EL MUNDO › CARLOS ZARATTINI, DIPUTADO DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES DE BRASIL
Zarattini reconoce la preocupación del gobierno frente a la “propaganda cargada de odio” que precede a los actos convocados para hoy, dos días después de las concurridas movilizaciones a favor de la mandataria y en defensa de Petrobras.
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
“La marcha contra Dilma es el resultado de la unión de la derecha y la ultraderecha para intentar quebrar el orden institucional en Brasil.” Lo dice el diputado Carlos Zarattini, uno de los referentes del PT en el Congreso, quien reconoce la preocupación del gobierno frente a la “propaganda cargada de odio” que precede a los actos convocados para hoy, dos días después de las concurridas movilizaciones por la continuidad de la mandataria y en defensa de Petrobras.
Zarattini habló con Páginað12 sobre la coyuntura “complicada que enfrenta una presidenta tolerante con las protestas y abierta al diálogo, al contrario de lo que hacen la gente del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) y los grandes medios de comunicación exigiendo el juicio político a como sea”.
–¿El domingo puede dar inicio a una onda de protestas como las que afectaron la popularidad presidencial en 2013?
–Creo que esto que está pasando no llegará a ser como lo de 2013, con movilizaciones masivas que desgastaron a Dilma, que posteriormente supo responder a las demandas, se repuso y al final ganó las elecciones de 2014. Me parece que este domingo habrá algunos actos con más o menos público. Será un test para ver el efecto del inmenso despligue de publicidad negativa en las redes sociales y en la gran prensa.
Número dos del bloque oficialista, Zarattini es uno de los diputados bien informados sobre la controvertida relación entre el Palacio del Planalto y un Parlamento “donde tenemos una fuerte influencia de fuerzas conservadoras”, decididas a impedir la gobernabilidad y hasta forzar un juicio político con el pretexto del escándalo de corrupción en Petrobras.
–¿La amenaza de impeachment es un balón de ensayo?
–Por un lado sí, porque no veo que haya condiciones para que el Congreso lo vote en estos momentos. Y al mismo tiempo debemos reconocer que si no paramos esta ofensiva destituyente en algún momento el impeachment podrá volverse una realidad, una realidad que va a golpear al gobierno, y al mismo tiempo podría complicarle la vida al PSDB.
–¿De que modo afectaría al PSDB?
–El PSDB se siente cómodo jugando al golpismo, pero no está en condiciones de gobernar Brasil, porque sufre divisiones internas (guerra entre sus dos principales dirigentes, Aécio Neves y José Serra). Me parece que la gente más pensante del PSDB entiende que si fuerzan el caos podrían darse un tiro en el pie, porque si hubiera un juicio antes de los dos primeros años de gobierno (se cumplirán el 1º de enero de 2017) sería posible convocar a elecciones anticipadas en 2016 cuando nosotros podríamos llevar a Lula, que sigue siendo un candidato capaz de vencer a cualquier dirigente del PSDB.
–¿Cómo explicar el aislamiento político del gobierno?
–Hay que saber ver el contexto. Recordemos que las elecciones dejaron un país prácticamente dividido luego de que Dilma venció con una pequeña diferencia de votos sobre (candidato del PSDB) Aécio Neves. Muchos olvidan que Dilma es la presidenta legítima, así es la democracia, en democracia no hay tercer turno. La ultraderecha y el PSDB creyeron hasta último momento que iban a ganar las elecciones, y ante la frustración de la derrota resolvieron hacer una oposición salvaje, queriendo salirse de las reglas democráticas.
–Dirigentes del PSDB hablan de “desangrar” al gobierno y se distancian del impeachment.
–Es un juego doble para confundir. Esto es característico en (ex presidente) Fernando Henrique Cardoso, que a veces adopta posiciones desestabilizadoras y a veces habla como un moderado. Para mí Cardoso dice cosas provocativas y luego se desdice para tener algunos segundos de televisión, porque teme perder presencia. En 2005, durante el Mensalao (escándalo durante gestión Lula), Cardoso se posicionó como un duro insinuando el juicio político contra Lula y después se distanció diciendo preferir que Lula siga gobernando hasta desangrarse. Lula no se desangró y fue reelecto en 2006. Ahora, el PSDB hace lo mismo: Aécio está detrás de la organización de la marcha contra Dilma, pero declara que no participará.
Al finalizar el diálogo telefónico con Página/12, Zarattini, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores que viajará próximamente a Venezuela, comparó el cuadro brasileño con la actualidad en el país caribeño y Argentina.
“A pesar de que no conozco tan profundamente como quisiera lo que está pasando en Venezuela y Argentina, considero que son procesos con algunas aristas similares al que se vive en Brasil. Indudablemente, en Venezuela la situación es más incierta que en mi país, porque hace años que ellos viven en permanente polarización. Y el gobierno del presidente Maduro, al contrario de lo que pasa en Brasil, tiene un sistema de medios que está en condiciones de responder a los ataques de la prensa opositora. En Argentina, la presidenta Cristina está mostrando capacidad e iniciativa política contra quienes le hacen el juego a la desestabilización.”
–¿Hay injerencia externa en la desestabilización regional?
–Siempre hay injerencia externa en estos casos, esto siempre es así en nuestros países. Estamos hablando de un proceso donde hay grandes intereses en juego, estamos hablando, por ejemplo de Petrobras que ya fue espiada por la agencia norteamericana NSA, y esto desató un escándalo (Dilma suspendió visita de Estado a Washington en 2013). Ese caso de la NSA tiene que ser investigado a fondo.
–¿Lo sorprendió la caricatura de Dilma a punto de ser degollada en la portada de O Globo?
–No, para nada. Globo siempre ha sido el principal agente desestabilizador de los gobiernos del PT. Estamos viendo, eso sí, cómo se acentuó la actitud hostil del grupo Globo viendo los artículos en su diario y sus canales de TV, orquestando manipulaciones como las del domingo pasado, cuando emitieron un informe con los cacerolazos anti Dilma, transmitiendo la idea de que fueron masivos y no lo fueron, porque se cincunscribieron a los barrios ricos de varias capitales. Globo hizo lo mismo el año pasado exagerando la protestas antes de la Copa del Mundo, sembrando alarma en los periodistas extranjeros, pero éstos se desengañaron cuando vieron que acá no reinaba el caos.
–¿Los pronunciamientos golpistas del Club Militar traducen la posición de las fuerzas armadas?
–El Club Militar está integrado por varios generales y coroneles retirados antidemocráticos, es gente que sigue reivindicando la dictadura (1964-1985). Dilma ya fue llamada terrorista por esa gente. Ese club no es reflejo de la realidad existente hoy dentro de unas fuerzas armadas donde no vemos señales golpistas. Debemos separar claramente a los retirados de los activos.
–¿Es posible afirmar que no quedan golpistas en actividad?
–Tal vez haya gente en actividad que ve la desestabilización con simpatía, pero esos sectores no son mayoritarios.
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