EL MUNDO
¿Vinieron a imponer la democracia? La queremos ya, en elección directa
Los chiítas, que constituyeron la base de apoyo silencioso a los planes de Estados Unidos de democratizar a Irak, salieron a manifestar ayer contra un esquema que no les garantiza la victoria automática.
Por Jorge Marirrodriga*
Desde Bagdad
Decenas de miles de personas se manifestaron ayer por las calles de Basora, a 549 kilómetros al sur de Bagdad, contra los planes de transferencia de poder propuestos por la administración estadounidense en Irak. Se trató de una nueva manifestación de fuerza chiíta que, en una ciudad donde las manifestaciones de las últimas semanas se han saldado con una docena de muertos, congregó a más de 30.000 personas que desfilaron sin que se produjera el más mínimo incidente.
Los manifestantes respaldaron la exigencia del gran ayatola Alí Sistani, el líder religioso chiíta más importante para que se elija un Parlamento iraquí en unas elecciones directas, y rechazaron con gritos y pancartas los planes del administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, que prevé un Parlamento provisional designado mediante elecciones parciales. Dicho Parlamento elegirá un gobierno y ambos tendrán en sus manos todos los poderes a partir del próximo 1º de julio, según el plan estadounidense, que contempla una salida ordenada diseñada para evitar toda impresión que recuerde a la catastrófica evacuación por helicóptero de la embajada norteamericana en Vietnam del Sur, en 1975.
“¡No a América y sí a Sistani!”, gritaban miles de chiítas mientras exhibían pancartas en árabe e inglés en las que, entre otras cosas, se decía que el pueblo iraquí quiere un Parlamento elegido y no designado. La exigencia no es nueva y fue esgrimida por los partidos islámicos chiítas desde la formación del actual gobierno provisional en julio de 2003. Los chiíes representan el 60 por ciento de la población iraquí y unas elecciones generales con representación proporcional les darían una mayoría aplastante en el Parlamento, algo visto con recelo, cuando no con abierta hostilidad, por parte de otras minorías, especialmente la sunnita, favorecida por la dictadura de Saddam Hussein. Bremer ya ha señalado varias veces en público que, en las condiciones actuales de inseguridad y desorganización del país, no es posible celebrar unos comicios de esas características con unas mínimas garantías democráticas.
Numerosos retratos de Sistani y del fundador del chiísmo, Alí, el yerno de Mahoma, fueron enarbolados por los asistentes a la manifestación. Sistani, considerado el máximo sabio del chiísmo y cuya residencia está en Nayaf –precisamente donde está enterrado Alí–, se ha mantenido al margen del proceso de transición hablando sólo en muy contadas ocasiones. Las dos primeras fueron para prohibir los saqueos y pillajes tras la caída de Saddam y para prohibir cualquier forma de violencia contra las tropas estadounidenses y de otras nacionalidades. Ambas fueron seguidas al pie de la letra. El domingo pasado, Sistani volvió a hablar para decir que “si el Parlamento provisional se forma mediante un mecanismo que no tenga la legitimidad necesaria, no será posible que el gobierno pueda hacer nada útil”, lo que significa un claro rechazo al método de elecciones parciales previsto por Bremer, pese a las declaraciones apaciguadoras que éste ha hecho respecto del ayatola. El problema ahora es que para millones de chiítas el asunto ya no tiene discusión ni vuelta atrás. “No se trata de estar contra los americanos, sino que se trata de seguir las instrucciones del gran ayatola”, señalaba en Bagdad Alí Yabram, miembro del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (CSRII).
Si los chiítas bloquean el proceso todo el plan de transición puede verse abocado al fracaso en un momento en que el proceso de descomposición de la sociedad iraquí es tal que prácticamente todas las partes coinciden en que no hay tiempo para nuevos calendarios y que el traspaso de poderes debe realizarse sin más dilación. De hecho el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que el próximo 19 de enero se reunirá en Nueva York con algunos de los miembros más importantes del gobierno provisional, podría enviar un mensaje en los próximos días al gran ayatola tratando de convencerlo de que las elecciones generales no son posibles ahora.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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