EL MUNDO › RECTA FINAL PARA LA CAMPAñA DE LAS MUNICIPALES Y REGIONALES QUE SE CELEBRARáN EL DOMINGO
En la capital, el Partido Popular (PP) podría empatar con la coalición apoyada por Podemos. Los sondeos pronostican la caída del PP –pierde la mayoría absoluta en siete comunidades– y el ascenso de Podemos y de Ciudadanos.
› Por Flor Ragucci
Ultima semana de campaña para las elecciones que se anuncian como un primer paso en un nuevo rumbo político para España. El próximo domingo se eligen los gobiernos municipales y los regionales en trece comunidades autónomas del país y todas las encuestas apuntan a una fuerte caída de los dos grandes partidos, el Popular (PP) y el Socialista (PSOE), en detrimento de las formaciones emergentes, Podemos y Ciudadanos. El bipartidismo se tambalea y la incógnita que, entonces, centra las apuestas es cómo se fraguarán los pactos entre los partidos para configurar el nuevo mapa de poder tras los comicios.
Los sondeos publicados esta semana por los diarios El País y El Mundo y Público.es coinciden en una pérdida notable de votantes para el partido de Mariano Rajoy en las principales ciudades, lo cual lo obligaría a aliarse con otras formaciones para poder formar gobierno. En Madrid, la encuesta de Metroscopia para El País augura un empate técnico entre la candidata del PP, Esperanza Aguirre, y la del partido apoyado por Pablo Iglesias –Ahora Madrid–, Manuela Carmona. Los conservadores obtendrían, de acuerdo con este estudio, el 29,7 por ciento de las papeletas y la coalición de izquierda formada por Podemos, Ganemos, Equo y ex miembros de Izquierda Unida sacaría el 27,8 por ciento. Esta asombrosa proximidad entre una formación que tiene pocos meses de vida y el Partido Popular –que lleva 24 años gobernando Madrid– demuestra, por un lado, que la población está decidida a apoyar nuevas formas de hacer política y, por otro, que la implicación de los populares en escándalos de corrupción, finalmente, les está pasando factura.
Esperanza Aguirre, quien fuera presidenta de la Comunidad de Madrid durante los tiempos en que la trama Gürtel saqueó sus fondos públicos, relevaría en el cargo de alcaldesa de la capital española a la esposa de José María Aznar, Ana Botella, pero con sólo 19 concejales (frente a los 31 que tiene el PP actualmente). La ex jueza Manuela Carmona, candidata de Ahora Madrid, entraría en la Municipalidad –donde ahora carece de representación– con 17 ediles y el Partido Socialista ocuparía la tercera posición con 11 (obtuvo 15 en las últimas elecciones), seguido muy de cerca por Ciudadanos que, con 10 concejales, también formaría parte por primera vez del Ayuntamiento madrileño.
Ante este panorama electoral fragmentado, a los partidos no les quedará otra que pactar si quieren estar en el gobierno. Nada de mayorías absolutas, como de las que viene gozando –y abusando– el grupo de Rajoy desde hace diez años. Después del 24 de mayo, las decisiones que se tomen en la capital dependerán del consenso entre dos bloques hipotéticos: el que formen, por un lado, el PP y Ciudadanos con el que, por otro, podrían crear el PSOE y la coalición de Podemos, si es que estas alianzas se concretan. Al ser estas elecciones la antesala de las generales que se celebran en noviembre, los partidos emergentes no quieren quemar su principal cartucho –la renovación democrática– uniéndose a aquellos que representan el modelo caduco. Por eso, no está aún nada claro que, pese a sus afinidades en no pocos aspectos, la formación de Albert Rivera vaya a pactar tras los comicios con el PP, ni que Ahora Madrid se alíe con el PSOE.
El Partido Popular se mueve a contrarreloj para evitar una pérdida de poder que ya parece inevitable –la demoscopia pronostica también el final de su mayoría absoluta en los gobiernos regionales de Valencia, Castilla La Mancha, Extremadura, Aragón y Madrid– y lanza continuas llamadas a la estabilidad y la recuperación económica en su maratón de mítines por todo el país. Este domingo en la capital, el ex presidente José María Aznar, se dirigió a sus votantes con un claro mensaje antirruptura: “Lo que necesita España es continuidad histórica y lo que necesita nuestro partido es continuidad histórica”. Aznar arremetió también contra la que, en estos momentos, es su peor amenaza: la formación de Pablo Iglesias, alertando de que llegan “nubarrones de populismo de la izquierda” y que, en su opinión, no son más que un símbolo de retroceso para el Estado. “Son revolucionarios de salón que no van a romper la historia de España a patadas”, se despachó el ex mandatario durante el acto en Madrid, en referencia a los dirigentes de Podemos y, para rematar, ironizó sobre las alusiones de Iglesias a los pensadores comunistas Marx y Engels: “¡Tócate con Marx y Engels, socialdemócratas, cuando fueron sus herederos Lenin y Stalin, los que asesinaron por millones a socialdemócratas!”, proclamó un Aznar encolerizado.
En Barcelona, los populares también están alertas porque los últimos sondeos publicados por El País, El Mundo y Público.es dan como ganadora a la intendencia a Ada Colau, popular activista antidesahucios y una de las voces más representativas del movimiento de los indignados. Barcelona en Comú, como se llama la coalición de izquierdas que lidera, entraría por primera vez en la Municipalidad con 12 concejales y desbancaría al partido nacionalista y conservador Convergència i Unió (CIU), que se quedaría con 10.
La capital catalana parece ser otro de los escenarios centrales de la revolución pronosticada para los comicios del domingo y, en gran parte, esto se debe a que la izquierda decidió movilizarse e ir a votar. Las encuestas vaticinan un 65 por ciento de participación –doce puntos más que en 2011– y de confirmarse estas cifras, la plataforma encabezada por Ada Colau sería una de las más beneficiadas. Ciudadanos también sacaría partido de este nuevo electorado y, de acuerdo con el estudio de Metroscopia para El País, irrumpiría en el “Ayuntamiento” con seis concejales y se configuraría como la tercera fuerza de Barcelona. El desplome del PP y el PSOE catalanes –que obtendrían dos y tres ediles respectivamente– es otro factor que ayudó a ascender a la formación de centro derecha de Albert Rivera, que aglutinó a muchos de sus votantes desencantados.
Si Barcelona en Comú gana las elecciones, el impacto se hará sentir fuerte en todo el país, porque no sólo representaría la llegada al poder de una nueva política centrada en los derechos sociales y la participación ciudadana, sino que significaría un duro golpe para el partido soberanista de Artur Mas, que perdería el bastión de su cruzada por la independencia. “Están muy nerviosos porque una activista de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) que ha llamado criminales a los banqueros en el Congreso pueda ser alcaldesa de Barcelona”, proclamó Pablo Iglesias cuando acompañaba a Colau en un mitin celebrado en un barrio obrero de la capital catalana.
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