EL MUNDO › OPINIóN
› Por Ezequiel Adamovsky *
En el 70 aniversario de la rendición de los nazis, nuestra memoria histórica registra olvidos y manipulaciones. Acaso para una mayoría de las personas en la actualidad, la Segunda Guerra Mundial fue un enfrentamiento entre las fuerzas oscuras del nazismo y las de la libertad, encabezadas por Estados Unidos. El papel de la Unión Soviética y del movimiento comunista europeo en la derrota de los nazis ha quedado minimizado, si es que se lo recuerda. No se trata de un olvido casual, sino de uno producido activamente por la maquinaria de propaganda occidental. Como reveló una filtración de Wikileaks, tal como en tiempos de la Guerra Fría, todavía hoy el gobierno de Obama trabaja junto a Hollywood para librar guerras de propaganda contra sus enemigos, incluyendo a Rusia.
Un buen ejemplo de la efectividad de esta manipulación de la memoria es el de Francia. En 1945, inmediatamente luego de finalizada la guerra, se realizó allí una interesante encuesta. Se preguntó a la población “¿qué país cree usted que tuvo el papel principal en la derrota de Alemania?”. Un 57 por ciento respondió que fue la URSS, 20 por ciento que fue EE.UU., y 12 por ciento el Reino Unido. La misma encuesta se repitió en 1994, pero las respuestas fueron muy diferentes: sólo el 26 por ciento eligió a la URSS esta vez, mientras que 49 por ciento respondió que el papel principal fue de EE.UU. La encuesta se realizó una vez más en 2004 y el cambio en la memoria era todavía más drástico: sólo 20 por ciento se refirió a la contribución soviética y 58 por ciento eligió a los norteamericanos (la percepción del papel británico no había cambiado demasiado).
El contraste entre la memoria actual y los hechos históricos no podría ser mayor. Al contrario de lo que sugieren las imágenes que Hollywood nos enseñó a atesorar, fue la Unión Soviética la que tuvo el papel principal en la derrota de los nazis. El nudo de la guerra fue el frente oriental, contra el que Hitler desplegó una cantidad de soldados y armamentos incomparablemente mayor que el que destinó al frente occidental. En efecto, cuando invadió la Unión Soviética, en junio de 1941, Alemania envió más de tres millones de soldados (a los que deberían añadirse los que mandaron sus aliados). En 1943 se añadieron más fuerzas a esa embestida inicial. La URSS resistió, contraatacó y eventualmente ganó la guerra con un costo humano gigantesco: los soviéticos movilizaron 34,5 millones de hombres y mujeres para la defensa. Se ha debatido mucho sobre la cantidad de bajas, pero el consenso académico las sitúa en 25 a 27 millones (la mitad de las cuales fueron muertes de soldados y militares). Por comparación, la contribución norteamericana fue menor. EE.UU. enfrentó a Alemania en algunos combates en la periferia de Europa y en Africa anteriormente, pero su participación central en la guerra europea sólo comenzó en junio de 1944 con el famoso desembarco en Normandía. En ese episodio, las fuerzas aliadas enviaron 175.000 soldados, la mitad de los cuales eran norteamericanos. En toda la Segunda Guerra, los EE.UU. sufrieron no más de 420.000 bajas, casi todas militares; ese número incluye todas las que se produjeron en la guerra del Pacífico y a manos de ejércitos que no eran el alemán. El Reino Unido perdió un número similar, mientras que los alemanes sufrieron en total entre 5 y 7 millones de bajas. Los números hablan por sí mismos: con todo respeto por la contribución de los demás países, está claro que el nazismo fue derrotado básicamente por la Unión Soviética.
En este aniversario hay pocas chances de que las manipulaciones de la memoria puedan corregirse. Bajo la excusa del nuevo “peligro ruso”, se viene excluyendo a Rusia de las conmemoraciones. Ese país no fue siquiera invitado al aniversario de la liberación de Auschwitz en Polonia (liberación que fue enteramente protagonizada por los soviéticos). Del mismo modo, Obama y varios líderes de Europa occidental organizaron un boicot a los festejos del Día de la Victoria que se celebra este año en Moscú. La anexión de Crimea podría ser un motivo válido, pero lo cierto es que no se producen boicots semejantes cuando EE.UU. bombardea otros países o cuando sus aliados, como Israel, ocupan territorios que no les corresponden.
Se trata entonces de un buen momento para que hagamos el esfuerzo de recordar el pasado más allá de la propaganda. Si existió algo así como un Mundo Libre en 1945, eso se debió en buena medida a los esfuerzos del ejército de un país comunista y también a los de los partisanos antifascistas de Francia, Italia y otros países, buena parte de los cuales eran también comunistas. Nuestra gratitud debe incluirlos también y principalmente a ellos.
* Historiador @EAdamovsky
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