EL MUNDO › A LOS 96 AÑOS MURIO EL HISTORICO LIDER SOCIALDEMOCRATA
Convencido europeísta y uno de los políticos más populares de Alemania, se convirtió en el quinto canciller de la ex República Federal Alemana (RFA) al suceder en 1974 a su correligionario Willy Brandt. Encabezó a los sectores más conservadores de su partido.
El ex canciller de Alemania Helmut Schmidt, uno de los líderes históricos del Partido Socialdemócrata (SPD), que participó en la política germana en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y dirigió el país entre 1974 y 1982, murió ayer, a los 96 años, en Hamburgo, su ciudad natal. Schmidt falleció en su casa acompañado por Ruth Loah, su pareja en los últimos años, y de su hija Susanne, que vive en Inglaterra. Convencido europeísta, se convirtió en el quinto canciller de la ex República Federal Alemana (RFA) al suceder al frente de la cancillería, en 1974, a su correligionario Willy Brandt.
Las condolencias llegaron hasta Hamburgo desde todos los rincones del mundo, con destacados elogios a su carrera política. La canciller alemana, Merkel; el primer ministro francés, François Hollande, y el jefe de gobierno español, Mariano Rajoy, entre otros, expresaron su dolor por el fallecimiento del líder alemán. “Schmidt fue un precusor de la cooperación internacional”, lo elogió Merkel.
Schmidt fue uno de los políticos más populares de su país. Era el último canciller de Alemania que luchó como soldado en la Segunda Guerra Mundial, experiencia que lo convirtió en acérrimo defensor de la unión de Europa.
Pragmático y conservador en temas económicos y de seguridad, el socialdemócrata mostró dureza, durante ante los atentados y secuestros perpetrados por la Fracción del Ejército Rojo (RAF), popularmente conocida como “grupo Baader Meinhoff”; dureza que lo llevó a vivir uno de sus peores momentos cuando la RAF asesinó al presidente de la patronal alemana, Hanns Martin Schleyer, al negarse Schmidt a dejar en libertad a miembros del grupo presos a cambio de la liberación del empresario. Los detenidos por el secuestro fueron encontrados muertos en sus celdas horas más tarde.
El líder socialdemócrata debió enfrentar además las graves crisis económicas de los años setenta provocadas por el derrumbe en el precio del petróleo. Y volvió a mostrar su inflexibilidad al ordenar el asalto de un avión de Lufthansa secuestrado por un comando palestino en octubre de 1977, ataque en el que resultaron muertos tres de los cuatro secuestradores. Schmidt también enfrentó fuertes resistencias dentro de su partido cuando se unió a los EE.UU. para advertir en 1977 que el equilibrio de la Guerra Fría en Europa estaba en peligro al reemplazar la Unión Soviética sus armas nucleares de alcance medio por modernos misiles SS-20. También la Alianza Atlántica fue impulsada por Schmidt, que, antes de llegar a la cancillería, ocupó las carteras de Defensa, Economía y Finanzas en los gobiernos de Willy Brandt (1913-1992). Mantuvo la política de acercamiento a Europa del Este iniciada por Brandt pero, a la vez, promovió la firmeza frente al Pacto de Varsovia, pese a las reticencias de su propio partido. Así, por ejemplo, Schmidt defendió la llamada doble decisión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de 1979, que implicaba instalar 108 misiles nucleares en territorio alemán si no avanzaban las negociaciones de desarme con Moscú. Su partido no quiso seguirlo en ese punto y se resistió además a parte de su política económica. La crisis por las armas continuó hasta el estacionamiento en 1983 de cohetes estadounidenses Pershing y Cruise y las protestas pacifistas dieron surgimiento al Partido Verde.
Ante los reproches de algunos de sus correligionarios acerca de que no era un político visionario, Schmidt respondió con una frase que hizo historia: “Quien tenga visiones debe consultar a un médico”. Su carácter pragmático, reflejado en aquella frase y en su convicción de que tener carisma no era condición suficiente para ser buen político, le generó el respeto de parte de sus contrincantes, mayormente la oposición conservadora, y también de sus interlocutores internacionales, aunque, con frecuencia, lo alejó de los defensores de la doctrina socialdemócrata.
En octubre de 1982 perdió como socio al Partido Liberal por diferencias en política económica y social y fue sucedido tras fracasar una moción de confianza del democristiano Helmut Kohl. Schmidt conservó su banca de diputado en el Bundestag hasta 1987. A partir de 1983 se dedicó al periodismo como editor del prestigioso semanario Die Zeit, además de escribir un sinnúmero de libros y dictar conferencias en todo el mundo.
De una capacidad sobresaliente de análisis y dueño de una oratoria afilada, Schmidt participó hasta hace poco en paneles de debate político en los que siempre se lo podía ver fumando sus cigarrillos mentolados, saltándose todas las prohibiciones sobre fumar en lugares públicos. Su mujer Loki, con la que estuvo casado 68 años, falleció en 2010 a los 91 años. En agosto de 2012 presentó como compañera oficial a Ruth Loah, una amiga de larga data.
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