Vie 05.08.2016

EL MUNDO  › LES NEGO SU APOYO A LEGISLADORES REPUBLICANOS EMBLEMATICOS QUE ENFRENTAN PRIMARIAS EN POCOS DIAS

Trump le declara la guerra a su propio partido

El magnate se rehusó a dar su apoyo público a dos de las figuras más populares de su espacio, el jefe de la bancada de diputados, Paul Ryan, y el senador John McCain, que la semana próxima deben afrontar primarias legislativas.

› Por Nicolás Lantos

Desde Nueva York

En un nuevo giro sorpresivo de la carrera hacia la Casa Blanca, el candidato republicano, Donald Trump, parece haberle declarado la guerra a su propio partido. Esta semana, el magnate se rehusó a dar su apoyo público a dos de las figuras más populares de su espacio, el jefe de la bancada de diputados, Paul Ryan, y el senador John McCain, que la semana próxima deben afrontar las primarias legislativas para renovar sus escaños en noviembre. La actitud de Trump tensó a un nivel inédito la siempre incómoda relación entre el nominado y el GOP, al punto que varios de sus aliados más cercanos en el establishment pusieron distancia y lo criticaron públicamente. Algunos popes del partido fantasean con reemplazarlo en la boleta, algo que sólo podría suceder en el improbable caso de que él renuncie voluntariamente, y otros plantearon “intervenir” la campaña para obligarlo a ajustarse a un discurso más convencional, pero en el entorno del candidato rechazaron de plano ambas hipótesis.

Pero la guerra de Trump no solamente apunta a sus copartidarios: también se trenzó en una disputa dialéctica de varios días con los familiares de un soldado estadounidense y musulmán que falleció hace más de diez años en el frente de batalla en Irak (ver aparte); continuó con su prédica amistosa hacia el presidente ruso Vladimir Putin, enemigo público número uno para una gran mayoría de los políticos norteamericanos, sean del partido que sean; denunció la posibilidad de un fraude en la elección presidencial y no descartó el uso de armas nuclear en caso de llegar al despacho oval, borrando de un plumazo medio siglo de doctrina militar. Eso mientras se dieron a conocer en estos días los raquíticos números de la economía norteamericana, más débiles aún de lo esperado, algo que en una campaña normal sería el estandarte de campaña para cualquier candidato opositor, y que Trump, por ahora, parece preferir ignorar, para desencanto y desesperación de los republicanos.

Trump ha sido “bastante autodestructivo” esta semana, reconoció el veterano paladín conservador Newt Gingrich. Amigo personal, seguro miembro de su eventual gabinete y finalista en la carrera por la vicepresidencia, este ex legislador es uno de los principales respaldos que tiene el candidato dentro del establishment de su partido, por lo que sus declaraciones son algo más que una señal de alarma. “La pregunta es si él puede, este mes, bajar un cambio, respirar hondo y reorganizar cómo está trabajando de forma tal de alcanzar los estándares de un potencial presidente de los Estados Unidos. No lo ha hecho hasta ahora y eso es una desventaja considerable”, aseguró.

La alerta de Gingrich llegó luego de que Trump, en una entrevista, se negara a dar su apoyo a Ryan y McCain, dos de las figuras más populares del Partido Republicano en el Capitolio, que la semana que viene afrontan las primarias previas a disputar la reelección en sus escaños en noviembre. Tanto Ryan como McCain habían demorado su respaldo a Trump luego de que venciera en las primarias, pero antes de la convención de Cleveland, finalmente, se encolumnaron detrás del candidato, que ahora les responde con la misma moneda: “Todavía no estoy listo”, dijo, consultado al respecto, parafraseando casi textualmente lo que dijeron aquellos meses atrás sobre él, antes de plegarse a su candidatura.

Tanto Gingrich como el candidato a vicepresidente, Mike Pence, se diferenciaron del magnate y apoyaron plenamente a los dos legisladores, abriendo otra fisura en el frente trumpista. Los deslices del candidato avivaron en las últimas horas la posibilidad de que un equipo de republicanos notables, entre los que estarían Gingrich, el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani y el titular del Comité Nacional, Reince Priebus, “interviniera” una campaña que muchos perciben está descarrilando. Desde el entorno de Trump descartaron tajantemente la posibilidad. “El está perfectamente en control de su campaña. Esta semana tuvo varias apariciones ante multitudes que rebasan las calles, así que yo diría que está en buena forma”, aseguró su jefe de campaña, Paul Manafort. “Estamos organizados y estamos avanzando”, agregó.

También rechazó absolutamente la chance de que Trump decida bajarse de la candidatura, algo con lo que comenzaron a especular algunos medios conservadores en pánico por el comportamiento errático de la ex estrella de reality shows. Sin embargo, las reglas no incluyen ninguna cláusula que le de esa potestad al partido una vez que concluye la convención y se oficializa la boleta; solamente una renuncia o su muerte podrían activar un mecanismo complejo por el cual el nombre del candidato sería definido por los 168 miembros del Comité Nacional. “El Partido Republicano ahora es rehén de Donald Trump. El puede hacer lo que quiera y ellos seguirán obligados a llevarlo en su boleta. La única salida pacífica es que ambos se convenzan de la conveniencia mutua de la sociedad. En cualquier otro caso esto podría ser un desastre”, le dijo a Página/12 un viejo lobbista del GOP retirado luego de las elecciones de 2012.

Para este experimentado asesor, las chances de Trump siguen intactas si logra corregir su rumbo: “La economía está estancada y los números de crecimiento que se conocieron esta semana son más bajos de los que se creían. Una amplia mayoría del país opina que el rumbo no es el correcto. Estamos en un mundo que cambia rápidamente, se vuelve más peligroso y hostil de la mano del terrorismo internacional y de un mercado global en crisis. Las condiciones están dadas para que un candidato con sus características gane”, analizó. “Además, Hillary Clinton no es una buena opción para los demócratas. Todo lo que debe hacer Trump es concentrarse en ella y destruir sus chances. Si la campaña es acerca de Hillary, ganará Trump. Pero si la campaña es acerca de Trump, él está en problemas. La cuestión es que le cuesta mucho no hablar sobre sí mismo.”

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