EL MUNDO › EL PRESIDENTE INTERINO DE BRASIL, PREOCUPADO POR LA ECONOMIA
El hombre que fue vice de Rousseff dijo que llegó al gobierno en medio de “una gran conjugación de problemas”. Hoy el desempleo es del 11 por ciento y el PIB se contrajo 5,4 por ciento en el primer trimestre en comparación con el mismo período del año pasado.
Michel Temer, acusado por Dilma Rousseff de ser uno de los ideólogos del proceso destituyente, volvió a pedir confianza a los brasileños en las medidas económicas ortodoxas.Y pidió hacer sacrificios. En un discurso pronunciado durante el acto en el que asumieron nuevos funcionarios, Temer dijo que llegó al gobierno en medio de “una gran conjugación de problemas, ocasionada por errores que comprometieron la gobernabilidad y la calidad de vida de nuestra gente”, en referencia a la gestión de Rousseff, suspendida por 180 días y a la espera de enfrentar un juicio político. Temer era el vicepresidente de ese gobierno.
El Producto Interno Bruto (PIB) brasileño se contrajo 5,4 por ciento en el primer trimestre en comparación con el mismo período de 2015, informó ayer el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE). Según datos de este organismo, el desempleo alcanzó el indicador máximo en el trimestre febrero-abril, al registrarse casi 11,4 millones de trabajadores desocupados, equivalentes a 11,2 por ciento.
El presidente interino abonó las cifras el mismo día que se difundieron. “Hoy tenemos más de 11 millones de desempleados, la inflación bajo vigilancia, un déficit que en realidad llega a 170.000 millones de reales (unos 42.220 millones de dólares) y ese es el escenario en que asumimos el gobierno”, advirtió. Temer dijo que no pretendía hablar de herencias, porque busca cambiar esa idea de que el pasado es responsable del presente, pero sí aclaró que “es necesario evitar que eventuales oportunistas” le achaquen los errores anteriores.
Asimismo, el mandatario interino aseguró que, con solo veinte días en el cargo, está en condiciones de “presentar al país una nueva agenda positiva de reconstrucción nacional” y negó que vayan a aplicarse recortes en los programas sociales. Defendió además la decisión de reducir de 31 a 24 el número de ministerios y la búsqueda de una nueva meta de déficit fiscal, a la que calificó de realista. Temer insistió en que para salir de la crisis “es preciso recuperar la confianza de los brasileños en su futuro, reencontrar el camino del crecimiento y la generación de empleos de calidad”, y pidió para eso un “compromiso con la unión del país”.
En el acto, el economista Pedro Parente asumió la presidencia de Petrobras, empresa que se ubica en el centro del mayor escándalo de corrupción descubierto en el país, sobre cuya investigación Temer dijo que no existe ninguna posibilidad de interferencia del Ejecutivo. La presidencia del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), la mayor entidad financiera de fomento del país, fue asumida por María Silvia Bastos Marques, y la jefatura del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), por Ernesto Lozardo. También ocuparon su cargo los nuevos presidentes de las dos mayores instituciones financieras públicas, el Banco do Brasil y la Caixa Económica Federal, Paulo Rogério Caffarelli y Gilberto Occhi, respectivamente.
En cuanto a la balanza financiera brasileña, ayer se supo –a partir de los datos difundidos por el IBGE– que en comparación con el último trimestre del año pasado, la contracción económica en los tres primeros meses de 2016 fue del 0,3 por ciento. Estas cifras confirman las previsiones pesimistas de los analistas, que para este año esperan una contracción cercana a la del año pasado, cuando la economía del país cayó 3,8 por ciento, su peor resultado en los últimos 25 años.
Según los porcentajes divulgados por el organismo estatal, la caída del PIB en el primer trimestre, frente a los tres primeros meses de 2015, fue provocada principalmente por el descenso del 7,3 por ciento de la producción industrial. La contracción de este año puede ser aún peor si se toma en cuenta que, en los últimos doce meses hasta marzo, el PIB brasileño acumuló una retracción del 4,7 por ciento, casi un punto porcentual por encima del crecimiento negativo del año pasado.
Se trata de la mayor contracción acumulada por Brasil en un año desde que el indicador comenzó a ser medido con los actuales criterios en 1996. De mantenerse tal tendencia, la economía brasileña, en recesión desde 2015, encadenará dos años seguidos de crecimiento negativo, por primera vez, desde la década de 1930.
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