EL MUNDO › EXPECTATIVAS, FESTEJOS, REACCIONES A LA VISITA DE FRANCISCO
La cobertura especial de Radio Rebelde, los que pasean por el Malecón, la historia de enfrentamientos entre Iglesia y gobierno revolucionario, que se está cicatrizando, y la muchedumbre de periodistas que cubre el evento.
› Por Darío Pignotti
Desde La Habana
Francisco bajó del avión a las 16.04, en pleno viento de la época de tormentas cubana. Las sotanas y guayaberas flameaban, su solideo se voló. Unas cien mil personas saludaron el papamóvil, mientras Radio Rebelde, la estación fundada por otro argentino, el Che, hacía una cobertura especial sobre la visita de “Su Santidad”. Los mensajes incluían criticar las medidas de EE.UU. sobre el embargo como “limitadas” y darle bastante espacio a la presencia de Cristina Fernández de Kirchner. Raúl Castro dio un discurso de bienvenida al Papa que incluyó un tema de la presidenta argentina, “la desestabilizadora” contra los gobiernos progresistas de Latinoamérica.
La Habana es una Babel de periodistas internacionales, peregrinos venidos de Latinoamérica y Estados Unidos, turistas transparentes de tan blancos que pasean con sandalias y medias por el Malecón, a la altura del Monumento al Maine, el navío norteamericano hundido en 1898 cuando estaba fondeado frente a costa. Uno de los viajeros “gringos” fotografía las dos columnas que recuerdan el incidente que sirvió de pretexto para la invasión a la isla. Otros se desentienden del monumento, que está a pocas cuadras de la embajada norteamericana reabierta en julio pasado.
“Es bueno que el papa argentino nos venga a visitar –dice una de las espléndidas morenas que pasean por el Malecón–. No soy católica pero me doy bien con los católicos.” Esto es típico y si bien la acogida a Bergoglio es afectuosa, expansiva, bien a la cubana, no se percibe el fervor de México u otros países más arraigadamente católicos.
En la catedral, una joya de la arquitectura barroca, donde hoy estará el Pontífice, decenas de jóvenes oraron y cantaron hasta casi la medianoche del viernes, ellos sí con un entusiasmo místico. Los cubanos católicos representan una minoría de una población que es “muy religiosa” pero en su mayoría cultiva la santería, traída por los esclavos africanos “como sucede en Bahía”, comparó ayer el teólogo Frei Betto. “Francisco merece recibir el Premio Nobel de la Paz por todo lo que ya ha hecho” para aproximar a los gobiernos cubano y norteamericano. “El hecho de que el Papa haya venido a Cuba antes que ir a Estados Unidos es un reconocimiento a la soberanía de este país. Alguien se preguntó por qué eligió ir a Holguín, es porque es la ciudad más cercana a la base de Guantánamo.”
Betto recordó que en los años sesenta, la revolución enfrentó una verdadera sedición católica, con las iglesias funcionando como centros políticos. Hasta hubo “un cura loco” que llevó 14.000 chicos a Estados Unidos diciendo que “el comunismo los iba a apartar de sus padres”. Sólo en los ’80 y en parte gracias a Betto, mejoraron las relaciones con la institución.
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