EL MUNDO › EL JEFE INTERINO DE DIPUTADOS ANULó LA VOTACIóN DEL JUICIO POLíTICO, PERO EL SENADO SEGUIRá ADELANTE
“Vivimos una coyuntura de muchas mañas y artimañas políticas”, dijo Rousseff luego de enterarse de la impugnación de la sesión de abril que aprobó el inicio del juicio político. Faltaba aún la respuesta de la Cámara alta.
› Por Darío Pignotti
Dilma soltó ayer una carcajada que no se le veía desde hace tiempo cuando supo que en Diputados habían anulado la votación del impeachment orquestada por Eduardo Cunha. La impugnación propuso extinguir los efectos de la recordada sesión del domingo 17 de abril en la que decenas de pastores y policías con impunidad parlamentaria, fieles a Cunha, dedicaron el sufragio a Dios, a sus esposas y hasta un represor de la dictadura. La resolución de la Cámara baja, que horas más tarde sería rechazada en el Senado, desató el entusiasmo del público asistente a un acto donde se anunció la creación de cinco universidades federales.
“Quedate querida”, “Dilma Guerrera de la Patria Brasileña” cantaron los estudiantes y profesores mientras Dilma por momentos reía, y por momentos llamaba a la compostura. “Supe recién ahora igual que todos ustedes a través del teléfono celular que el proceso (impeachment) está suspendido, yo todavía no tengo esa información oficial” comentó, sin hacerse oír.
“Por favor un poco de calma, después sigan cantando” propuso al público al que explicó “estoy sin garganta” a fuerza de pronunciar discursos diariamente en los que denuncia, como lo hizo ayer, “este golpe”. “Los alemanes distinguen entre golpes calientes, que son los armados, y los fríos que usan argumentos aparentemente legales para deponer a un presidente legítimamente electo, por eso este es frío”.
“Amigos no puedo fingir que no sé lo de (la anulación) del impeachment, pero esto todavía no es oficial, no sé las consecuencias, vivimos una coyuntura de muchas mañas y artimañas políticas”, explicó y reiteró su llamado a la “calma” poco antes de dejar el salón en el segundo piso del Planalto.
De allí se dirigió a su despacho, del tercer piso, donde mantuvo una reunión con el abogado general de la Unión, José Eduardo Cardozo, y otros ministros, mientras abajo seguía la fiesta.
En ese momento la oposición conservadora y los medios estaban desorientados y era evidente que fueron sorprendidos con la guardia baja en momentos en que suponían que la caída de Dilma ya era cosa juzgada y dirigían su atención al gabinete del futuro presidente interino Michel Temer. Que ayer suspendió por un momento sus reuniones para deplorar, a través de un vocero, la impugnación del impeachment.
Como ocurre cada vez que Dilma parece afirmarse la Bolsa de Valores reacciona mal y ayer llegó a bajar 2 puntos y el dólar subía casi 1,6 por ciento.
La iniciativa de impugnar aquella sesión de abril que aprobó el juicio por rotunda mayoría opositora partió de Waldir Maranhao, devenido presidente interino de Diputados luego de que el Supremo Tribunal Federal suspendió indefinidamente del cargo a Eduardo Cunha ante las evidencias que lo señalan como uno de los hombres importantes de la trama de corrupción en Petrobras y por haber transformado al Legislativo en un aparato sometido a sus intereses. Así fue en diciembre del año pasado cuando Cunha inició el juicio político como forma de presión contra la presidenta a pesar de carecer de pruebas que le imputen algún crimen de Estado.
Pero ahora con el ex hombre fuerte abatido comenzó a fragmentarse la gavilla de parlamentarios que antes le respondía a cambio de favores económicos o por complicidad delictiva. Aparentemente ese es el caso del nuevo titular de la Cámara Baja Maranhao. El ignoto diputado que ayer saltó a la fama era parte de la tropa obediente a Cunha.
Al promediar la tarde el jefe del Senado Renán Calheiros rechazó el pedido de su colega de Diputados, dando continuidad a la agenda que prevé comenzar a votar mañana la destitución de la presidenta en el Plenario de 81 senadores. Según el conteo de los diarios la oposición tiene entre 50 y 51, y sólo necesita 41 para que la presidenta salga del gobierno mientras se sustancia el juicio.
El sobresalto de ayer tal vez no impida que se realice la votación, Dilma tenga que tomar licencia por 180 días y Temer ocupe la oficina del jefe de Estado.
De todos modos el acontecimiento mostró lo que pudiera ser un cambio de ánimo social: ayer por la noche se registraban algunas manifestaciones contra Dilma pero en un primer momento no parecían ser tan multitudinarias como las de meses atrás. Acaso porque parte del público que detesta a la presidenta y defiende la guerra santa contra la corrupción está decepcionada al saber que su cruzada desembocó en la posible presidencia de Michel Temer, en cuyo futuro gabinete menudean los ministros con prontuario.
En las primeras horas de la noche de ayer, cuando se cerraba este texto, manifestantes a favor y contra de la presidenta protestaban frente al Congreso, separados por el Muro de Berlín, reinstalado para evitar choques.
A la misma hora circulaban versiones sobre la posibilidad de que, tal como lo había sugerido el abogado general Cardozo, se presente una medida cautelar ante el Supremo Tribunal Federal. Esa acción tal vez no logre frenar el inicio del juicio pero sí sumará más argumentos al debate, jurídico y político, que cuestiona el despropósito de un proceso contra alguien que no delinquió motorizado por alguien de lo hace de forma profesional.
Realista, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva comentó ayer que el pedido de anulación realizado por el diputado Maranhao nos “permite ganar tiempo”, en una guerra política de lago aliento a ser librada dentro y fuera de Brasil, donde están informados de las anomalías del proceso destituyente.
Ayer durante una conferencia de prensa el abogado Cardozo insinuó, al menos tres veces, que si su denuncia sobre los “vicios” del proceso no prospera en el Supremo Tribunal Federal puede llevarla ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuyo presidente, Roberto Caldas, se encontraba en Brasilia. El magistrado viajó a la capital junto al secretario general de la OEA, el diplomático uruguayo Luis Almagro, quien ya expresó su preocupación ante la baja intensidad democrática brasileña. Un tema al que están también atentos el ex canciller argentino Jorge Taiana, actual presidente del parlamento del Mercosur, quien ayer se reunió con Dilma, y el papa Francisco, que reza por Brasil, según contó el cardenal de Río de Janeiro Oraní Tempesta.
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