EL MUNDO › AL MENOS 70 MUERTOS DEJO EL ATAQUE ATRIBUIDO A LOS JIHADISTAS
El alcalde de Zlintan, Miftah Hamadi, afirmó que la explosión fue tan fuerte que se pudo escuchar en la ciudad de Misrata, que se encuentra a unos 45 kilómetros al oeste de los cuarteles. Es el atentado más grave en meses.
Al menos 70 personas, entre civiles y policías, murieron y más de 130 resultaron heridas al estallar un camión bomba frente a una base militar en la localidad libia de Zlintan. El atentado contra el cuartel, ubicado a unos 169 kilómetros al oeste de Trípoli, fue el más grave perpetrado en el país en los últimos meses.
Alrededor de 400 personas, la mayoría policías, estaban reunidos en el centro de entrenamiento de Zlintan para presenciar la ceremonia de graduación de los agentes. Responsables de seguridad de la base explicaron que un suicida al volante de un camión cisterna repleto de explosivos se incrustó a primera hora de la mañana en la puerta del cuartel. El capitán Adel Erhoma, señaló que, además del número de víctimas y heridos, el ataque arrasó con varias construcciones y dañó gravemente a otras. “No quedó nada del camión, solamente esquirlas.”
El alcalde de Zlintan, Miftah Hamadi, afirmó que la explosión fue tan fuerte que se pudo escuchar en la ciudad de Misrata, que se encuentra a unos 45 kilómetros al oeste de los cuarteles. “Fue horrible, la explosión se escuchó fue tan intensa que se oyó a varios kilómetros de distancia.”
De acuerdo con medios locales, en la morgue del hospital de Zlintan contabilizaron por lo menos 70 personas muertas y más de 130 heridos –el número podría aumentar con las horas–, por lo que se hizo un llamamiento a los habitantes de la zona a donar sangre para los afectados por el ataque. La ciudad de Zlintan es una localidad comercial que no es conocida por albergar militantes, es considerada en cambio como un centro para los migrantes ilegales que buscan llegar a Europa.
El atentado se produjo en medio de una ofensiva lanzada el lunes por los grupos jihadistas libios afines a la organización Estado Islámico (EI) para hacerse con el control de los puertos petroleros de Ras Lanuf y Sidra, los más importantes del país. Pese a que ningún grupo asumió la autoría de la masacre, el método empleado y el momento elegido apuntan a que sería obra de las numerosas células que componen esas rama libia.
En el pasado, ataques como el de ayer fueron obra de esta organización extremista, que controla una franja costera del Mediterráneo en torno de las ciudades de Sirte y Al Nofaliyeh.
En un plan bien organizado, los extremistas atacaron a finales de la semana pasada la ciudad de Ben Jawad, vecina a ambas terminales petroleras, lugar en el que establecieron su centro de comando para la ofensiva. El lunes y el martes atacaron diferentes posiciones, dispararon varios cohetes contra depósitos de crudo y trataron de avanzar hacia la entrada de ambos puertos, donde fueron repelidos por los agentes de seguridad privada que lo protegen. El miércoles, hostigados por las fuerzas de los gobiernos rivales de Trípoli y Tobruk, replegaron sus posiciones, aunque expertos militares en la zona creen que pueden lanzar un segundo ataque en los próximos días.
Los hombres de Ibrahim Yidran, el miliciano y señor de la guerra que defiende las instalaciones, recuperaron, por su parte, posiciones y ayudaron a los bomberos de la Compañía Nacional de Petróleo a extinguir los siete incendios desatados en los depósitos, que contenían el equivalente a dos millones de barriles de crudo. Según responsables de esa firma, a media tarde de ayer dos de ellos ya habían sido totalmente controlados.
La virulencia del asalto desató la preocupación del enviado especial de la ONU para Libia, Martin Kobler, quien ayer volvió a lanzar un llamamiento a los libios para que dejen de lado sus diferencias y se unan para evitar que los recursos petroleros caigan en poder de los radicales. En una breve declaración difundida a través de la red social Twitter, el diplomático alemán repudió además el atentado. “Condeno en los más duros términos el leal ataque suicida de hoy (ayer) en Zlintan, llamo a todos los libios a unirse urgentemente en la lucha contra el terrorismo”.
Kobler alertó además sobre la gravedad de la situación y la importancia de ganar una batalla que se considera crucial para el futuro del país y de todo el norte de Africa. Ese intento de conquista de las zonas petroleras supone una intensificación de la ofensiva de los jihadistas en Libia, que en 2015 aprovecharon el conflicto político y militar entre los gobierno rivales de Trípoli y Tobruk para asentar su posición y ampliar su territorio. En los últimos doce meses, los extremistas se establecieron en la localidad de Derna, fronteriza con Egipto, penetraron en barrios de la ciudad de Benghazi, la segunda en importancia del país, y conquistado la mayor parte de Sirte, urbe costera ubicada a unos 450 kilómetros de Trípoli.
Desde el derrocamiento de Muammar Khadafi, dos gobiernos se disputan desde hace años el poder: uno dominado por islamistas en Trípoli y el Ejecutivo reconocido por la comunidad internacional en Tobruk, en el este del país. En diciembre, ambas partes firmaron un plan de paz diseñado por la ONU, pero que aún no entró en vigor. Dicho plan contempla la creación de un Gobierno de unidad nacional. El vacío de poder que vivió el país permitió el auge de grupos extremistas en Libia.
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