EL MUNDO › EL ATENTADO EN FRANCIA DEJO UN SALDO DE 84 MUERTOS Y 54 PERSONAS QUE PELEAN ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
Nadie sabe aún si el autor del atentado, el tunecino Mohamed Bouhlel, es un enfermo mental o un jihadista profeso.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La aberrante trivialidad del horror volvió a golpear el corazón de una sociedad. ¿Hasta cuándo? Un demente solitario fichado como violento y aficionado al juego o un obediente soldado del Estado islámico cometió el 14 de julio el atentado más sangriento que se haya producido en Europa desde los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París que dejaron un saldo de 130 muertos. En Marzo de 2016 hubo el atentado en el aeropuerto de Bruselas (32 muertos) cometido por el mismo grupo perteneciente a la red del Estado Islámico. El de Niza, dejó un saldo 84 muertos, entre ellos 10 niños y adolescentes, y 54 personas en estado de “urgencia absoluta”, o sea, entre la vida y la muerte.
Sin embargo, nadie sabe aún si el autor del atentado, el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel, de 31 años, es un enfermo mental o un yihadista profeso. Nada hay en su vida nada que lo ligue de una u otra manera al Estado Islámico. Hasta este 14 de julio, era sólo un tunecino, chofer de camiones, establecido en Niza, conocido por un par de delitos comunes y un comportamiento violento. Había alquilado el camión de 19 toneladas que lanzó contra la multitud y debía devolverlo el 13 de julio. Contrariamente a la costumbre, ni el Estado Islámico ni Al Qaeda en la península islámica han reivindicado el atentado hasta el momento. Las autoridades policiales mantienen un perfil tanto más prudente sobre su posible filiación con la galaxia radical sunita cuanto que recuerdan el precedente de diciembre de 2014, cuando un automovilista hirió en Dijon a 13 personas atropellándolas con su auto mientras gritaba “Allah Akbar”. El hombre había estado más de 150 veces en un hospital psiquiátrico.
Lo que si es cierto es que la forma de actuar responde a los dictados del Estado Islámico. En septiembre de 2014, casi tres meses después de la proclamación del Califato, el portavoz del Estado Islámico, Abu Mohamed Al-Adnani, había llamado a sus simpatizantes a eliminar a los “cruzados” incluso “aplastándolos con los autos”. Mohamed Lahouaiej Bouhlel estaba en instancias de divorcio y sólo había sido condenado una vez debido a una pelea durante un accidente de tránsito. En su casa, la policía no encontró ni literatura, ni videos islamistas. El Ministro francés de Interior, Jean-Jacques Urvoas, confirmó que el terrorista “carecía” de relaciones con cualquier actividad islamista radical.
El Fiscal de París y juez antiterrorista François Molins también precisó que el hombre era “un desconocido” para los servicios de inteligencia y que nunca había sido objeto de una investigación por “radicalización”. Dentro del camión se encontraron fusiles falsos Kalachnikov M16, una granada ficticia y una pistola. Demente o afiliado secreto al terrorismo islamista radical, Mohamed Lahouaiej Bouhlel eligió un día lleno de símbolos para cometer su asesinato de masa :el 14 de julio es el día de la fiesta nacional francesa, un momento de convergencia y unidad entre los ciudadanos, el poder político y el Ejército. La tesis más plausible gira en torno a los ya conocidos lobos solitarios capaces de cometer actos de barbarie motivados por la profusa propaganda islamista que el Estado Islámico difunde a través de internet.
Mohamed Lahouaiej Bouhlel logró circular dos kilómetros con su camión atropellando todo lo que encontraba a su paso. Algunas personas salvaron su vida arrojándose al mar a lo largo del Paseo de los Ingleses. Sólo cuando pudo ser abatido por la policía su cacería sangrienta llegó a su fin.
El atentado coincidió, con alguna horas de diferencia, con la decisión tomada por el presidente francés, François Hollande, de levantar el próximo 26 de julio el estado de excepción que estaba vigente en Francia desde los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París. “No se puede estar de manera permanente en estado de excepción”, había dicho el mandatario durante la tradicional intervención televisiva del 14 de julio. En ese espacio, Hollande había reiterado también la necesidad de incrementar los ataques de la alianza contra el Estado Islámico en sus feudos de Irak y Siria, donde ha perdido terreno: “debemos golpear cada vez más fuerte”, había dicho el mandatario cuando reveló que enviaría más armas y asesores militares para respaldar al ejército Iraquí.
Antes de la matanza de Niza, Francia había desplegado a 10. 000 militares en todo el país para garantizar la seguridad durante la Eurocopa de Fútbol que terminó el domingo pasado. Sólo faltaba que el próximo 26 de julio acabase la vuelta ciclista a Francia, el Tour, para que el dispositivo pasara a 7000 hombres y se levantara el estado de excepción. Todo ha cambiado. François Hollande anunció ayer que esa medida sería prolongada por un plazo de tres meses más. En todo momento, Francia se había preparado para ser objeto de uno o varios atentados de masa con un nuevo tipo de “arma”.
En mayo de 2015, Patrick Calvar, el responsable de los servicios de inteligencia interior, había adelantado la posibilidad de que el Estado Islámico lanzara en Francia “un nuevo tipo de ataque” en lugares públicos con el propósito de “propiciar un clima de pánico”. Mohamed Lahouaiej Bouhlel le dio la razón en Niza: alquiló un camión de 19 toneladas y lo lanzó contra la multitud según la metodología empleada por los terroristas suicidas en Siria e Irak.
Occidente exportó sus bombas, sus errores garrafales y su cruzada democrática en Medio Oriente y aquellos hijos de la cruzada occidental exportan hoy su odio y su locura sembrando el horror sin límites. Aeropuertos, estadios de fútbol, bares y teatros, medios de comunicación, supermercados judíos, y, ahora, una multitud. La venganza macabra contra un país que no participó en la Guerra de Irak de 2003 montada con mentiras por el ex presidente norteamericano Georges Bush y su aliado de Gran Bretaña, el ex Primer Ministro Británico Tony Blair. Aquella aventura militar fundadora de los desastres de hoy encontró un férreo e irrenunciable adversario en la posición del ex presidente francés Jacques Chirac, quien lideró el brazo no armado que se se negaba a incluirse en ese conflicto demencial contra un dictador como Saddam Hussein que, durante décadas, había sido un permanente aliado de los intereses occidentales en la región, sobre todo de cara a la confrontación con Irán.
Francia está hoy comprometida en tres frentes militares exteriores contra el yihadismo, y uno interior :Malí, Irak y Siria. En su territorio, París hizo aprobar una ola de leyes antiterroristas mediante las cuales legalizó el empleo de las nuevas tecnologías para espiar a cualquier ciudadano sin control judicial alguno. Hasta ahora Francia, ha sido el país que sufrió con más frecuencia y víctimas los atentados más terribles cometidos en Occidente por los yihadistas radicales. Dos el año pasado, otro fallido, varios intentos menores y un nuevo atentado de masa este 14 de julio. “Estamos enfrentados una guerra”, dijo ayer el Primer Ministro francés, Manuel Valls. Sólo que no se sabe muy bien quién la protagoniza. 84 muertos, decenas de personas entre la vida y la muerte y ningún grupo asumió por ahora la responsabilidad de tantas y tantas muertes.
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