EL MUNDO
› BUSH AUTORIZO A BREMER A “ACLARAR O MEJORAR” LA TRANSICION EN IRAK
Arreglen lo que sea, pero apúrense
Los chiítas, mayoritarios en Irak, redoblaron su pulseada con los estadounidenses y volvieron a pedir elecciones directas. George W. Bush, presionado por su calendario electoral, autorizó a su interventor a hacer cambios, pero no se dijo cuáles serían. Y el gran ayatola Ali Sistani, líder chiíta, envió mensajes a Washington y Londres.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
Paul Bremer, el representante civil de EE.UU. en Irak, debatió ayer en Washington los planes de transferencia de soberanía y convocatoria de elecciones con el presidente George W. Bush y sus asesores. Bremer se reunirá el lunes en Nueva York con el secretario general de la ONU, Kofi Annan. El gran problema es si las elecciones deben celebrarse antes o después de la transferencia. EE.UU. cree que no hay condiciones para hacerlas antes, aunque admite que pueden introducirse “mejoras” en sus planes, y quiere que la ONU respalde ese punto de vista, que choca con la voluntad de Ali Sistani, líder de la mayoría chiíta de Irak.
Bremer se reunió primero con los secretarios de Estado y Defensa, Colin Powell y Donald Rumsfeld, y con la consejera de Seguridad nacional, Condoleezza Rice, antes de ver al presidente. La situación es compleja y tiene varios elementos que coinciden: la necesidad, por parte de una Casa Blanca en fase preelectoral, de asegurar, en la medida de lo posible, que la transición en Irak va bien. Para ello, la posición de Sistani es básica, porque se trata de un aliado imprescindible. Y, por otra, el objetivo estadounidenses de que la ONU se implique más en el país, para que detrás vayan, económica y militarmente, los países aún ausentes de Irak. Para conseguir todo ello, Washington admite la posibilidad de hacer cambios en los planes: “Estamos discutiendo las formas de aclarar o mejorar el acuerdo del 15 de noviembre (sobre transferencia de soberanía y elecciones)”, dijo Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca, quien cree que la convocatoria de elecciones directas exige “muchas cosas que tendrían que estar listas y que no lo están” y que afirmó que hay que contemplar cualquier cambio “en el marco del acuerdo del 15 de noviembre”.
EE.UU. quiere convencer a Kofi Annan de que la ONU vuelva a Irak –después de la salida tras el atentado del pasado verano contra su cuartel general en Bagdad– y que respalde la tesis de que, en las condiciones actuales, es preferible transferir la soberanía el 1º de julio a un gobierno iraquí más representativo que el actual consejo para que organice las elecciones. Ese gobierno provisional se elegiría en una asamblea nacional formada por representantes de las distintas confesiones y zonas de Irak. Tanto el nuevo Ejecutivo como la asamblea trabajarían en la redacción de una constitución y en la preparación de elecciones generales en 2005. Los representantes habrían sido previamente elegidos en mayo, en 18 “caucus” o asambleas, una por provincia. En los detalles de este proceso podría haber margen de maniobra para la difícil negociación con Sistani, por ejemplo dándole un papel de arbitraje o vigilancia a la ONU.
Lo que Sistani y los chiítas quieren es que haya elecciones directas antes, porque les garantiza, por razones demográficas, la mayoría –son un 60 por ciento del país–; porque temen que el sistema de representación dé un peso excesivo a los sunnitas, y porque dicen que la ausencia de una autoridad legitimada por las urnas retrasará la pacificación. Los chiítas ya han organizado manifestaciones masivas y seguirán haciéndolo: “Si Sistani lo pide, todos saldrán a las calles para manifestar contra las fuerzas de la coalición”, según otro clérigo chiíta, Mohamad Bager al Mohri.
La contradicción para EE.UU. es que ahora necesita a la ONU con la que no contó para lanzar la guerra: Bremer –acompañado por representantes del Consejo Provisional iraquí, entre ellos su presidente rotatorio, Adnan Pachachi, que acababa de entrevistarse con Sistani– pedirá el lunes a Kofi Annan que envíe una misión a Irak, para comprobar que no hay condiciones para celebrar la consulta –seguridad, actualización de censos– y para explicárselo después a Sistani e intentar que suavice su firme oposición al plan de transferencia de soberanía. Además, EE.UU. está en el proceso –con la urgencia de la campaña electoral de otoño– de conseguir una mayor implicación de la ONU en Irak. “Queremos que la ONU tenga un papel. Estamos deseando trabajar con la ONU en lospróximos meses en el desarrollo del proceso político en curso en Irak”, según Richard Boucher, del Departamento de Estado.
En la misma línea de ampliar la presencia internacional en Irak, ganar legitimidad y tratar de disminuir su presencia militar y los gastos que implica, EE.UU., según fuentes oficiales citadas por varios medios, podría cambiar su política de vetar el acceso de empresas francesas, alemanas y rusas –ya lo hizo con las canadienses el pasado martes– a los grandes contratos de la reconstrucción de Irak financiados con dinero estadounidense. La decisión se está madurando, según esas fuentes, que añadieron que Condoleezza Rice ha tenido una comunicación telefónica sobre este asunto con el consejero de Seguridad del gobierno francés, Maurice Gourdault-Montagne.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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