Bajo la protección de un importante dispositivo policial, las autoridades francesas empezaron a desmantelar la parte sur del campamento de migrantes llamado la “jungla” de Calais. De noche temprano, unos 150 migrantes se parapetaron durante una hora en el puerto ubicado junto al poblado de Fortuna, lanzando piedras sobre todo a los vehículos que partían hacia Inglaterra. Las fuerzas del orden replicaron lanzando gases lacrimógenos, antes de echar a los manifestantes de la ruta. Más temprano, dos aplanadoras y empleados de una empresa privada contratada por el Estado galo derribaron tiendas de campaña vacías. La Unión Europea prepara un préstamo por 700 millones de euros en los próximos tres años en concepto de ayuda humanitaria dentro del bloque, principalmente para Grecia, donde decenas de miles de migrantes se ven atrapados por la imposición de restricciones fronterizas por parte de los países más al norte.

En Francia, en tanto, varios migrantes buscaron recuperar enseres personales o garrafas de gas para instalarse un poco más lejos en la “jungla”. Muchos observaban las operaciones a una cierta distancia del sector, controlado por la policía antimotines. Más de 30 vehículos de la policía y dos camiones de las unidades antidisturbios estaban desplegados en la entrada oeste del campamento. Los policías tenían orden de garantizar la seguridad de los equipos sociales encargados de proponer soluciones de albergue a los migrantes.

Luego de una mañana calma, la situación se tensó al empezar la tarde. Después de que se registrara un comienzo de incendio en una cabaña, migrantes y militantes del movimiento altermundialista No Borders (150 personas, según la prefectura) arrojaron objetos contra los policías antimotines, que lanzaron gases lacrimógenos. En la “jungla” viven entre 3700 y 7000 personas. El jueves, la justicia, a la que habían recurrido migrantes y asociaciones, autorizó la evacuación, pero el gobierno aseguró que no recurriría a la fuerza.

El plan que presentará mañana la Comisión Europea señala que los fondos se utilizarán para operaciones humanitarias dentro del continente en la misma forma en que se usan en zonas en conflicto de Africa y Oriente Próximo. El presupuesto y el personal del bloque sólo pueden utilizarse de manera limitada para operaciones humanitarias dentro de la UE, principalmente para coordinar ayudas bilaterales enviadas por otros países de la UE a un socio con problemas, por ejemplo cuando se produce un terremoto u otro desastre natural.