EL MUNDO › REUNION CONTRA LA CORRUPCION EN LONDRES
Hay que transparentar a los verdaderos dueños de las offshore, es lo que establece la declaración de esta reunión en un país relacionado con el 24 por ciento de esta actividad en el mundo.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En el corazón de Londres, que con sus territorios de ultramar y las dependencias de la Corona controlan un 24 por ciento de los servicios financieros offshore, el primer ministro David Cameron inauguró ayer una cumbre para combatir a la corrupción mundial a la que calificó de “cáncer”. Con más de 40 representantes de distintos países, la presencia del FMI y el Banco Mundial, y la ausencia de paraísos fiscales clave como la British Virgin Islands o emblemáticos como Panama, la conferencia encarnó el pecado más común de este tipo de eventos: mucho ruido y pocas nueces. Con su bien reconocido arte para desvestir un santo y vestir a otro, el gobierno británico anunció un acuerdo con Francia, Holanda, Afganistán, Nigeria y Kenia para crear un registro de los beneficiarios reales de las compañías, iniciativa que no incluye al núcleo duro de los paraísos fiscales: dependencias como las islas Caimán o Jersey.
Con la presencia del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y mandatarios de Colombia, Noruega, Afganistán, Nigeria y Sri Lanka entre otros, la conferencia tuvo ese aire cosmopolita e internacional que transmite determinación y poder. En el comunicado se podían ver las huellas de los Panama Papers por el peso discursivo de temas clave de los paraísos fiscales, como las empresas fantasmas y sus testaferros. “Como muestran los hechos recientes de público conocimiento, tenemos que tomar una firme acción colectiva para saber quiénes son los dueños reales de las compañías e impedir el flujo financiero ilícito”, señala el comunicado.
Estos “hechos recientes” salpicaron de lleno al mismo Cameron, quien tuvo que reconocer el mes pasado que se había beneficiado con la venta de sus acciones en la compañía que su padre, Ian, tenía en las British Virgin Island. Pero la “firme acción colectiva” prometida se limitó a la creación de un registro de beneficiarios reales de compañías entre seis países muy dispares, “paso positivo pero totalmente insuficiente para un problema internacional”, según el veredicto de las organizaciones que luchan por la transparencia fiscal.
Con esa soltura de cuerpo que caracteriza a algunos británicos, Cameron cometió la gaffe de la semana durante una charla informal este martes con la reina Isabel II y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, al decir, sin darse cuenta de que lo estaban grabando, que a la cumbre venían países “fantásticamente corruptos como Nigeria y Afganistán”. En su defensa la prensa británica recordó que Afganistán está en el lugar 167 del ranking de corrupción de Transparencia Internacional, que mide las percepciones que tienen las multinacionales de los gobiernos: Nigeria se encuentra en el 136. Los mismos medios olvidaron puntualizar que Transparencia Internacional coloca en los primeros 15 lugares de países menos corruptos a grandes paraísos fiscales como Suiza (número 7), Luxemburgo y Reino Unido (10) y Estados Unidos (16).
Las cosas cambian sideralmente si se analiza el Indice del Secreto Financiero de Tax Justice Network (Red de Justicia Fiscal). Suiza se encuentra en primer lugar, Luxemburgo en sexto y el Reino Unido en decimoquinto aunque, como lo reconoce la organización, “si se le suman los territorios de ultramar y las dependencias de la Corona, los británicos estarían en primer lugar. “La realidad es que si el Reino Unido quisiera y si contara con la voluntad política de Estados Unidos, podría terminar con los paraísos fiscales en un abrir y cerrar de ojos”, señaló recientemente a Página/12 el director de Tax Justice Network John Christensen.
La cautela de las organizaciones que luchan por la transparencia fiscal ante comunicados rimbombantes es más que lógica. En la cumbre del G20 en Londres en 2009 el entonces primer ministro Laborista Gordon Brown declaró que la “era de los paraísos fiscales está terminada”. Como se ve nada de eso sucedió. Tampoco se concretó esa “refundación del capitalismo” que prometió Nicholas Sarkozy. Más bien los archivos del HSBC en Suiza, los Luxleaks de 2014 y los Panama Papers han dejado en claro que no hay novedad en el frente. “John Kerry habló de la necesidad de terminar con el secreto financiero sin mencionar una vez los paraísos fiscales en Estados Unidos. El Reino Unido también fracasó al no convencer a sus territorios de ultramar y dependencias de la corona para que avancen hacia la transparencia. A pesar de esto consideramos que hay una fuerza global para avanzar en la dirección correcta”, señaló a Página/12 Alex Cobham director de investigaciones de Tax Justice Network.
En este contexto puede sorprender ese derecho que se arrogan tanto el Reino Unido como Estados Unidos de mirar a muchos países del resto del planeta como “fantásticamente corruptos”. David Whyte, editor de “How corrupt is Britain?”, señaló a Página/12 que el “mito” de esta autopercepción británica se basa en una distinción. “Esta conferencia tiene que ver con esa imagen que tiene el Reino Unido de sí mismo como modelo de probidad y democracia. En este sentido, convendría diferenciar la corrupción individual de la institucional. En la individual hablamos de coimas. No es que no existan en el Reino Unido, pero no es lo más saliente. Lo que sí encontramos es corrupción institucional. La City, la policía incurren en prácticas corruptas para el beneficio de la institución y de los individuos que pueden ascender laboralmente en su interior. Un caso típico son las cuatro grandes firmas contables que ayudan a compañías a prácticas de elusión y evasión fiscal, es decir, a tratar de cumplir con la letra de la ley para pervertir su espíritu. Otro ejemplo es la City y su relación con los paraísos fiscales. No queremos reconocer que este tipo de corrupción está en el corazón de nuestra historia y nuestro presente”, indicó Whyte.
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