EL MUNDO › OPINION
› Por Guillermo Makin *
Desde Londres
Como se acostumbra en el Reino Unido el jueves 5 de mayo tuvieron elecciones. Esta vez fueron municipales y regionales.
Escocia renovó su parlamento y por tercera vez le da la mayoría el SNP, el partido nacionalista escocés que busca la independencia escocesa. El partido laborista, antes dominante en Escocia, lo que le permitía formar gobierno a nivel nacional por el numeroso contingente de diputados laboristas, salió tercero, detrás del conservadurismo antes execrado y sin representación en Escocia.
Pero en Inglaterra, Gales y en Londres el nuevo líder laborista, Jeremy Corbyn, fuertemente apoyado por miles de afiliados nuevos al laborismo, pero vilipendiado por los restos del blairismo, consolidó su posición como jefe del partido laborista.
Sadiq Khan, un aliado de Corbyn, casi seguro será el gobernador/alcalde de Londres. Necesita el 50 por ciento de los votos y totaliza 44 por ciento, bien adelante del candidato conservador Zac Goldsmith, hijo de un multimillonario, que sólo llega a 35 por ciento llegada la noche del viernes 6.
Khan, mahometano, el hijo de un colectivero paquistaní, será entonces el alcalde de Londres, fiel expresión de una ciudad multirracial, pese a una sucia campaña que alegaba (falsamente) que Khan y Corbyn eran antisemitas.
Al conocerse las cifras en todo el país, Corbyn dijo que reconstruirá el partido en Escocia y hará campaña en Inglaterra para enfrentar, dijo, “el grotesco nivel de desigualdad” generado por las políticas conservadoras.
La consolidación de Corbyn le interesa a nuestro país, dado que como consecuencia del eficaz accionar de la ex-embajadora Alicia Castro, Jeremy Corbyn se declaró públicamente en el programa de Andrew Marr en la BBC TV, partidario de negociaciones con nuestro país sobre las islas “respetando los derechos de los isleños pero no se puede continuar así” concluyó. El nuevo embajador argentino, Carlos Sersale, persigue vivamente esta posibilidad inédita y me dijo que se vería próximamente con Corbyn.
Pese a que ya cerró el comicio, aunque no el recuento de votos dado que en Londres hay problemas con el escrutinio, los británicos seguirán inmersos hasta junio en un inéditamente prolongado el clima eleccionario. Las campañas electorales británicas duran 4 semanas por lo general.
Ocurre que el 23 de junio se lleva a cabo el plebiscito para consultar al electorado si el Reino Unido sigue en la UE o no. No parece probable que ganen los que promueven la salida del RU de la UE por las encuestas y los apoyos empresariales e internacionales que buscan que el Reino Unido siga en la UE. En su visita de Estado hace dos semanas el presidente estadounidense Barack Obama intervino con total desparpajo en política la británica. Dijo que no le convenía al Reino Unido irse. Las encuestas le dan un leve ventaja a los partidarios de seguir en la UE, los creyentes en el “Remain”.
Sigue el suspenso preelectoral entonces, lo que pone de muy mal humor a los británicos, poco acostumbrados a compañas tan largas.
* Doctor en Filosofía por la Universidad de Cambridge.
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