EL MUNDO › OPINION
› Por Silvina M. Romano *
Cuando el mercado es el que manda, las crisis políticas se describen y caracterizan de manera particular, buscando minimizar algunos aspectos y resaltando otros. Así sucede en Guatemala, país que está pasando por una crisis institucional y política de larga data y de amplio alcance. Un escenario en el que, de cualquier manera, se han llevado a cabo elecciones para renovar los cargos del Ejecutivo y el Legislativo.
Al menos desde marzo de este año, diferentes sectores de la sociedad guatemalteca, en particular las clases medias de la ciudad de Guatemala, han salido a las calles para reclamar un alto a la corrupción. En este contexto, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala reveló que el presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti, están vinculados a una red de fraude aduanero. En buena medida gracias a las manifestaciones y protestas ciudadanas, ambos mandatarios presentaron su renuncia y han sido detenidos. Esta es la punta de un iceberg de corrupción e impunidad que caracteriza a Guatemala desde hace décadas y también una excelente oportunidad para que se logren cambios sustanciales en cuanto al modo de operar de la democracia, no solo en lo relativo a participación política, transparencia y representatividad, sino en lo que se refiere a medidas sustantivas de redistribución, urgentes en un país donde más del 50 por ciento de la población se encuentra sumido en la pobreza.
Estos acontecimientos pueden aparecer como suficientes para rotular a Guatemala como país en crisis, lo que repercutiría inmediatamente en una imagen negativa frente a los mercados internacionales, presentando el país como un escenario de “caos” e inestabilidad económicofinanciera. Sin embargo, los eventos no han sido comunicados como tal en medios empresariales como el Central America Data. En este espacio, muy reconocido en el ámbito financierocomercial, aparecen titulares como los siguientes: “Guatemala: Pérez Molina cesaría en su cargo” (2 de septiembre); “Guatemala: Actividad económica crece 3,6 por ciento” (3 de septiembre); “Guatemala: Exportación de cardamomo crece 15 por ciento” (4 de septiembre). Si bien está claro que se trata de un medio dedicado a noticias sobre negocios, es interesante el modo en que se (re)construye el vínculo entre lo político y lo económico para mantener una imagen de calma y de cierta estabilidad. La noticia más clara en este sentido es “Guatemala: Crisis política no afecta calificación soberana” (7 de septiembre) “Para Standard & Poor’s la renuncia de Pérez Molina y el fraude aduanero no tienen en el corto plazo impacto negativo sobre las calificaciones de la deuda”. Curioso que ante un escándalo de tal proporción que ha llevado a juicio a la cúpula del Ejecutivo, se sostenga que esto no afecta a la economía.
Una imagen similar parece construirse desde el gobierno estadounidense. Ante los hechos, el vicepresidente Joseph Biden, se comunicó con el actual presidente guatemalteco Alejandro Maldonado (que reemplaza al detenido Pérez Molina) para confirmar “el continuo compromiso de Estados Unidos en apoyar las instituciones, combatir la corrupción y promover la transparencia en Guatemala” y para reafirmar la necesidad de un trabajo conjunto en pos del éxito de la Alianza para la Prosperidad (Diario de Centroamérica, 6 septiembre 2015).
Esta actitud de apoyo y conciliadora ayuda a evitar que Guatemala caiga en el caos y la incertidumbre financiera y económica. Llama la atención este esfuerzo de la prensa y el gobierno estadounidenses si consideramos otros casos en los que estos mismos actores han promovido sin temor escenarios de desestabilización y caos: los fondos buitre en Argentina, la agresión a la economía venezolana, o las medidas impulsadas contra los gobiernos de Bolivia y Ecuador. Vale recordar el papel que jugó la desestabilización a través de la prensa y la imagen del mercado en el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala (1954); Joao Goulart en Brasil (1964) y Salvador Allende en Chile (1973). Nunca se pudo demostrar que estos gobiernos llegaran a los niveles de corrupción e impunidad –de los que fueron acusados– que en cambio, han quedado claramente expuestos en el caso de la gestión guatemalteca de los últimos años. Pero ya lo dice uno de los slogans preferidos del marketing y la publicidad: “la imagen es todo”. De modo que aquellos que tengan acceso directo a –y estén en buenos términos con– los “hacedores de imagen” tienen varios puntos a su favor.
* Investigadora Iealc-UBA-Conicet.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux