDO › OPINIóN
› Por Juan Manuel Karg *
Esta semana, Brasil será escenario de dos movilizaciones que pueden marcar el rumbo de la política de aquel país en los próximos meses. En primer lugar, la CUT anuncia una movilización para el 13 de marzo, bajo el lema “En defensa de Petrobras”, con la idea también de defender a Dilma Rousseff en un escenario donde parte de la oposición plantea el impeachment. La derecha brasileña, a su vez, plantea una movilización nacional para el día 15, con la idea de que la destitución de la presidenta se lleve adelante. ¿Cuál es el escenario político y económico del país en estos momentos? ¿Por qué se ha intensificado una campaña mediática contra Rousseff, que incluye que hasta directores de Rede Globo participen de la movilización? ¿Cuál es la conexión empresaria con la marcha anti Dilma?
Cuando el pasado domingo 8 de marzo el Jornal O Globo –diario impreso del mismo grupo– presentó un dibujo de Dilma Rousseff a punto de ser decapitada por el grupo Estado Islámico, la batalla mediática en Brasil cruzó un nuevo límite. Es que hay un dato previo que completa el panorama al que hacemos referencia: a esa altura, uno de los directores de este grupo, Erick Bretas, ya había anunciado su participación en la movilización del 15. Con ambos elementos se pone en jaque un discurso recurrente de la derecha latinoamericana: la supuesta ausencia de libertad de prensa en los países de la región que ostentan conducciones de tipo posneoliberal. ¿Cómo es posible denunciar una supuesta libertad de prensa y luego ilustrar una nota con una decapitación de, nada menos, que la presidenta de ese país?
También se conocieron nuevas revelaciones sobre los organizadores de la movilización del 15 de marzo, que aparentaba ser autoconvocada –otra cuestión que se repite con otros casos de la región–. Veamos: fue convocada desde el portal vemprarua.org.br, cuyo responsable es Fabio Train, de la Fundación Estudiar de aquel país. ¿Quién está algunos escalafones arriba de Train en esta reconocida fundación brasileña, siendo su fundador? Nada menos que el empresario Jorge Paulo Lemann, el hombre más rico de Brasil, con un patrimonio que, a inicios de este año, se calculaba en unos 26.800 millones de dólares. Lemann es uno de los fundadores de AmBev, empresa de bebidas que logró, tras la fusión con Interbrew y Anheuser Busch, ser la principal comercializadora de cervezas a escala mundial, con el nombre AB InBev.
Con la repercusión pública de esta denuncia, la Fundación Estudiar manifestó que Train “se está desligando” de sus funciones, en lo que parece ser un intento de correrse de algo que, por el fuerte rol de Train en aquella ONG, parece haber sido rigurosamente planificado. ¿Lemann desconocía que la difusión de la movilización por la destitución de Dilma era organizada desde su propia fundación? ¿O se trato, más bien, de algo calculado fríamente, que tuvo que ser abortado por la rápida difusión mediática de esos nexos? La segunda hipótesis, a esta hora, parecería ser la más certera.
A la par de ambas cuestiones, Rousseff pidió que avanzaran las medidas de ajuste fiscal propuestas por su equipo económico. Durante su alegato, la presidenta sostuvo que se comenzará un recorte de gastos, aunque remarcó que ello se hará “protegiendo de forma especial a las clases trabajadoras, a las clases medias y a los sectores más vulnerables”. Incluso rememoró que, durante el año 2003, la administración de Lula vivió una situación similar y ello no puso en riesgo la perspectiva social del gobierno del PT. “Nuestros fundamentos continúan sólidos: no comprometeremos las conquistas”, dijo Rousseff. A su vez, tuvo tiempo para hablar del escándalo Petrobras, remarcando que la posición del gobierno es que aquellos que estuvieron involucrados rindan cuentas ante la Justicia.
Asimismo, cinco centrales sindicales y diez movimientos sociales y políticos confirmaron su participación en la movilización “En defensa de Petrobras”, organizada principalmente por la CUT. Allí, el mensaje es claro: cerrar filas en torno de Rousseff contra los grupos concentrados, tanto económicos como mediáticos. El documento afirma entonces que “uno de los mayores desafíos del movimiento sindical y social hoy es defender, de forma unificada y organizada, el proyecto de desarrollo económico con distribución de renta, justicia e inclusión social”. Como esta manifestación es previa a aquella convocada en pos del impeachment de Rousseff, servirá para visibilizar en las calles el apoyo que ostenta el PT en el marco de una situación con mayores complejidades.
Como se ve, hay una conexión mediática y económica evidente en torno del pedido de destitución de Rousseff, por lo cual el gobierno es consciente de que debe mostrar fuerza social para intentar poner freno al pedido de impeachment. Se trata de una semana, a todas luces, decisiva para pensar el futuro de Brasil, algo que indudablemente también puede tener impacto en el resto de la región, atravesada por similares situaciones en varios de los países que ostentan gobiernos de índole posneoliberal.
* Politólogo UBA. Analista Internacional.
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