EL MUNDO › LOS COMBATIENTES KURDOS GANARON LA BATALLA EN LA CIUDAD SIRIA PERO LA AMENAZA PERSISTE
Aunque la ciudad está mayormente en ruinas y la presencia del Estado Islámico no desapareció, su gente es muy consciente de que el lugar se convirtió en un símbolo de heroísmo y determinación kurda.
› Por Patrick Cockburn *
Desde Kobani
Los combatientes kurdos sirios ganaron la mayor victoria en la historia kurda en enero cuando derrotaron al Estado Islámico (EI) en la batalla por la ciudad de Kobani en la frontera sirio-turca. Mil milicianos de YPG (Unidad de Protección del Pueblo) y varias veces ese número de militantes de EI fueron asesinados durante los cuatro meses y medio de asedio. Alrededor del 70 por ciento de la ciudad de Kobani fue destruido, en su mayoría por ataques aéreos estadounidenses que convirtieron edificios en poder de los jihadistas en fragmentos de hormigón pulverizado.
Pero en un sentido importante, el asedio de Kobani nunca terminó porque la ciudad está en la región siria conocida por los kurdos como Rojava, que fue deliberadamente aislada del mundo exterior.
El cruce de la frontera hacia Turquía está cerrado a todo el mundo, salvo dos días a la semana, cuando a los refugiados kurdos se les permite regresar a Kobani desde Turquía. El Gobierno Regional del Kurdistán en el norte de Irak también limita el flujo de personas y mercancías que salen y entran de Rojava, el cuasi estado que se ha desarrollado a partir de los tres enclaves kurdos sirios, de los cuales Kobani es uno, al sur de la frontera turca.
El Estado Islámico controla las otras entradas y salidas a Rojava, por lo que los dos millones de kurdos padecen un bloqueo por todos lados, que todavía reclaman a sus víctimas. Abdul Rahman Hamo, el coordinador general para la reconstrucción de Kobani, dice que entre los que no se permite entrar en Rojava desde Turquía o del Gobierno Regional del Kurdistán se necesitan desesperadamente expertos de remoción de minas extranjeras con su equipo especializado.
Mientras los combatientes del EI se retiraban de la ciudad de Kobani y los 380 pueblos de alrededor, dejaron atrás un gran número de minas y trampas explosivas. “Unas 48 personas nuestras murieron por las minas en los últimos dos meses”, dice Hamo. “Muchos pueblos siguen evacuados porque están llenos de minas que no han sido desactivadas.” El estima que hay 150.000 kurdos en Turquía a los que les gustaría volver a casa, pero tienen miedo de las minas.
El YPG intentó desactivar las minas, pero carecía de la capacitación y el equipo necesario para hacerlo sin un riesgo excesivo. “Hemos perdido a cuatro de nuestros hombres”, dice Hamo. “Las ONG extranjeras tienen sus propios dispositivos de remoción de minas, pero Turquía y el Gobierno Regional de Kurdistán no les permiten entrar.” El mismo bloqueo impide el ingreso de equipo necesario para eliminar los grandes montículos de escombros en Kobani. Las calles por las que anduvimos estaban generalmente libres, pero los edificios a ambos lados a menudo se habían convertido en sandwiches gigantes de escombros como pisos que habían caído unos encima de otros. Hamo dijo: “Quitamos 60.000 camiones cargados de escombros cada uno con un peso de 20 toneladas, pero eso es sólo el 40 por ciento de la obra”.
En pocos lugares la vida transcurre en medio de edificios individuales y bloques que fueron destrozados por completo, con gente al frente de pequeñas tiendas o sentados en sillas de plástico bebiendo té. No hay electricidad, excepto la que es proporcionada por pequeños generadores, y el agua proviene de pozos recién cavados porque el EI cortó el suministro de agua que llega del Eufrates. Los hospitales locales dicen que carecen de casi todo lo que necesitan, incluyendo medicamentos simples.
A pesar de ello, 4000 refugiados están regresando a Kobani cada semana desde Turquía cuando el cruce de la frontera se abre por breve tiempo. Encontramos a Aljin Bako que había regresado desde Turquía con sus cinco hermanas y cuatro hermanos, el 25 de mayo, a su antigua casa. Dijo que “la casa sufrió pocos daños, pero los combatientes del EI que habían estado viviendo allí rompieron todo antes de irse”. Los jihadistas parecen haber pasado mucho tiempo tratando de abrir una enorme caja de seguridad que habían encontrado en la casa, suponiendo que estaba llena de dinero. La familia Bako dijo que había eliminado todos los documentos y objetos de valor de la caja de seguridad antes de salir. Esto no acababa de explicar por qué necesitaban una gran caja fuerte, pero el hecho de que su padre estaba en el negocio de cambio de divisas puede haber tenido algo que ver con ello.
Aljin no sonaba intimidado por la masacre que tuvo lugar alrededor de su casa, cuando aparecieron entre 80 y 100 combatientes del EI disfrazados con uniformes del YPG de Kobani, el 25 de junio. Durante los siguientes cuatro días mataron al menos 223 civiles, hombres, mujeres y niños, antes de que fueran perseguidos. “Todo comenzó a las 4.30 de la mañana cuando escuchamos sonidos de hombres gritando y nos quedamos adentro”, dijo.
¿Podría el EI volver a Kobani? Fidan Zinar, la comandante de la YPJ (Unidades de Protección de la Mujer) en Kobani dice: “No estamos seguros de que no van a volver porque todavía tienen células en la región y hay agujeros en la línea por los que podrían pasar”. Ella dice que esto podría ser cierto de un ataque o una misión suicida del EI, pero no podrían lanzar una campaña militar para capturar la ciudad.
Aunque Kobani está mayormente en ruinas y la amenaza del EI no ha desaparecido, su gente es muy consciente de su ciudad se ha convertido en un símbolo de heroísmo y determinación kurda, el equivalente de Verdun en Francia o en Stalingrado en Rusia. “Fue la primera vez que alguien detuvo al EI” “, dice Idris Nassan, viceministro de Relaciones Exteriores para Kobani Cantón. “Tomaron a otras ciudades como Mosul en un par de horas.” Ya hay planes para un museo y una sala en memoria de los combatientes que murieron defendiendo la ciudad. En un rincón del cementerio civil, hay tres pequeñas tumbas en mármol gris donde los cuerpos ahogados de Aylan Kurdi, su hermano Galip de cinco años de edad y su madre Rehan están enterrados. Ellos murieron tratando de cruzar desde Turquía a Grecia este mes.
Pero a pesar de la fama de la batalla de Kobani su futuro sigue siendo frágil, con una Turquía hostil cerrando los pasos fronterizos de los kurdos que se mantenían abiertos cuando el EI tenía el control. En el cruce de fronteras Tal Abyad, que estaba bajo poder del EI cuando fue capturado por el YPG en junio, las instalaciones están completamente vacías. Fawaz, el director de la travesía, dice que “muchas veces tratamos de enviar ambulancias con heridos a la parte turca, pero no abren las puertas y muchos mueren”.
El principal problema para Kobani es la falta de un corredor hacia el mundo exterior. Hamo recuerda amargamente de que asistió a una conferencia sobre la reconstrucción de Kobani que fue organizada por la Unión Europea en Bruselas. Escuchó discurso tras discurso de los funcionarios del gobierno prometiendo dinero y ayuda, pero hasta ahora nada llegó. El asedio de Kobani no terminó del todo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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