EL MUNDO › EN SU INEDITO DISCURSO ANTE EL CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS, FRANCISCO CONDENO EL TRAFICO DE ARMAS
El Papa advirtió a los legisladores estadounidenses del peligro del fundamentalismo, condenó la pena de muerte, se refirió a la crisis migratoria e hizo una velada mención al deshielo entre EE.UU. y Cuba.
En un inédito discurso ante el Congreso de Estados Unidos, el Papa exhortó a los legisladores a hacer más por los migrantes que sufren, combatir la pobreza y el cambio climático, abolir la pena de muerte en el mundo y condenar el tráfico de armas y el fundamentalismo, todos temas sensibles que interpelan a los políticos del país del Norte.
Francisco hizo su entrada a la cámara poco después de las 10 de la mañana (11 de Argentina), con una ovación de pie, la primera de varias durante su alocución. Tras saludar al vicepresidente Joe Biden y al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, el Papa subió al podio en un ambiente de algarabía y expectación.
Jorge Mario Bergoglio advirtió a los legisladores estadounidenses del peligro del fundamentalismo –sea religioso y no– y llamó a evitar la tentación del reduccionismo simplista de dividir la realidad entre buenos y malos. En esa línea, exhortó a luchar contra la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología o un sistema económico. “Imitar el odio y la violencia de los tiranos y asesinos es el mejor modo de tomar su puesto. Esto es algo que ustedes, como pueblo, rechazan. La nuestra debe ser una respuesta de esperanza y sanación, de paz y de justicia.”
El jesuita argentino de 78 años, primer líder de la Iglesia Católica en una sesión bicameral del Capitolio, condenó el tráfico de armas, ya que contribuye a las guerras en el mundo. “¿Por qué venden armas letales aquellos que planean generar sentimientos indescriptibles a personas? Tristemente la respuesta la sabemos: es por el dinero. Es dinero que está empapado en sangre. Ante este silencio vergonzoso es nuestro deber enfrentar el problema y detener el tráfico de armas.”
En una velada referencia a las conversaciones abiertas por Estados Unidos con viejos adversarios como Cuba e Irán, el Papa habló del coraje y la audacia que se requiere para abrir “nuevos horizontes para todos”. Pero consciente de las profundas divisiones en la política estadounidense, Bergoglio había ya anunciado en el avión que lo llevaba de Cuba a Estados Unidos que no hablaría específicamente sobre el embargo contra la isla, que los republicanos se niegan a levantar.
Francisco habló casi una hora, en inglés, ante más de 500 diputados y senadores, magistrados de la Corte Suprema y miembros del Ejecutivo. En un país que practica varias ejecuciones al año, con el apoyo de una mayoría de legisladores, el Papa retomó su llamado a la abolición de la pena de muerte, a la vez que reafirmó de manera implícita su postura contraria al aborto y la eutanasia. “Hay que defender la vida humana en cada etapa de su desarrollo. Esta convicción me ha llevado desde el inicio de mi ministerio a apoyar la abolición global de la pena de muerte, porque cada vida es sagrada.”
Los conservadores aplaudieron esto último, dado que rechazan el aborto, así como se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, dos temas en los que se alinean con la Iglesia Católica. El matrimonio homosexual en Estados Unidos fue legalizado por la Corte Suprema en junio y el derecho al aborto gana terreno.
En paralelo, el Pontífice pidió acciones valientes ante el cambio climático, un tema en el que coincide con el presidente demócrata Barack Obama, pero que divide a los congresistas. “Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos y este Congreso están llamados a tener un papel importante”, expresó Bergoglio, quien se refirió a la necesidad de implementar lo que denominó una “cultura del cuidado”.
Para este papa hijo de inmigrantes italianos, la crisis de refugiados representa grandes desafíos y decisiones difíciles, que requieren una respuesta que sea “justa y fraterna” de los gobernantes. “Nuestro mundo está enfrentando una crisis de refugiados de proporciones tales que no se veía desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. No debemos dejarnos asustar de su número, más bien verlos como personas, mirando sus rostros y escuchando sus historias, intentando responder lo mejor que podemos a sus situaciones”. Francisco evocó los “sueños” estadounidenses y las grandes figuras del país como Abraham Lincoln y Martin Luther King.
Los demócratas aplaudieron sus palabras acerca de dar la mano a los inmigrantes, en momentos en que Estados Unidos debate la suerte de los millones de indocumentados provenientes de México y América Central.
El Papa cerró diciendo “God bless you” (“Que Dios los bendiga”) ante los legisladores, de los cuales nueve de cada diez profesan la fe cristiana. Terminada su intervención, Francisco acudió a la Sala de las Estatuas, donde se detuvo ante la del ya santo Junípero Serra, el franciscano español que él canonizó anteayer en Washington.
Bergoglio se dirigió desde un balcón a más de 50.000 personas congregadas, a los pies de la colina del Capitolio, la última oportunidad de ver de cerca al popular pontífice en la capital estadounidense, después de su recorrido en papamóvil el miércoles. Con un “buenos días” en español, el papa despertó el júbilo de la multitud, a la cual en el mismo idioma pidió un ya conocido: “Recen por mí” y “deséenme cosas buenas”.
Luego del Congreso, Bergoglio acudió a un centro caritativo católico, donde tuvo un encuentro con personas sin techo.
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