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› UN VETERANO DE VIETNAM DE ORIENTACION PROGRESISTA ARRASO EN IOWA
Todos dicen te quiero a John Kerry
La victoria de John Kerry en Iowa frenó a Dean en la carrera demócrata para decidir quién peleará contra George W. Bush en las elecciones presidenciales del 2 de noviembre. John Edwards, senador por Carolina del Norte, logró un sorpresivo segundo puesto.
Por José Manuel Calvo*
Desde Des Moines
El senador John Kerry se dirige a las primarias demócratas de New Hampshire, dentro de seis días, impulsado por su victoria del 37,6 por ciento de las preferencias en los caucuses (asambleas partidarIas) del estado de Iowa. Su recuperación de las últimas semanas se vio coronada por el éxito, y los votantes han descubierto que tiene sangre presidencial en las venas. En segundo lugar, con un notable 31,8 por ciento, quedó el senador John Edwards, que hace un mes estaba desahuciado. Howard Dean sufrió un tropiezo y cayó al tercer puesto, con el 18 por ciento, muy por debajo de las expectativas.
Para el veterano congresista Dick Gephardt, de 63 años, con el 10,6 por ciento, fue la noche más triste, el adiós a una carrera política que ha durado 33 años: ayer abandonó su postulación. Pero sería precipitado lanzar las campanas de la nominación demócrata al vuelo. Lo único irreversible es la despedida de Gephardt. Pero los caucuses raramente garantizan presidentes: lo que hacen es orientar preferencias. Vencedores en Iowa que hayan llegado a la Casa Blanca solamente hay dos: George Bush y Jimmy Carter. Clinton prácticamente no hizo campaña en 1992 porque se presentaba el senador Tom Harkin, nativo del estado. De Iowa salen dos ganadores –Kerry, de 60 años, destacado; Edwards, de 50, un sólido segundo puesto–, un gran decepcionado –Dean, de 55, que encabezaba los sondeos hace un mes– y un derrotado, Gephardt. John Kerry no podía empezar mejor la intensa y difícil carrera hacia la nominación demócrata. “¡En los próximos meses me comprometo a seguir luchando con ustedes, para devolverles la voz que les han quitado y para restaurar la justicia en este país!”, dijo. A Kerry lo votaron los veteranos, las mujeres, los trabajadores y parte de los jóvenes; lo apoyaron todos aquellos que lo ven más presidenciable que los demás, que creen que sus medallas en Vietnam le dan peso para discutir con Bush sobre terrorismo y seguridad nacional. Hoy por hoy, según Gallup, Bush tendría un 55 por ciento contra un 43 por ciento de Kerry. John Edwards dio un enorme paso en cuanto a su futuro en el Partido Demócrata.
El senador por Carolina del Norte ha salido del anonimato y su mensaje positivo se abre paso. “Empezamos esta noche un movimiento a favor del cambio que recorrerá toda América –dijo–, para que no haya, como ahora, dos países: el de los que lo tienen todo a favor y el otro.” Edwards es la nueva voz demócrata del sur, como lo fue Clinton hace doce años. Howard Dean hizo poco anoche para mejorar su imagen y mucho para dar la razón a los que no lo ven presidenciable en absoluto: salió gritando y dando saltos como si hubiera ganado, se quitó la chaqueta y saludó triunfante, ignorando el 18 por ciento del resultado. “¡No nos rendiremos, ni ahora ni nunca!”, clamó, y recitó casi completa, chillando y al borde de la histeria, la lista de los otros 49 estados en los que va a pelear por la nominación. “Sí se puede, sí se puede, sí se puede”, acabó diciendo, en español, en uno de los Estados, como Iowa, con menor presencia hispana. Dean tiene una gran organización, tiene dinero y sus seguidores son los más entusiasmados, pero Iowa es la señal de que la carrera está abierta y emocionante, y que no será el paseo que algunos esperaban para el ex gobernador de Vermont. Dean descubrió el lunes que también él es vulnerable. La victoria de Kerry y el gran resultado de Edwards son malas noticias para él, porque los dos han hecho campañas positivas, muy críticas con Bush, pero sin estridencias. Si Iowa sirve de modelo, lo que pone de manifiesto es que muchos demócratas encuentran a Dean excesivamente agresivo, que el movimiento antiguerra tiene un techo si lo encabeza una persona enojada. Casualidad o no, la buena fortuna de Dean empezó a estancarse y declinar después de la detención de Saddam Hussein.
En New Hampshire, dentro de seis días, habrá otra gran fotografía del paisaje de la batalla demócrata. Dean está aún arriba en los sondeos con un 28 por ciento de intención de voto, según datos compilados por American Research Group. Pero se enfrenta a un Kerry crecido (19 por ciento) y al general Clark (20 por ciento), que no vino a Iowa para volcarse allí, pisándole los talones. Además, Edwards llega también fuerte y tiene, a la vuelta de la esquina, las primarias de un estado muy promisorio para él, Carolina del Sur. Y Joe Lieberman aún sigue en la carrera.
Según TNS Intersearch, si las elecciones fueran hoy, Bush tendría una intención de voto del 48 por ciento frente al candidato demócrata con un 46 por ciento quienquiera que sea. Los sondeos señalan que un 45 por ciento de los encuestados confía en Bush para resolver los problemas del país mientras que un 46 por ciento confía en un demócrata.
Tanto Kerry como Edwards y Dean rindieron un homenaje a Gephardt. El veterano congresista se despidió de los suyos –había que ver a los endurecidos sindicalistas con los ojos llenos de lágrimas en el hotel Quality Inn de Des Moines– renovando su compromiso con los trabajadores –“Vuestra lucha es mi lucha, lo llevo en los huesos”– y relativizando el drama político que tenía a todos los presentes con un nudo en la garganta: “No se preocupen por mí. Me he visto en situaciones peores. Haber visto a mi hijo, a la edad de dos años, luchar contra un cáncer terminal y vencerlo, es algo que pone todo en perspectiva”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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