EL MUNDO › MUSULMAN Y NEGRO, NO FUE RECONOCIDO CON LA LEGION DE HONOR
› Por John Lichfield *
Lassan Bathily fue una de las pocas “buenas noticias” que emergieron de la masacre terrorista de tres días que comenzó con el ataque a Charlie Hebdo hace hoy un año. El joven empleado oriundo de Mali ayudó a ocultar a rehenes judíos en un supermercado kosher y luego escapó para avisar a la policía antes del exitoso ataque por parte de un hombre armado que había capturado la tienda en el este de París.
Pero su conducta heróica –no fue la palabra que él usó– ha sido cuestionada desde entonces por algunos testigos y convertida en burla por los comentaristas de la ultraderecha en Francia. Bathily, de 25 años, fue misteriosamente omitido de una larga lista de “héroes y víctimas” a quienes se les adjudicó la Legión de Honor la semana pasada. Ahora, en un libro publicado el martes Je ne sui spas héros de la ONU (No soy un héroe de la UN) Bathily está tratando de poner las cosas en claro. No, no hizo nada especial el 9 de enero de 2015, dos días después de los asesinatos de Charlie Hebdo. Sí, él ayudó a ocultar a una docena de clientes en un sótano frío del negocio. Sí, él escapó en un montacargas y le dio a la policía un mapa detallado del edificio y de la ubicación del hombre armado, Amédy Coulibaly y de los rehenes.
Los intentos de restarle importancia a su rol lo “enojan y lo entristecen”, dice en su libro. Son sólo “puro y simple racismo”. Mucho, quizá demasiado, se dijo de su historia en el momento, señala, porque era un musulmán que ayudó a salvar judíos. “Ahora hay gente que dice que yo simplemente era una coartada para las conciencias liberales. Francia necesitaba un héroe negro y un héroe musulmán.” “¿No podría ser simplemente una persona normal que actuó como un ser humano, y no primero un hombre negro y un musulmán?”
Lassan describe conmovedoramente a los medios de comunicación y el torbellino político que envolvieron al empleado de un supermercado y migrante de un pueblo del desierto de Mali hace un año esta semana. Fue perseguido por la prensa mundial, telefoneado por el presidente François Hollande; le dieron una ciudadanía francesa inmediatamente; e invitado a tres giras de conferencias en Estados Unidos. “Por supuesto que hubo momentos maravillosos”, escribe, “pero también otros muy difíciles. Yo no estaba preparado para algo así, para ser aplaudido en París, Bamako, Washington, Nueva York. Empecé a preguntarme a mí mismo, ‘¿Me merezco todo esto?’”
Contrariamente a muchos informes, Bathily no era un inmigrante ilegal al momento de los ataques sino que tenía un trabajo temporario y permiso de residencia. Una organización que se negó a honrar a Bathily era su empleador –la cadena de supermercados Hyper Cacher–. Le ofrecieron de vuelta su viejo puesto de changador y de repositor de mercadería. “Me sentí insultado”, escribe. “Para ellos yo era sólo un pequeño inmigrante trabajador y condenado a seguir siéndolo. Yo no comparto su miserable opinión de mí.”
Bathily tomó un puesto con el Ayuntamiento de París, ayudando a organizar eventos juveniles y deportivos. También está estudiando un profesorado. Comenzó una asociación de caridad para ayudar a los jóvenes en los barrios multirraciales pobres de Francia, y para ayudar a desarrollar su pueblo natal, Samba Dramané en Mali.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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