Sáb 13.06.2015

EL MUNDO  › HABLO EN EL QUINTO CONGRESO DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES DE BRASIL

“Quieren criminalizar al PT”, dijo Lula

El ex presidente buscó relanzar la mística de la militancia petista entre los 600 delegados, mientras Dilma Rousseff pidió al Partido de los Trabajadores ayuda porque quiere “hacer rápido el ajuste para volver rápido a crecer”.

› Por Martín Granovsky

Desde San Salvador de Bahía

Unos carteles piden: “Sea compañero”. Y otros dicen: “Sea compañera”. Son rojos o blancos y forman parte de la campaña que ayer por la mañana lanzó el Partido de los Trabajadores de Brasil para retomar la mística militante. El acto reunió a los 600 delegados al quinto congreso del PT y el propio Luiz Inácio Lula da Silva encabezó la primera sesión para discutir cómo recaudar dinero para financiar la política sin depender del poder económico.

Brasil debate sobre el dinero de distintas formas. El PT quiere una reforma política para terminar con el financiamiento privado de las campañas, porque sostiene que en ese punto anida el campo propicio para la corrupción política. La discusión coincide con el escándalo de Petrobras, que tiene dos partes. Una, las coimas en la gran petrolera brasileña que, por otra parte, tienen unos 25 años, o sea el doble del tiempo que el PT y sus aliados llevan en el gobierno. La otra parte es la lupa puesta por los sectores más conservadores, incluyendo la Red Globo y el semanario Veja, para ligar las coimas a la actividad misma de Petrobras. Un modo de bajar políticamente el precio a la empresa para introducir, quizá, mayor poder a las transnacionales como en Petróleos Mexicanos.

En realidad el objetivo de “Sea compañero, sea compañera” pareció más político que financiero. Lula recordó los viejos tiempos en los que cada delegado quería llevarse de un congreso del PT una camiseta o aunque fuera un prendedor con la bandera roja y la estrella de cinco puntas del partido. El ex presidente sólo cometió una injusticia histórica: no mencionó aquel encuentro de 2007 en que el gran éxito fue una petaca de cachaca con el logo. Pero para dejar claro que lo suyo no era simple nostalgia, Lula puso el marco de la campaña: “Quieren criminalizar al PT”. Aludía a los sectores más conservadores y a los medios más poderosos de televisión y gráfica. “No sólo quieren criminalizarme a mí o criminalizar a Dilma Rousseff”, dijo. “Quieren que el PT no sea más un partido vivo.”

Era el segundo discurso de Lula en pocas horas. El primero fue muy tarde en la noche del jueves. Habló en el hotel Pestana de Rio Vermelho frente a una punta levantada sobre el Atlántico, muy cerca de donde tenía su casa el escritor Jorge Amado y donde todos los años celebran a Yemanyá.

“En junio se cumplen 10 años desde que la prensa brasileña decretó la muerte del PT”, narró un Lula con tono irónico delante de las risas de los delegados. “El 19 de junio de 2005 una revista que era considerada muy importante publicó en tapa un dibujo de mi rostro partiéndose en pedazos. Y lo que pasó es que un año después fui reelecto para el segundo mandato.” Dijo que más tarde dieron al PT como herido de muerte. Y siguió: “En 2010 elegimos a la compañera Dilma presidenta de la república. En 2013 volvieron a escribir que el PT se había acabado. El 10 de mayo de 2014 un bloguero escribió: ‘El PT comenzó a morir’. Un historiador que seguro no conoce la historia puso: ‘Adiós PT’. Cinco meses después vencimos una vez en las urnas y reelegimos a Dilma”.

Tras insistir en que el PT, que lidera la coalición de gobierno desde el 1 de enero de 2003, cuando Lula asumió el primero de sus dos mandatos, “continúa vivo y preparado para nuevos debates, enfrentando la más fuerte campaña de difamación que sufrió un partido político pero vivo”, el presidente honorario del PT dijo que “Brasil está viendo a la primera generación en la historia que creció sin hambre”.

Lula cuestionó a los sectores conservadores que tienen en su agenda, dijo, “el financiamiento empresarial de la política y la baja de la mayoría de imputabilidad penal para poder mandar a la cárceles a los chicos que están en las escuelas”.

Otro de los proyectos opositores es precarizar el régimen de trabajo mediante la tercerización. El gobierno está en contra pero los delegados van aún más allá. Anoche seguían discutiendo si en las conclusiones del Congreso, que termina hoy, va a figurar la sugerencia de que si los parlamentarios llegasen a aprobar la tercerización la Presidencia ejerza el veto.

Dilma cerró el acto de apertura en la medianoche del jueves. Recién llegaba de la cumbre entre la Unión Europea y la Celac en Bruselas. Su consejero internacional Marco Aurélio García regresó con ella y también recaló directo en Salvador. “Somos la región que más redujo las desigualdades”, señaló Dilma sobre Sudamérica.

Rousseff invitó a los delegados a que vayan por Brasil contando que hay y habrá más viviendas, que no terminarán los planes sociales y que, “más allá de los casos de corrupción de Petrobras, que deben ser investigados a fondo, la empresa ganó tres mil quinientos millones de reales en el primer trimestre del 2015”. Afirmó que seguiría negándose a la privatización que exigen las transnacionales y que mantendría el proyecto de que el petróleo del mar profundo, el pré-sal, sea utilizado en parte para proyectos educativos y de salud social “pensando en el futuro”.

En un tramo que fue seguido por un silencio tenso defendió su política de ajuste fiscal, impulsada por el ministro de Hacienda Joaquim Levy, motivo de polémica abierta entre los delegados, con este argumento: “El ajuste es necesario porque hicimos frente con éxito a la crisis mundial desde el 2008 pero usamos muchos recursos que hoy no ya tenemos. Por eso hay que hacer el ajuste rápido para volver a crecer rápido”.

Parte de las conversaciones informales y los documentos en discusión incluyeron el jueves y ayer las dudas de si el ajuste era de verdad necesario y, en caso de que lo fuera, si no producirá una dinámica propia que puede terminar sin control por parte del gobierno.

“Tenemos mucho para mostrar”, defendió Dilma. “Garantizamos derechos y damos poder al pueblo brasileño. Y en las horas difíciles, cuando se precisa tomar medidas duras, sabemos con quiénes podemos contar. Preciso contar con mi partido, un partido vivo, autónomo en la defensa de su programa, fiel y constructivo en las críticas.”

Más adelante repitió que el PT no era responsable de la crisis, y menos de la crisis mundial, y que “la lucha para proteger a los brasileños desde 2008, hecha a conciencia con dinero del tesoro federal, tuvo un alto costo fiscal”.

Al final se puso seria y, para pedir confianza, dijo: “No cambié de bando, y no puedo hacer esto sin mi partido”.

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