EL MUNDO › EL GOBIERNO DE ITALIA DECIDIó SALVAR POR DECRETO A CUATRO ENTIDADES QUE HICIERON TRAMPA A LOS AHORRISTAS
Con la bancarrota de cuatro bancos salieron a la luz las operaciones deshonestas que les hicieron a clientes para venderles acciones, bonos u otros títulos. Se prevé que el Estado les devuelva un 30 por ciento de los ahorros.
› Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
Varias de las trampas que un banco puede hacer a sus clientes para venderles acciones, bonos u otros títulos, sabiendo que los ahorristas difícilmente podrán obtener la ganancia prometida, salieron a relucir en Italia luego de la bancarrota de cuatro pequeños bancos. Los clientes han quedado en la calle y esta macabra y deshonesta operación, que llevó al suicidio de uno de los ahorristas y a la desesperación de todos, recuerda después de más de 14 años, lo que algunos bancos italianos hicieron con los bonos de la deuda externa argentina, antes y después del default de 2001.
Esta vez se trató de cuatro bancos pequeños, Banca Marche, Popolare di Etruria e Lazio, CariFerrara y CariChieti, que el gobierno del primer ministro Matteo Renzi ha decidido salvar con un decreto. El caso más patético fue el de la Banca de Etruria (o Banca Popolare di Etruria e Lazio), un banco localizado en Italia central y con base en Arezzo, ciudad tristemente célebre porque fue la cuna y donde murió Licio Gelli, el patrón de la logia masónica Propaganda Dos o P2. Este banco fue fundado en 1882 como un banco popular, es decir, una suerte de cooperativa donde los ahorristas son socios de alguna manera. El Banco de Etruria según pudo comprobar un estudio de Bankitalia –el banco central italiano– en los últimos años ofrecía a los pequeños ahorristas “obligaciones subordinadas” a una tasa de interés del 3,5 por ciento, mientras a los inversionistas de un cierto nivel, consciente del riesgo de estas obligaciones, les daba un mayor interés. Algo similar hicieron los otros tres bancos.
El hecho de ser obligaciones o bonos “subordinados” quería decir que, en caso de bancarrota del banco, el propietario de estos bonos obtendría reparación después de otros clientes de mayor nivel o “senior”. En lo que coinciden todos es que los bonos subordinados de todas maneras son operaciones complejas y difíciles de evaluar para un simple ahorrista. El banco de Etruria, según han podido comprobar los investigadores, también habría cambiado las características de un centenar de sus clientes transformándolos en personajes compatibles con las inversiones de alto riesgo que el banco les quería vender a toda costa. Los clientes sin embargo, no habían dado ninguna autorización para esos cambios. El procedimiento que usaban era simple. Un cliente contó al diario Corriere della Sera que recibió una llamada telefónica del director de la sede del Banco de Etruria de Chiusi y éste le aconsejó que todo el dinero que tenía –26.000 euros– obtenidos con la venta de la casa del padre, los pusiera en “obligaciones”, asegurándole que en todo momento podría retomar su dinero.
Recordando lo que pasó con los bonos argentinos el año previo al default, se plantean muchas preguntas. En el 2000, en los ambientes financieros mundiales como Wall Street, ya se sabía que los bonos de la deuda externa argentina eran de altísimo riesgo –y por eso pagaban altos intereses– porque el país estaba al borde del abismo. Los expertos, como la empresa Standard&Poor’s y otras por el estilo, habían degradado repetidamente la credibilidad del país, pasándolo a sus niveles más bajos de seguridad como CCC. En octubre de ese año, analistas económicos y financieros de importantes bancos de inversión de Nueva York como Deutsche Bank, BCP Securities, Salomon Smith Barney y Santander Central Hispano Investment, reunidos en un seminario sobre América Latina realizado en The Council of the Americas, manifestaron serias dudas sobre la credibilidad del gobierno del presidente Fernando de la Rúa y por ende sobre su confiabilidad económica. Sin embargo, los bonos de la deuda argentina, que daban altísimos intereses y por eso eran apetecibles para inversionistas ingenuos, se siguieron vendiendo en Italia y otros países y poco o nada se decía del altísimo riesgo. En Italia los bonos no eran vendidos por el estado argentino –que los había vendido a los bancos–, como algunos han hecho creer, sino por los bancos, que conseguían así sacarse de encima, cobrando consistentes comisiones, un producto que en poco tiempo caería a pique. Ellos lo sabían pero no ofrecían muchas informaciones a los ahorristas que siempre creyeron exclusivamente culpable al estado argentino, cuando en realidad una parte de la culpa la tenían también los bancos por no haber informado adecuadamente a sus clientes. No sólo eso. Las Asociación Bancaria Italiana –que nucleaba a muchos de los bancos implicados– luego del default decidió dar asistencia legal y financiera a los poseedores de bonos argentinos –o “tango bon”– y directa o indirectamente los estimuló para que hicieran acciones legales y manifestaciones de protesta frente a la sede de la embajada argentina de Roma. Manifestaciones que se prolongaron por años. Mientras tanto, el gobierno de Silvio Berlusconi decidía hacerle un vacío al gobierno argentino por la misma razón y las relaciones entre los dos países quedaron congeladas por largo tiempo.
Manifestaciones similares a las que los argentinos hicieron ante los bancos en el 2001 se produjeron en estas semanas frente a las sedes de los cuatro bancos acusados. “Ladrones, ladrones”, “Queremos todo el dinero que ustedes nos han robado”, gritaban los ahorristas golpeando a puños las puertas del banco en Arezzo. Las manifestaciones siguen frente a los bancos de distintas ciudades. Renzi, de su lado, ha dicho que será devuelto el dinero a los ahorristas perjudicados mientras la justicia ha abierto una investigación para afinar detalles y culpas. El primer ministro anunció que a los ahorristas será devuelto el propio dinero, pero todo hace suponer que será sólo en parte. Se habla de un 30 por ciento. Al principio esta medida de salvataje recibió críticas de la Unión Europea. Pero después la UE pareció entender mejor el problema y aceptar algunas cosas, tal vez porque entendió que si no se ayudaba a estos bancos, miles de personas quedarían en la calle además de los ahorristas sin respuesta.
El ministro de economía Pier Carlo Padoan por su parte habló de una “reforma urgente del sistema de crédito” porque Italia, dijo, “tiene necesidad de un sistema financiero sano y eficiente para permitir a las empresas de todos los tamaños expresar plenamente el propio potencial económico”.
Los cuatro bancos que recibieron la ayuda han cambiado nombre y directivos pero todavía no se sabe qué pasará con los ahorristas. Para 2016 se esperan las nuevas normas de la Unión Europea que protegerán a los ahorristas y darán más transparencia a las operaciones financieras. El Mifid2 (Market in Financial Instruments Directive II, Directivas sobre instrumentos del mercado financiero) debía entrar en vigor en 2017 pero dadas las circunstancias, parece que se aplicará en 2016.
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