Mié 21.01.2004

EL MUNDO  › HABLA FRANCISCO “CHICO” WHITACKER, ORGANIZADOR DEL FORO SOCIAL

“En India participaron los pobres”

Termina hoy en Bombay la cuarta edición del Foro Social Mundial, que por primera vez se realizó fuera de Brasil. En este reportaje, uno de sus principales organizadores hace un balance de lo que hubo de nuevo.

Por Alicia Cytrynblum
Desde Bombay

A pocas horas del fin de esta fiesta de los pobres del mundo, el brasileño Francisco “Chico” Whitacker –uno de los impulsores del Foro Social Mundial y actual secretario internacional de esta iniciativa– es la voz autorizada para evaluar todo lo acontecido durante este cuarto encuentro.
–¿Cuál es la experiencia más importante que se lleva de Bombay a Porto Alegre para el próximo foro?
–Una gran experiencia vivida aquí ha sido la participación de los grupos populares. En Brasil hemos tenido clase media y activistas pero hasta ahora hubo pocos pobres. Aquí hay una demostración cultural increíble, riquísima. La participación es una tradición de la cultura india que no tenemos en Brasil. Otra cosa importante es que aquí se comenzó a pensar en el Foro Social Mundial en sí, con una gran presencia de participantes. Creo que empezamos a entender que estamos creando una nueva cultura política. Ahí entra el problema de la gente que quiere entrar a lo nuevo con la cultura antigua y exigen definir objetivos como si fuera un movimiento organizado.
–¿Qué se propone el FSM?
–Crear una red enorme lo más entramada posible en todo el mundo que resista las políticas neoliberales, y obligue a los gobiernos a tomar las decisiones adecuadas, que construya un nuevo mundo. No vamos a esperar tomar un poder supuesto para cambiar el mundo. Tenemos que cambiar el mundo a partir de nuestras prácticas, de lo que hacemos todos los días. La gente tiene que empezar a vivir según la diversidad, la creatividad, la responsabilidad social de todos. Lo que el foro quiere es cambiar la manera de relacionarnos en el mundo en el ámbito internacional, regional, nacional y local.
–¿Cómo evalúa el crecimiento del intercambio desde el primer foro en 2001?
–Es algo increíble. Se puede ver en el número de participantes, de paneles. Todo ha aumentado. Eso es una demostración de que hay nuevas redes. En la primera edición esperábamos tener unas 80 actividades y fueron 400, en el segundo, 800, en este fueron 1200, ¡y dejamos 500 muy buenas afuera!
–¿Quién toma las decisiones en el foro?
–En el FSM no hay autoridades. Existe un comité de organizadores de cada foro que asume el trabajo, no de dirigir el foro, sino de prestar el servicio de crear, de construir ese espacio, y de garantizar que sea abierto, con respeto a la diversidad, sin importar si alguien es más o menos importante que los otros. Para saber cómo funciona hay que tomar la carta de principios y aplicarla (www.ws findia.org). El foro es un espacio, un proceso, que tiende a ser, además, más que una serie de eventos, una red permanente de intercomunicación horizontal. Hay un consejo internacional que ha sido creado exactamente para ayudar a los comités de organizaciones locales a tornar internacional su trabajo, pero no tienen ningún poder de decisión sobre qué tiene que hacer la gente. Ni siquiera sobre las temáticas que se abordan.
–¿Hay un conflicto en el foro entre la búsqueda de mantener el pluralismo y el deseo de proponer cosas concretas?
–Sí, genera una pequeña angustia pero que es parte del proceso. No queremos más que haya un grupo de esclarecidos que vayan de un lugar a otro diciendo siempre lo mismo. Estamos pasando del otro lado, del lado dela horizontalidad, de una acción política diferente. A partir de allí hay grupos particulares proponiendo cosas. Por ejemplo, algunos están haciendo una propuesta con relación a la guerra de Irak, y está muy bien, pero no lo hacemos desde el foro. El FSM es simplemente el espacio que permite que esto suceda. No marcamos unas orientaciones específicas. Se trata de un proceso secular. Desde hace 30 años la humanidad está intentando organizaciones en redes, y el foro finalmente está cristalizando ese objetivo social.
–¿Cuáles son los próximos pasos?
–Básicamente, vamos a ayudar a visibilizar mucho más todo lo que se produce acá. El año pasado en Porto Alegre se puso, a último momento, un mural para que se acerquen propuestas de acción, ¡y en solo un día se hicieron 147! Nuestro desafío a partir de allí es colaborar para que esas propuestas se puedan transformar en hechos y, por fin, convertir el foro en una acción sostenida y no simplemente un encuentro anual. Las otras cosas importantes son incorporar muchos más pobres y muchos más jóvenes.
–¿Cuál es el vínculo que pretenden con Davos?
–No hay ningún vínculo. Ellos intentaron el diálogo miles de veces. Pero es imposible, ellos hacen lo suyo, nosotros lo nuestro. Ellos intentan mantener el pensamiento único en el mundo, según el cual todo se resuelve por el mercado, nosotros intentamos decirle a la gente que no es así, que por ahí va mal. Vamos a ver quién gana las conciencias.
–¿Cómo sería el mecanismo para influir en los partidos políticos?
–El mecanismo es que el pueblo descubra que tiene un poder enorme. La cuestión es organizarnos para hacer una presión específica. No proponemos salir a la calle, no queremos eso, sino poder expresar claramente lo que se quiere. El FSM es un espacio para que la sociedad civil defina sus propuestas para la solución de los problemas y presione. Estamos haciendo presión desde adentro de la sociedad hacia fuera y de abajo hacia arriba.
–Hay reclamos de que el FSM debiera producir un documento final.
–Es una locura. ¡Imagínate que salga un documento! Hay 100.000 personas ahí afuera. No hay tiempo para discutir algo así. Nunca se va a conformar a todos. Bienvenida la diversidad. Después cada uno en su país hará lo que crea que tiene que hacer. Tiene que haber no uno, sino 100 documentos finales. Es un auténtico foro.
–¿Es una revolución de la conciencia?
–Sí, y principalmente es una revolución cultural de la política. Pero no es nuevo. Empezó en el 68 cuando la humanidad descubrió la potencia de las redes y los métodos alternativos. Es una revolución en curso, pero que no está ganada, es difícil de ganar pero vamos a luchar muchísimo.
–¿Qué opina de Stiglitz?
–Es un muy buen tipo. No tiene importancia que vaya a Davos. El ha visto de adentro los problemas del sistema y los está criticando. Es un gran aliado, que nos está diciendo dónde pueden estar los problemas.
–Mientras la posición del FSM es resistir la globalización, Stiglitz habla de una globalización positiva...
–Vamos a convencerlo de que la positiva es la nuestra. Que hay que trabajar de otra manera.

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