EL MUNDO › UN PROFESOR QUE HACíA ECUACIONES EN UN AVIóN DE AMERICAN AIRLINES SE CONVIRTIó EN SOSPECHOSO
“La señora me miró, miró la misteriosa fórmula que había escrito y sacó la conclusión de que yo no era del todo bueno. La América de Trump ya está aquí”, escribió Guido Menzio sobre su experiencia en el avión.
El hombre garabateaba cosas inentendibles en su libreta. A su compañera de asiento los signos la pusieron sobre aviso. Hasta tal punto que la mujer, que leyó en esas líneas rectas y curvas alguna orden para hacer explotar el avión, pidió asistencia a la tripulación del vuelo de American Airlines, que volaba desde Filadelfia a Syracuse, pensando que el hombre que estaba sentado a su lado era miembro de alguna célula terrorista. El vuelo de la aerolínea norteamericana estuvo una hora y media varado hasta que las autoridades comprobaron que el supuesto atacante, en realidad, era Guido Menzio, un joven de origen italiano que se gana la vida como profesor de economía de la Universidad de Pensilvania. Su delito: hacer ecuaciones preparando una ponencia, mientras el avión calentaba motores para carretear y levantar vuelo.
En tiempos de temores azuzados hacia lo diferente por las cadenas de televisión y por impresentables candidatos presidenciales como Donald Trump, la pasajera –de la que no trascendió su nombre– alertó a American Airlines. La aerolínea, a su vez, confirmó que la mujer había expresado sus sospechas sobre Guido Menzio, que finalmente resultó ser un profesor universitario. Como argumento para iniciar el viaje, señalaron desde la empresa, la mujer sostuvo que se encontraba demasiado enferma para seguir en el vuelo. En su “descargo”, Menzio señaló que había comprado pasaje para volar de Filadelfia a Syracuse el jueves por la noche y resolvía una ecuación diferencial relacionada con un discurso que iba a pronunciar en la Universidad Queen’s en Ontario, Canadá.
“Increíble... Vuelo desde Filadelfia a Syracuse sale a pista, listo para despegar. La pasajera sentada a mi lado llama a la azafata, le pasa una nota. La azafata vuelve y le pregunta si se siente bien para despegar o está muy enferma. Esperamos. Volvemos a la puerta de embarque. La pasajera sale. Esperamos más”, escribió en Facebook. Luego, contó que el piloto se acercó a él y le pidió salir del avión. “Entonces me citan con un hombre de traje negro al estilo FBI. Me preguntan por mi vecina de asiento. Les digo que no había notado nada extraño. Me comentan que ella pensaba que yo era un terrorista porque estaba escribiendo cosas extrañas en un bloc de notas. Me río. Les enseño mis notas de matemáticas”, continuó el relato.
Sobre la situación, el profesor de economía señaló que pudo ser “un poco graciosa” y “un poco preocupante”. “La señora me miró, miró la misteriosa fórmula que había escrito y sacó la conclusión de que yo no era del todo bueno. Por ello, el vuelo fue retrasado una hora y media. La América de Trump ya está aquí. Aunque aún no esté en el poder. En lo que a mí se refiere, resistiré”, sentenció Menzio.
Por esas cosas de las redes sociales, y aunque la explicación de Menzio sobre el papelón cometido por la aerolínea estaba restringida a sus contactos en Facebook, bastó una captura de pantalla de esa publicación tomada por Susan Dynarski, profesora en la Universidad de Michigan, para que la historia saltara a Twitter el sábado y, desde allí, fuera retuiteada por 4400 usuarios de esa red social.
La aerolínea norteamericana también hizo su descargo sobre el episodio. Según explicó a The Washington Post Casey Norton, vocera de American Airlines, la tripulación sólo se limitó a apegarse al reglamento que este tipo de casos demanda. Es decir, cuando un pasajero se siente “indispuesto” o entra en conflicto con otro, señaló Norton, la tripulación trata de hablar con ambos pasajeros y encontrar una solución pacífica.
Por su parte, el profesor universitario le contó al periódico estadounidense que “en todo momento fue tratado de forma respetuosa”, pero alertó sobre lo que puede ocurrir si la opinión de cualquier pasajero es tenida en cuenta. Especialmente, dijo Menzio, habría que prestar atención en un contexto en el que el protocolo de seguridad es tan estricto, en el sentido de que “una vez que salta la voz de alarma todo se detiene” y “se confía en apreciaciones personales que pueden ser totalmente infundadas”.
En sus declaraciones a The Washington Post, tal como opinó en su post de Facebook, Menzio vinculó la situación que le tocó atravesar con el discurso antiinmigración de Trump: “¿Qué podría prevenir una epidemia de paranoia? Es difícil no reconocer en este incidente los valores de la base electoral de Trump”, señaló el profesor.
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