Dom 19.10.2003

EL MUNDO

Los israelíes pobres que pierden con la Intifada

Una baja poco advertida de la Intifada palestina es la economía de Israel. En esta página, dos perspectivas distintas sobre lo que pasa.

Por Ferrás Sales *
Desde Mitzpe Ramon

Vicky Knafo, 43 años, divorciada y madre de tres hijos, se ha convertido en el símbolo de la “gran depresión” económica en la que se encuentra hundida Israel, desde que hace tres años estallara la Intifada. Vicky conmocionó el país el pasado mes de julio cuando protagonizó una marcha a pie y en solitario desde Mitzpe Ramon a Jerusalén –218 kilómetros– para protestar porque le habían recortado las ayudas familiares. Ahora ha empezado a convertirse en la portavoz de los desheredados.
“Quiero ser la voz de los pobres en Israel”, afirma con contundencia Vicky Knafo, en el comedor de su casa en Mitzpe Ramon, una pequeña ciudad de poco menos de 7000 habitantes, situada en el corazón del Neguev. Vicky, hija de un emigrante judío oriundo de Venezuela de profesión policía y de una recién llegada de Turquía, trabaja como cocinera en una cantina del ejército en una de las bases militares del Neguev, donde gana a duras penas lo imprescindible para sacar a flote una familia compuesta por sus tres hijos: Letania, de 22 años, un joven drogadicto condenado a dos años de cárcel; Eden, de 17, empleada ocasional en los comercios, y Noam, de 7 años, con problemas psicomotrices y emocionales.
El pasado 1º de julio, Vicky Knafo decidió iniciar una marcha a pie desde su casa en Mitzpe Ramon hasta el Ministerio de Hacienda en Jerusalén para protestar ante el encargado de las finanzas, el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, por el recorte de unos 500 shekels (o 120 dólares), que había sufrido en las ayudas sociales que venía recibiendo desde que hace siete años se divorciara de su segundo marido y se hiciera cargo de todos sus hijos.
La travesía de a pie, en uno de los veranos más calurosos que ha sufrido Israel, sin otra protección que la bandera blanquiazul hebrea, duró seis días. Sin embargo, la protesta se ha prolongado por meses, durante los cuales ha permanecido en una tienda de campaña ante el Ministerio de Hacienda de Jerusalén, en reivindicación de una plataforma de ayudas económicas y sociales a favor de las familias monoparentales. Su acción ha sido secundada y apoyada por centenares de ciudadanos desheredados, que han convertido a Vicky Knafo, en su líder.
“El domingo tuve que abandonar temporalmente las movilizaciones y volver a casa en Mitzpe Ramon para resolver un grave problema con mi hijo, que se negaba en redondo a volver a la escuela. Lo más importante son ellos. Pero eso no significa que abandono la lucha. Continuaré batallando desde aquí. Es posible que inicie una carrera política. Para empezar, una editorial me ha pedido que escriba un libro sobre mis experiencias”, afirma Vicky, quien asegura que está dispuesta a desvelar “todos los secretos” de su lucha, incluido los dos encuentros con Benjamín Netanyahu, en los que ella acusó al ex primer ministro de “escudarse en la Intifada” para “continuar repartiendo mal el dinero entre los israelíes”.
Es consciente de que la batalla de los desheredados en Israel no ha hecho más que empezar. Los últimos datos oficiales muestran lo ardua que puede resultar su campaña. El desempleo se ha disparado en los tres últimos años como consecuencia directa de la Intifada, superando el 10 por ciento de la población. Sectores claves en la economía del país como la alta tecnología y la hotelería se encuentran prácticamente paralizados. La actividad en la construcción ha disminuido en un 16 por ciento. Según las estadísticas del Instituto de Seguro Nacional, unos 210.000 ancianos –uno de cada tres– viven en tales condiciones de pobreza y no tienen dinero suficiente para comprar los medicamentos que necesitan. En esta situación angustiante muchos empleados se han visto obligados a aceptar una reducción en sus salarios. Una cuarta parte de los trabajadores ganan menos de 795 dólares al mes. Mientras tanto, el costo acumulado de la guerra contra los palestinos no deja de crecer y se acerca ya los 11.000 millones de dólares.
“Todo este panorama podría mejorar si se pusiera fin a la guerra con los palestinos y si los ricos dejaran de ser cada vez más ricos, en vez de recortar las ayudas sociales a los pobres como se pretende en los próximos presupuestos” apunta Vicky Knafo, reinterpretando con una mezcla de intuición y populismo el programa político de la izquierda laica Meretz, un partido pacifista en recesión, al que ella suele votar. Sus palabras pronunciadas desde uno de los lugares más inhóspitos y olvidados de Israel, el fondo del Neguev, resonaban ayer por la mañana potentes.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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