Dom 21.12.2003

EL MUNDO

Una “pacificación” que avanza con el asesinato de cientos de civiles

Por Robert Fisk *
Desde Bagdad

Otro ex funcionario del Partido Baas fue asesinado en Najaf ayer, el hijo de cinco años de otro fue muerto a tiros, y tres policías fueron muertos por error por tropas norteamericanas al sur de Kirkuk. La vida después de la captura de Saddam está empezando a sonar deprimentemente como la vida antes de que el ex dictador fuera atrapado por fuerzas estadounidenses una semana atrás.
Muchas áreas de Bagdad están ahora reducidas a sólo seis horas de electricidad por día. Las colas de combustible se extienden por cinco kilómetros en la ciudad. Solamente en Samarra, al norte de Bagdad, y escena de persistentes ataques contra la Cuarta División de Infantería norteamericana el mes pasado, se han apagado los combates, porque los norteamericanos han inundado la ciudad de tropas y porque clérigos musulmanes sunnitas locales, horrorizados por la gran cantidad de civiles muertos y heridos por las tropas estadounidenses, han llamado a la resistencia a evitar el tendido de emboscadas en áreas donde los civiles puedan ser lastimados.
El jeque Ezzedin al-Rifai, un clérigo de Samarra, emitió una declaración en la que denominó a la resistencia como un “acto legítimo”, pero insistió en que “es un pecado atacar a norteamericanos si esos ataques llevan a la destrucción de propiedades y a la muerte o las heridas de los niños, los ancianos y otros civiles. El líder de la Alianza de Académicos Religiosos de la provincia de Salahedin, de la que Samarra es una de las ciudades más importantes, dijo que muchos jóvenes, mujeres y niños han muerto durante contraataques norteamericanos a la resistencia. Los norteamericanos dieron la bienvenida a las declaraciones de los clérigos, pero ignoraron el mensaje obvio: que soldados estadounidenses han estado matando e hiriendo a civiles inocentes.
El jeque Al-Rifai se lamenta de que los norteamericanos podrían restaurar la calma si sólo cesaran sus agresivos allanamientos de hogares. “Arrestan gente y luego la liberan y dicen que lo sienten”, manifestó. Una anciana murió de un ataque al corazón el viernes inmediatamente después de que tropas estadounidenses hubieran allanado su casa. “Fueron muy educados y corteses –dijo de los norteamericanos su nuera Azhar Al-Yehati–. Pero mi suegra se aterró tanto cuando los vio”.
El primer ministro español José María Aznar realizó una visita inesperada ayer a las 1300 tropas que su país tiene desplegadas en Irak, la mayoría en la localidad sureña de Diwaniyah. Diez españoles han muerto en Irak desde agosto, con el peor ataque –una emboscada a fines de noviembre–, dejando siete agentes de inteligencia muertos.
Mientras llegaba Aznar, quedó claro que los tres policías muertos por los norteamericanos en Sulieman Begh en el nordeste del país fueron identificados por error como bandidos. Estaban vigilando un punto de cruce poco después de la medianoche; otros dos policías fueron heridos. No hubo explicaciones de los norteamericanos sobre las razones de su error, pero muchos de los policías pagados por los norteamericanos ahora usan capuchas negras sobre sus rostros, y ni siquiera llevan uniformes. En Samarra, los milicianos iraquíes pronorteamericanos usan capucha y pantalones kaki o jeans.
Las autoridades ocupantes declinan suministrar toda estadística de los muchos civiles muertos en Irak cada semana. El Pentágono dijo el viernes que 200 soldados norteamericanos habían sido muertos en ataques iraquíes desde la jactanciosa declaración de Bush el 1 de mayo de que las “grandes operaciones de combate” habían terminado. Pero desde el comienzo de la invasión angloamericana, han muerto hasta 9700 civiles iraquíes.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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