EL MUNDO › EL LABORISTA SADIQ KHAN TERMINO CON OCHO AÑOS DE GOBIERNO CONSERVADOR EN LA CAPITAL BRITANICA
Khan será el primer alcalde de origen musulmán de una capital europea y su victoria es la principal conquista del laborismo en la jornada electoral. Su gran desafío es la resistencia de los conservadores que, después de seis años de austeridad, no recibieron el típico voto castigo.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
El laborismo de Jeremy Corbyn obtuvo una histórica victoria en la Alcaldía de Londres, buenos resultados en Inglaterra y Gales y una desastrosa derrota en Escocia, donde quedó relegado a un tercer lugar. La joya fue el categórico triunfo de Sadiq Khan, primer alcalde de origen musulmán de una capital europea. El gran desafío es la resistencia de los conservadores que, después de seis años de austeridad, no recibieron el típico voto castigo de un a elección de medio término.
Sadiq Khan terminó con ocho años de gobierno conservadoren Londres conquistando el 44 por ciento de los votos, una ventaja de nueve puntos sobre su rival, el multimillonario conservador Zac Goldsmith. Ni la insidiosa campaña de Goldsmith sobre la vulnerabilidad de la capital si se elegía a un musulmán ni los errores de la maquinaria nacional laborista en las últimas dos semanas erosionaron el apoyo que consiguió este abogado especializado en derechos humanos, hijo de un colectivero pakistaní en una ciudad que tiene un 14 por ciento de musulmanes y un 37 por ciento de inmigrantes en su población.
Khan respondió a los ataques conservadores con una campaña centrada en las grandes prioridades de los londinenses: transporte y vivienda. Londres tiene un déficit habitacional calculado en decenas de miles de viviendas en una ciudad de billonarios, con ese corazón de las finanzas globales y los paraísos fiscales que es la City. El precio de la propiedad está por las nubes y el de los alquileres también. Los jóvenes de menos de 35 años sin chances de acceder a la casa o departamento propio tienen su propio apodo: la “generation rent”. El hijo de inmigrantes que creció en los monoblocks municipales sintonizó mucho más con estas necesidades sociales que un multimillonario como Goldsmith. Corbyn saludó su victoria y el desempeño del laborismo. “Decían que íbamos a perder municipios, pero no fue así porque nuestro partido está enfrentando los problemas de nuestra industria, los recortes de los beneficios sociales y los grotescos niveles de desigualdad. Nuestro mensaje es que puede haber otra política económica”, señaló el líder laborista.
La realidad es un poco más compleja. En la elección en 124 municipios ingleses, el laborismo renovaba casi el doble de concejales que los conservadores. El partido de Corbyn mantuvo su mayoría, ganó en algunas zonas del sur de Inglaterra hasta hace poco vedadas a la izquierda como Exeter, pero en el recuento total perdió el control de un municipio y unos 25 concejales. En la Asamblea Autónoma de Gales sigue siendo el partido mayoritario, pero con una caída en la proporción de votantes mientras que en Escocia, cuna del partido y bastión hasta 2010, quedó relegado a un tercer lugar, detrás de los nacionalistas escoceses y los conservadores.
En contraste, los conservadores no salieron mal parados. Acosado por los Panama Papers, por el enfriamiento económico, por conflictos con médicos y maestros, y las profundas divisiones internas en torno a Europa, el primer ministro David Cameron no sufrió un voto castigo que reflejara un atribuladísimo primer año de gobierno con mayoría propia. El segundo puesto en Escocia de la mano de una carismática líder, la abiertamente gay Ruth Davidson, es su punto más alto: la derrota en Londres el golpe más duro. En Inglaterra perdieron unos 36 concejales, pero la gran noticia es que evitaron un derrota apabullante a seis semanas del referendo sobre la permamencia o salida de la Unión Europea que puede decidir el futuro del primer ministro.
La incapacidad para asestar un golpe demoledor a Cameron es una señal de la considerable distancia que le falta recorrer al nuevo proyecto de la izquierda laborista para poder ganar las elecciones de 2020. Al mismo tiempo, el resultado está lejos de la debacle que predecía (y deseaba) la derecha partidaria. En esta suerte de empate técnico, la derecha volvió ayer a la carga. El ministro en la sombra por Escocia, Ian Murray, señaló que los británicos no ven al laborismo de Corbyn “como una alternativa de gobierno para 2020”. Un diputado, David Winnick, exhortó a Corbyn a renunciar. “El partido está en crisis. Jeremy tiene que decidir si su liderazgo ayuda o entorpece. Toda la evidencia muestra que entorpece”, señaló. Tim Roache, secretario general del GMB, uno de los sindicatos más poderosos del Reino Unido, exhortó a la unidad. “La gente no quiere un partido desunido. Es hora que la derecha partidaria le de una oportunidad a Corbyn. Con lo que están haciendo, perjudican al partido y a los trabajadores”, señaló.
El desempeño electoral podría haber sido mejor si sectores de la misma izquierda laborista no insistieran en marcar goles en contra. Los últimos diez días de campaña se vieron eclipsados por acusaciones de antisemitismo contra el partido de Corbyn a raíz de las declaraciones del ex alcalde de Londres, Ken “el Rojo” Livingstone, sobre una presunta coincidencia política entre el sionismo y Adolfo Hitler a principios de los 30. No era el tema más candente para los británicos, pero con esa comparación consiguió que los medios debatieran durante días si el partido, de larga tradición antiracista y igualitaria, era antisemita. Corbyn calmó las aguas con la formación de una comisión independiente para investigar las alegaciones, pero está claro que un proyecto de izquierda en un país moderado y políticamente escéptico como el Reino Unido no se puede permitir resbalones políticos autoinfligidos de esta naturaleza.
La relativa satisfacción de Cameron antes estos resultados tiene una posible fecha de vencimiento. El 23 de junio los británicos tienen que decidir si siguen en la Unión Europea o se convierten en el primer miembro en abandonar el bloque. Cameron cuenta con el apoyo de la City, el empresariado, sectores de los conservadores, el resto de la clase política y medios como el The Economist y el Financial Times. En su reciente visita al Reino Unido, el mismo Barack Obama respaldó el sí a Europa advirtiendo que el Reino Unido podría esperar una década para poder firmar un tratado de libre comercio bilateral con Estados Unidos si abandona la UE. Pero nada despierta pasiones entre los británicos como el tema europeo. Ambos campos están cabeza a cabeza en las encuestas. La tregua por las elecciones del “superjueves” se acabó: a partir de ahora recomienza la guerra interna conservadora en torno a Europa.
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