Un número indeterminado de palestinos, que podría oscilar entre los 2500 y los 3000, han sido capturados por el ejército israelí durante los últimos días en los campos de refugiados de Cisjordania, en una operación de limpieza destinada a acabar con las facciones violentas que impulsan la Intifada. Las organizaciones de derechos humanos denunciaban la situación de incomunicación en que se encuentran los detenidos y se aprestan en las próximas horas a presentar una queja ante el Tribunal Supremo en Jerusalén. El ejército de Israel, que inició la semana pasada en los campos de Tulkarem y Jenín detenciones masivas de refugiados palestinos, continuó ayer con la operación en los campos de la ciudad de Belén, al sur de Cisjordania. Los hombres, en edades comprendidas entre los 14 y los 45, eran ayer conminados a acudir a las escuelas, de donde eran conducidos en camiones hasta una fábrica de mármol, situada en el barrio industrial de la Ciudad del Nacimiento, para desde allí ser trasladados a la base militar de Ofer, en Betunia, cerca de Ramalá, donde se efectúa la selección y los interrogatorios.
“Se los obliga a sacarse la camisa y los pantalones, a poner todos sus objetos personales en una bolsa de plástico. Luego se les vendan los ojos y se les atan las manos, para finalmente conducirlos a un lugar desconocido, que nadie sabe cuál es”, aseguraba desde Belén el doctor D.S., un médico cristiano, activista de los derechos humanos, quien aseguraba haber recogido directamente los testimonios de los afectados.
El doctor D.S. silenciaba, sin duda por razones de patriotismo nacionalista, que un buen número de milicianos se encuentran desde hace días en paradero desconocido, en la mayoría de las ocasiones escondidos en las montañas. Ellos prefirieron huir por las noticias alarmantes que llegaban desde los campos del norte de Cisjordania, cuando empezaron las operaciones de limpieza, antes que morir en el combate. Otros han optado por buscar asilo cerca de la Basílica de la Natividad, en la proximidad de los recintos cristianos, y se han instalado al raso, esperando que se calme la situación.
Es imposible establecer con exactitud un censo de detenidos. Las cifras se acumulan de manera alarmante. Las organizaciones humanitarias y las autoridades municipales palestinas han establecido en las últimas horas un cómputo aproximativo, según el cual el ejército habría capturado en los campos de refugiado de Tulkarem alrededor de 600 varones, a los que se sumarían otros 1800 procedentes de los campos de Jenín, Kalkilia y Belén. La contabilidad no esta aún cerrada ya que ayer por la noche proseguían las detenciones especialmente en los campos de Deheishe, Aida y Beit Jibrin, en Belén, así como en otras aldeas cercanas.
El portavoz oficial del ejército de Israel, el teniente coronel Olivier Rafowicz, aseguraba ayer a primera hora de la mañana en su oficina de Jerusalén que el número oficial de detenidos en la operación de Tulkarem, la única de la que tenía conocimiento hasta aquel momento, se elevaba a 530, de los que 50 se encontraban ya en prisiones israelíes acusados de haber perpetrado actos terroristas, mientras que los 480 restantes estarían concentrados en la base militar de Ofer, cerca de Ramalá, sometidos a un proceso de clasificación y de interrogatorio. Los datos ofrecidos por el portavoz del ejército se referían sólo a los palestinos capturados en Tulkarem.
“La ley nos permite mantener a los detenidos en situación de incomunicación durante 96 horas, sin asistencia de un abogado y sin acusaciones formales. Al finalizar este período debemos entregarlos al juez o ponerlos en libertad. Estoy seguro de que un gran número de ellos será puesto en libertad”, aseguraba el teniente coronel Rafowicz.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.