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› ATAQUES CON COHETES CONTRA EL EDIFICIO SIMBOLO DE LA OCUPACION EN IRAK
Zafó por un pelo el hombre de Rumsfeld
Paul Wolfowitz, mano derecha del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, salió ileso luego de que lanzaran varios cohetes contra el hotel Al Rashid, donde se alojaba. Un soldado resultó muerto y hubo 15 heridos, entre ellos un funcionario británico. El ataque, hábilmente planeado, socava el discurso de Washington sobre los “progresos” en Irak.
Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad
Uno de los arquitectos de la invasión a Irak escapó por un pelo ayer del atentado de las guerrillas antiestadounidenses, que dispararon varios cohetes contra el hotel Al Rashid, un símbolo de la ocupación norteamericana. Los proyectiles, disparados desde un lanzacohetes casero escondido en un trailer azul, impactaron contra el hotel a las 6.10 de la mañana, justo cuando Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa norteamericano, se vestía para desayunar con algunos funcionarios. Los mismos que, minutos después del ataque, escaparon en piyama y calzoncillos al centro de convenciones que está frente al hotel.
Aparentemente, mientras las alarmas sonaban, Wolfowitz corrió a protegerse y bajó por una escalera llena de humo. En el ataque murió un coronel norteamericano y 15 personas resultaron heridas, entre ellas Jacob Nell, un funcionario británico del Tesoro. Fue herido por los vidrios y pedazos de cemento que volaron en todas direcciones cuando al menos entre seis y ocho cohetes se estrellaron contra el hotel, entre los pisos siete y 11. Los pasajeros fueron lanzados de sus camas por la explosión y, en uno de los pasillos, los sobrevivientes tuvieron que vadear casi un metro de agua que venía de un caño roto. Un azorado Wolfowitz, cuyo cuarto estaba en el piso 12, dijo poco después del ataque que “estos atentados terroristas no lograrán impedir que completemos nuestra misión, que es ayudar a los iraquíes a liberarse de los criminales que hicieron esto”. Pero el atentado, hábilmente planeado, contra el hotel socavará la afirmación de Wolfowitz de que Estados Unidos está progresando en su guerra contra la resistencia.
El ataque al hotel, que en la planta baja está custodiado por soldados norteamericanos parapetados detrás de vallas con alambre de púa, estuvo muy bien organizado. Las guerrillas construyeron un lanzacohetes de modo que pareciera un generador eléctrico y lo escondieron en un trailer. Según fuentes norteamericanas, a los iraquíes les llevó entre seis y ocho semanas construirlo. Contenía 20 cohetes, cada uno de casi tres metros de largo. A eso de las seis de la mañana de ayer, una camioneta Chevrolet arrastró el trailer de dos ruedas hacia una calle lateral, a 700 metros del hotel. El chofer fue visto por dos guardias de seguridad desarmados, que no se sintieron alarmados porque, en Bagdad, los generadores son utilizados a menudo para paliar los frecuentes cortes de luz. “Nos acercamos al conductor para decirle que moviera la camioneta”, dijo Jabbar Tarek, uno de los guardias, desde su cama en el hospital. “Cuando nos vio, escapó”, agregó.
Casi inmediatamente, los cohetes, aparentemente controlados con un cronómetro, empezaron a salir velozmente hacia el hotel y las chispas hirieron a los guardias. Un vocero militar norteamericano afirmó que otros dos guardias abrieron fuego sobre varios hombres que habían salido del trailer e hirieron a dos de ellos. Sin embargo, esto fue desmentido por algunos testigos. “Hubo un ruido muy fuerte”, declaró Dafer Jawad, otro guardia de seguridad estacionado en el centro de convenciones. “Un cohete aterrizó en frente del hotel y allí vi un humo blanco muy denso”, dijo. Después del atentado, Wolfowitz sostuvo que “hay unos pocos que se niegan a aceptar la realidad de un nuevo Irak libre. Pero no nos cansaremos de perseguirlos”. Según él, “los criminales que están tratando de desestabilizar este país torturaron a Irak durante 35 años y nosotros acabamos con esa opresión”.
En su habitual discurso por radio de los domingos, George W. Bush aseguró ayer que Estados Unidos y sus aliados no permitirán que Irak vuelva a ser el “hogar de la tiranía y el terror o una amenaza” para el mundo. E indicó que Estados Unidos estará “del lado del pueblo iraquí hasta que el país tenga más estabilidad, seguridad y paz”. En tanto, el administrador civil estadounidense en Irak, Paul Bremer, sostuvo que ni siquiera la captura de Saddam Hussein “detendrá los ataques” antiestadounidenses. Pero agregó que su detención representaría “el fin de un sueño” para los partidarios del ex régimen iraquí.
Según una encuesta que publicará hoy la revista Newsweek, el 48 por ciento de los estadounidenses aprueba los operativos de Bush en Irak. Hace dos semanas, esta cifra era del 44 por ciento. Mientras, el 56 por ciento de los consultados quiere que se envíen menos tropas a Irak y el 58 por ciento cree que Estados Unidos gasta demasiado dinero en este país del Golfo. Apenas el 12 por ciento considera que habría que enviar más tropas.
Traducción: Milagros Belgrano.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.