En plena oración de los días viernes, un atacante suicida se hizo detonar ayer en una mezquita chiíta ubicada en el este de Arabia Saudita y causó la muerte de al menos 21 personas y heridas a otro centenar, en un atentado reivindicado por el Estado Islámico (EI).

Según el Ministerio del Interior saudita, que no brindó cifras de víctimas, el suicida detonó el cinturón de explosivos que llevaba escondido bajo la ropa en la mezquita del imán Ali Abi Talib, que al momento de la detonación estaba repleta de fieles. Algunas fotografías y videos difundidos en las redes sociales muestran el cadáver destrozado del suicida, mucha sangre y restos humanos en el suelo, además de ambulancias evacuando a las víctimas.

Ante la falta de información oficial, activistas chiítas de la provincia de Al Qatif, donde se encuentra Qadih, cifran en 21 las víctimas mortales y estiman que más de un centenar de personas resultaron heridas.

Pocas horas después, en un comunicado difundido en foros jihadistas, el EI dice que “el hermano mártir Abu Amer al Nashdi irrumpió con su cinturón explosivo en una concentración de chiítas infieles en un templo de Al Qadih”. El EI aseguró que unas 250 personas murieron o resultaron heridas en el atentado, que coincidió con el rezo del mediodía en el día santo para los musulmanes. Además, el grupo jihadista dijo que “el sol del califato se ha levantado y su luz brilla”, en alusión al califato proclamado en junio de 2014 en Irak y Siria. Dirigiéndose a la comunidad chiíta, el EI amenazó con “días negros” y juró que sus soldados “no estarán tranquilos hasta expulsar a todos los infieles de la Península Arábiga”.

En tanto que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó esta tarde “en los términos más contundentes” el atentado contra la mezquita chiíta y denunció que ese tipo de ataques busca promover un “conflicto sectario”.