EL MUNDO › CRITICADO POR EL GOBERNANTE PT, CARDOZO DIJO QUE “NO AGUANTABA LAS PRESIONES”
La presidenta de Brasil le abrió más espacio en su gobierno a su antecesor y mentor Lula. La oposición y la Policía Federal criticaron duramente la salida de Cardozo, quien será sustituido por Wellington Cesar Lima e Silva.
› Por Eric Nepomuceno
Página/12 En Brasil
Desde Río de Janeiro
Luego de cinco años y dos meses, José Eduardo Cardozo presentó ayer, tras varios intentos anteriores, su “renuncia irreversible” al puesto. La presidenta Dilma Rousseff, una vez más, intentó mantener a su ministro. Ha sido en vano: duramente criticado por su partido, el PT, Cardozo dijo que ya no aguantaba las presiones y que más la ayudaría estando fuera del gabinete. Entonces, Rousseff lo nombró abogado general de la Unión.
El sustituto de Cardozo es Wellington Cesar Lima e Silva, procurador del Ministerio Público de Bahía, quien había sido consultado, el pasado jueves, sobre la posibilidad de asumir la cartera. El responsable por el sondeo fue Jacques Wagner, actual jefe de Gabinete de Dilma, y ex gobernador de Bahía. Los dos mantienen relaciones muy cercanas.
Con la llegada de Wellington Cesar al gobierno, Wagner se confirma como una especie de súper-ministro. Cardozo era el ministro más cercano a Dilma Rousseff. Jacques Wagner, como Ricardo Benzoini, secretario general de la Presidencia, son muy cercanos a Lula da Silva. Así, la presidenta le abrió al antecesor y mentor más espacio en su gobierno.
Tanto la oposición como la Policía Federal criticaron duramente la salida de Cardozo, acusando al PT y a Lula de responsables por su alejamiento. El partido, bien como el ex presidente, niegan haber ejercido presión para que el ministro –que a amigos confesó haber “perdido la paciencia con el PT y Lula”– renunciara.
Es un desmentido inútil. Lula cansó de quejarse a interlocutores de su confianza sobre lo que consideraba “debilidad” de Cardozo frente a las acciones “descontroladas e inexplicables” de la Policía Federal. El pasado sábado, durante las celebraciones de los 36 años de fundación del PT, Lula, una vez más, dijo que la autonomía alcanzada por el Ministerio Público y la Policía Federal fueron conquistas logradas en sus dos mandatos presidenciales, pero que era injustificable la manera “irresponsable” con que funcionarios de las dos instituciones actúan en las investigaciones.
Ayer, comisarios de la Policía Federal aseguraban a la prensa que están dispuestos a defender “a todo costo” esa autonomía. El nuevo ministro, que asumirá la cartera el jueves, tiene poder para nombrar al jefe de la Policía Federal. El actual, Leandro Daiello, es considerado “demasiado blando” por no controlar los filtrajes selectivos que comisarios de la Policía Federal hacen a los grandes medios de comunicación, y de permitir que sus agentes cometan abusos en allanamientos. Buen ejemplo de eso está en el hecho de que, luego de allanar la casa del ex presidente y actual senador Fernando Collor de Melo, contaron a los periodistas haber encontrado, entre documentos, pruebas e indicios de altas irregularidades, una maleta con juguetes eróticos.
Hasta los más duros críticos de Collor, primer presidente en la historia de Brasil en ser defenestrado por el Congreso, en 1992, por corrupción, fueron contundentes a la hora de acusar a los agentes de abuso de autoridad. Como si no faltaran pruebas de mala conducta de Collor, ¿cuál es la importancia del contenido de la maleta para lo que era investigado?
Igualmente se criticó duramente a la Policía Federal por haber allanado, sin ninguna justificación, la residencia de uno de los hijos de Lula da Silva a altas horas de la noche, lo que va contra la ley.
Hay en Brasil un palpable esquema entre integrantes del Ministerio Público, la Policía Federal y el juez de primera instancia Sergio Moro cuyo objetivo clarísimo es concentrar investigaciones sobre el PT, los partidos aliados y, muy especialmente, Lula da Silva y Dilma Rousseff. Es innegable la selección en las denuncias: las que involucran al PSDB y sus aliados de la oposición duermen en sosiego en cajones jamás tocados. Ya contra el PT, Lula y Dilma, cualquier chisme de lavandería sirve para investigaciones estruendosas, cuyos detalles son filtrados a los medios hegemónicos de comunicación. Se habla claramente que, hoy por hoy, la principal y más eficaz fuerza de la oposición no está en el Congreso, sino en el Ministerio Público, en el Poder Judicial y Policía Federal, y que cuenta con el apoyo prácticamente unánime de los medios de comunicación (las excepciones son publicaciones de menor tirada).
También se da por seguro que el verdadero objetivo del juez de provincia Sergio Moro, que deja cada vez más evidente padecer una hipertrofia del ego en estado avanzado, es mandar a detener a Lula y alcanzar a Dilma.
Es posible que el nuevo ministro logre imponerse a la Policía Federal, que está subordinada administrativamente a su despacho, una línea de acción más discreta, menos politizada y que, principalmente, actúe respetando los códigos y reglas de conducta de la institución.
Lula da Silva, sometido a un cerco atroz, quizá no tenga sosiego con el cambio en el ministerio de Justicia. Al contrario: lo más probable es que los comisarios de la Policía Federal decidan poner a prueba el nuevo ministro, presionando aún más, y con más espectacularidad, al ex presidente.
Basta con ver las reacciones de la oposición y, claro, de la prensa hegemónica, a la salida de José Eduardo Cardozo del Ministerio de Justicia para entender que, en buena parte, mucha razón tenían tanto Lula como el PT para criticarlo. Lo que se vio fueron claras muestras de que todos amaban profundamente a un ministro del gobierno frente al cual ejercen presión sin treguas.
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