EL MUNDO › PIDIO INDEMNIZACION POR EL BOMBARDEO A SU EMBAJADA EN YEMEN
En medio de un conflicto diplomático que amenaza con arrastrar a todo Medio Oriente, Irán acusó ayer a Arabia Saudita de bombardear su embajada en Sanaa, capital de Yemen. El episodio, que se enmarca en la ejecución por parte de Riad del clérigo chiíta Nimr Baqir al Nimr y otros 46 condenados a muerte, fue desmentido por la monarquía sunnita.
El vocero del Ministerio de Exteriores persa, Hossein Habein Ansari, reclamó que Riad indemnice a su país por los daños. “Arabia Saudita es responsable de los daños causados en la embajada de Irán y de las heridas provocadas a algunos de los trabajadores de la sede diplomática”, dijo. Teherán adelantó que tomará acciones judiciales si la monarquía conservadora no responde a la denuncia.
Pese a la acusación de la República Islámica, periodistas y activistas yemeníes informaron a través de las redes sociales que el edificio de la embajada iraní en Sanaa no había sido golpeado por un misil y, más tarde, el gobierno saudita difundió una desmentida oficial. “Las fuerzas sauditas no llevaron a cabo ninguna operación en los alrededores o cercanías de la embajada”, sentenció el Ejército.
Desde mayo pasado, Arabia Saudita bombardea desde el aire y el mar al movimiento insurgente chiíta hutí, que logró tomar gran parte del territorio de Yemen y expulsar al presidente y aliado de Riad, Abd Rabbuh Mansur Hadi. Pese a la lluvia de denuncias de la ONU, Médicos Sin Fronteras y otras organizaciones internacionales, Riad y una coalición de nueve aliados regionales continúan bombardeando ciudades y el campo del país más pobre del mundo árabe, en donde los muertos ya se acercan a 3000, la mayoría de ellos civiles.
La crisis diplomática actual comenzó el sábado, cuando en un hecho inesperado, Arabia Saudita ejecutó a 47 condenados a muerte de forma simultánea con sables y fusiles. Las víctimas eran extremistas sunnitas, pero también incluyeron a cuatro disidentes chiítas, entre ellos Nimr Baqir al Nimr. Su ejecución provocó la ira de comunidades chiítas en varios países como Irak, Bahrein y Yemen (foto). El jefe chiíta fue una de las caras visibles de las protestas de 2011 y 2012, inspiradas a en los levantamientos conocidos como la Primavera Arabe, que por entonces sacudían a muchos de los países vecinos, inclusive derrocando a longevos gobernantes autoritarios.
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