EL MUNDO › RENUNCIO LA MINISTRA DE EDUCACION DE PARAGUAY, MARTA LAFUENTE
La toma de un colegio despertó protestas similares en un centenar más; también hubo sentadas y marchas para solicitar mejoras en la calidad de la enseñanza, en infraestructura y aumento en el presupuesto para el próximo año.
El encierro de diez alumnos de secundaria en un colegio de Asunción fue el detonante de la renuncia de la ministra de Educación, Marta Lafuente. Un hito en la lucha que los estudiantes festejaron eufóricos luego de una pulseada que fue seguida con atención por todo el país. La salida de la ministra, a quien los alumnos acusan de corrupción y de incumplir sus compromisos, se produjo después de que el martes el grupo de menores de edad ocupara un aula del colegio República Argentina, para negarse a salir hasta tanto Lafuente no abandonara su cargo. La toma despertó protestas similares en un centenar de colegios; también hubo sentadas y marchas para solicitar mejoras en la calidad educativa, en infraestructura y aumento en el presupuesto para el próximo año.
A pesar de la dimisión, alumnos de varios colegios asunceños anunciaron, tras una conferencia de prensa organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios (Fenaes) y la Unión Nacional de Centros de Estudiantes del Paraguay (Unepy), que las movilizaciones no se detendrán. “No estamos conformes con un cambio de cara, queremos un cambio en el sistema educativo”, exigieron. “¡Sí, se pudo! ¡Sí, se pudo!”, coreó un centenar de estudiantes reunidos en apoyo de sus compañeros en la vereda del colegio República Argentina. Muchos iban vestidos con uniformes escolares y con una cinta atada a la cabeza, en la que se leía “Lafuente renuncia”.
Atrincherada en el aula, Brisa Leguizamón, una chica de 17 años, calificó a la renuncia de la ministra como un hecho “histórico y emocionante”. Detrás suyo se amontonaron sillas y pupitres que ayudaron a bloquear las puertas del aula el martes, cuando las clases se suspendieron por una jornada de capacitación y los alumnos decidieron tomar el colegio. Desde entonces, recibieron el apoyo de estudiantes de otros centros educativos, de universitarios y del resto de la sociedad paraguaya, que acercó víveres, agua y mantas, e incluso pasó la noche frente al colegio para impedir que la policía desalojara a los jóvenes. A lo largo de tres días de encierro, la fachada del colegio se cubrió de carteles pintados por los estudiantes, que exhibieron el malestar que azuzó las protestas.
“Nuestra educación se está cayendo a pedazos”, podía leerse en una de las pancartas, que aludía a uno de los principales reclamos de las protestas estudiantiles: una inversión que contribuya a mejorar la infraestructura educativa, ya que muchas escuelas tienen graves desperfectos edilicios.
Reivindicación que se transformó en alarma con derrumbes en varios centros educativos, el último, en el colegio Nuestra Señora de la Asunción, ubicado en la capital, clausurado esta semana por los bomberos después de que su techo colapsara. “Yo nunca estuve metido en política, pero cuando se vino abajo el techo de mi colegio, supe que ya no se podía más, que teníamos que hacer algo urgente”, señaló Darío González, alumno de ese colegio y miembro del grupo de diez estudiantes que participó del encierro.
Sobre la renuncia de la ministra a su cargo, González consideró, del mismo modo que lo hicieron sus compañeros movilizados, que la salida de Lafuente traslada a los paraguayos el mensaje de que “con la unión pueden lograrse los cambios”. Lejos de que la dimisión de la funcionaria calmen los ánimos del movimiento estudiantil guaraní, el alumno asunceño aseguró que las movilizaciones no van a detenerse hasta que el nuevo titular de Educación –de quien todavía no trascendió su nombre– se siente con los jóvenes y se comprometa a cumplir con sus reclamos.
Una de las demandas más apremiante para el movimiento estudiantil pasa por regenerar la cartera educativa, porque “hay mucha gente que trabajaba con la ministra que tampoco hizo las cosas bien, y tiene que salir”, manifestó Brisa Leguizamón. Y exigió la participación con voz y voto de los alumnos en la toma de decisiones en el Ministerio, para controlar que el uso de los recursos públicos destinados a educación sea transparente. Leguizamón pidió también que se mejore el almuerzo escolar, porque en muchos colegios del interior del país no está llegando, o lo que dan es muy poco, y que se refuerce la distribución de libros y material escolar. Lafuente fue cuestionada tras conocerse un caso de sobrefacturación de agua mineral y de otros productos en una licitación en el ministerio, aunque fueron las protestas estudiantiles las que propiciaron su renuncia. Paraguay es uno de los países de la región que menos invierte en educación: destina el 3,5 por ciento de su Producto Interior Bruto, lejos del 7 por ciento que recomienda la Unesco y que demandan las organizaciones estudiantiles.
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