Sáb 09.04.2016

EL MUNDO  › EL MOVIMIENTO NOCHE DE PIE, SURGIDO EN PARIS, SACUDE LA MODORRA DE LA ESCENA POLITICA FRANCESA

Noches jóvenes de protestas y movilizaciones

Desde el pasado 31 de marzo acampan en la Plaza de la República como una forma de continuar las protestas que se iniciaron ese día contra la reforma de la ley laboral promovida por el Ejecutivo dirigido por Manuel Valls.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Ni siquiera de noche el ya soluble socialismo francés duerme en paz. Desde el pasado 31 de marzo, cientos de jóvenes que responden a la consigna Nuitdebut, La Noche de Pie o La Noche Despierto, acampan en la Plaza de la República como una forma de continuar las protestas que se iniciaron ese día contra la reforma de la ley laboral promovida por el Ejecutivo dirigido por Manuel Valls. Un signo más del ocaso de un poder que ha dejado en la sociedad una profunda huella de decepción. Imprecisiones, sondeos en los abismos, retrocesos, incumplimiento de promesas, reformas de clara identidad liberal y crisis en el seno de las corrientes de la izquierda socialista, el mandato ya final del presidente François Hollande es un ramo de flores secas. El movimiento juvenil que plantó sus banderas en la Plaza de la República ha sido calificado por la prensa francesa como un “ovni político” (Le Monde), una suerte de “convergencia de luchas” que se plasmó en torno a la reforma laboral y que traduce en hartazgo y una revuelta en contra de un proyecto político en el cual los jóvenes asumen un alto costo. La juventud reclama “horizontalidad”, pone en tela de juicio el sistema electoral, la politiquería, los estragos que causan las multinacionales y, sobre todo, la falta total de un lazo entre quienes gobiernan y los gobernados.

Este “ovni” prendió en la sociedad como un champignon, se fue extendiendo desde París a otras ciudades de Francia y de Europa al tiempo que sus impulsores crearon una radio, Radio Debout, y un canal de televisión, TV Debout.

Precisamente, el movimiento La Noche de Pie tiene una historia breve pero muy conectada con las grandes reestructuraciones industriales que tanto desempleo provocan. La Nuit Debout se gestó el pasado 23 de febrero durante la proyección de la película Gracias Patrón del periodista François Ruffin. El documental cuenta de forma veraz e irónica las desventuras de una pareja de desempleados, Serge y Jocelyne Klur, despedidos de su trabajo luego de que el grupo multinacional francés LVMH los echara porque trasladó su planta de producción a un país donde la mano de obra es más barata. El debate que acompañó la película, la oposición a ley de reforma laboral y las posteriores manifestaciones articularon un movimiento social inesperado y muy inspirado en lo que ocurrió en España con los Indignados.

De un punto de ruptura, la reforma laboral, la oposición a la realidad política del país se fue extendiendo a otros campos como la refutación del estado de excepción instaurado en Francia luego de los atentados jihadistas del 13 de noviembre de 2015, el permanente discurso anclado en el miedo, la vergonzosa posición europea frente a la crisis de los refugiados o las críticas al modelo de la economía liberal. Las asambleas ciudadanas que organizan los jóvenes siguen los pasos del famoso 15M español y hoy cuentan con la presencia de miles y miles de personas. En los últimos días Nuit Debout ha convocado a otras ciudades del Viejo Continente a unirse a ellos sin renunciar por ello a su filosofía central, que es la “horizontalidad”, o sea, sin un jefe máximo ni vínculo con partido político alguno. La impugnación nocturna del poder no sólo está dirigida al presidente Hollande sino al conjunto de un sistema político en quien la juventud no se reconoce, ni se siente representada.

Al principio, los dirigentes del país apostaron por un paulatino agotamiento de La Nuit Debout, pero ocurrió todo lo contrario. El puñado del principio fue creciendo tal vez porque no haya sentimiento más persistente que el amor o la decepción. En este sentido, François Hollande ha decepcionado hondamente a la sociedad. Gobierno de izquierda con políticas de derecha –la reforma laboral por ejemplo– y una pasmosa ausencia visión del futuro, de retórica constructiva.

En una extensa entrevista análisis publicada por el semanario Le Nouvel Observateur con el sociólogo francés Pierre Rosanvallon, el intelectual destaca que el balance de François Hollande “es bastante sombrío” en un país donde “la izquierda se encuentra en un estado de coma artificial en el cual el gobierno tiene una gran responsabilidad”. De hecho, en su autopsia de la presidencia en curso, el sociólogo se hace eco de las mismas impaciencias manifestadas por la juventud en la Plaza de la República. Rosanvallon explica: “los franceses pueden comprender los sacrificios siempre y cuando tengan un relato que los organice, siempre y cuando compartan una visión que cotidianamente le de sentido a lo que viven. Pero eso es lo que nos falta, eso es lo que la izquierda, dividida entre la dinámica de la adaptación y la autoridad, es hoy incapaz de producir”. La historia se ha dado vuelta. La izquierda, gran productora de sueños y de retóricas de cambio y de futuro, se quedó seca. Sepultó los sueños de millones de personas. La juventud fue a buscarlos y a reclamarlos ahora en el fondo de la noche, allí donde nacen todos los sueños.

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