EL MUNDO › OPINION
› Por Alfredo Serrano Mancilla *
Afirmar que tal cosa o tal otra es de sentido común es muy habitual en nuestra vida cotidiana. Esta expresión es utilizada cada vez que se considera que algo es indiscutible. Gramsci afirmaba que las creencias populares, esa “filosofía de los no filósofos”, es lo que constituye dicho sentido común. ¿Y cómo se conforma y se disputa? El rol de la religión dominante y los medios de comunicación es concluyente en este asunto.
Hace más de una década, cuando la tasa de desempleo en España estaba por debajo del 10 por ciento o cuando la mayoría tenía una vida más confortable en lo económico, seguramente el sentido común era más conformista que el actual. El desempleo, la precariedad y las dificultades para llegar a final de mes pasan factura al nuevo sentido común. Si hace unos años la gente creía que la economía iba bien, hoy en España la mayoría piensa que la economía va mal. El 84 por ciento de los españoles piensan que la situación económica del país actualmente es mala; el 63 por ciento cree que en los meses próximos seguirá igual o incluso peor que hasta ahora; el 58 por ciento da por seguro que el paro no va a disminuir en mucho tiempo. Los eslóganes de “brotes verdes” o “la luz al final del túnel” son infructuosos para convencer a la mayoría de que todo va ir mejor. El nuevo sentido común en lo económico, en España, después de tanta estafa económica, no es ni mucho menos aquel de hace años.
Después de muchos años en los que el bipartidismo y toda su maquinaria mediática creyeran que era posible encapsular el sentido común a su antojo, hoy se dan cuenta de que esta tarea es tan imposible como poner entre rejas todo lo que piensa cada ciudadano en contexto de crisis. A pesar de los intentos para explicarnos que un desalojo es un mal necesario para salvar la banca, de convencernos de que la ley del mercado justifica que una persona no pueda pagar la luz, de persuadirnos de que la sanidad y la educación deben tener menos presupuesto, a pesar de todos estos intentos, el pueblo español ha considerado que este sentido común ya forma parte del pasado.
Frente a ello, es Podemos la opción política en España que mejor ha entendido y asumido esta tesis en los últimos meses. Podemos ha sabido interpretar ese nuevo sentido común situándolo como centralidad de su propuesta: 1) los derechos sociales no son moneda de negociación con ningún acreedor internacional, 2) una política de tolerancia cero contra el fraude y la corrupción, 3) una política tributaria recaudatoria con justicia social, 4) recuperación de la soberanía en los sectores estratégicos, 5) nueva política de empleo con salario digno, 6) prohibición de las puertas giratorias de lo público a lo privado, 7) una nueva política productiva con más presencia de las pequeñas y medianas empresas, 8) un sistema financiero que limite sus actividades especulativas y se dedique a canalizar crédito a favor de la economía real.
En el proceso destituyente iniciado en España desde hace años, Podemos aparece como gran protagonista, recogiendo muchas de las demandas de la ciudadanía, abriendo de facto un tránsito constituyente en busca de otro pacto social que no excluya a la mayoría social. Esto ha forzado al resto de las fuerzas políticas a responder con nuevos relatos, procurando subirse al carro del nuevo sentido común. El bipartidismo prometiendo lo mismo a pesar de sus viejas promesas incumplidas. Mientras el Partido Popular es incapaz de renovar su cúpula, el PSOE sí opta por una nueva cara, Pedro Sánchez, muy “a lo Peña Nieto”, para buscar una imagen diferente. A ello se ha sumado la emergencia de Ciudadanos, la nueva derecha, con su Plan Renove lampedusiano, trayendo consigo la idea de “la política de la buena onda”: “Si no te gustan estos principios, tengo otros”.
Aún resta por saber cuál será el destino de esta disputa por ser el más fiel representante de este nuevo sentido común constituyente en España. De ello dependerá quién sea el ganador de las próximas elecciones presidenciales. Todo está por ver en esa confrontación política entre unos y otros por erigirse en el mejor interpretando el nuevo sentido común de la mayoría ciudadana española. Podemos, hasta el momento, ha venido poniéndose al frente de esta tarea. Pero el bloque dominante no se queda de brazos cruzados ante la posibilidad de que emerja esta alternativa política capaz de arrebatarle su propio campo político y económico, hasta el momento todavía hegemónico. Después de meses con una gran campaña del miedo contra Podemos, ésta parece haber tenido sus frutos no tanto en la ciudadanía sino más bien en la forma en que Podemos ha rearmado su puesta en escena, su formación discursiva y sus líneas claves de su propuesta económica. Quizás esto se deba a la búsqueda de aproximarse lo más que se pueda al verdadero sentido común de la sociedad española hoy en día. El resultado de esta ecuación político-electoral dependerá en gran medida justamente de cómo Podemos continúe pegado fielmente al nuevo sentido común emergente empujándolo/reorientándolo en la medida de lo posible, con capacidad de seguir construyendo el espíritu de escisión necesario para avanzar en un proyecto emancipador.
* Doctor en Economía.
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