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Por Eric Silver *

El primer ministro israelí Ariel Sharon desafió ayer las críticas de sus propias bases de derecha y defendió una decisión de su gobierno de liberar a 400 palestinos y otros 35 prisioneros árabes a cambio de un israelí vivo y de los restos de tres soldados secuestrados por Hezbolá en octubre del 2000. Israel y la milicia chiíta libanesa confirmaron que el trato, negociado por un mediador alemán, se consumará el jueves. Sharon se encontraba bajo fuertes presiones de los familiares del desaparecido. Los soldados del ejército israelí –compuesto en su mayor parte de conscriptos– esperan que el gobierno haga todo lo posible para “traerlos a casa” si caen en manos del enemigo. Los familiares de los muertos quieren una tumba para ellos.
“Es raro que un gobierno se enfrente con decisiones tan cargadas con tópicos de valores y moral como en este caso –dijo Sharon–. En mi opinión, optamos por la decisión correcta, moral y responsable.” La mayoría de los israelíes está de acuerdo, pero a duras penas. “Es un trato malo y fallido –escribió Sever Plotzker, columnista del diario de circulación masiva Yedioth Ahronoth–, pero no teníamos alternativa.” Las dudas se ven acrecentadas por el hecho de que Elhannan Tannembaum, el israelí que regresará vivo, fue inducido a caer en una trampa de Hezbolá por el anzuelo de un lucrativo trato de negocios. El general Ilan Biran, negociador en jefe de Israel, calificó al coronel de artillería retirado y banquero quebrado como un “estafador”. Cuando vuelva, se espera que lo investiguen.
Los israelíes admiten que el canje va a impulsar el prestigio de Hezbolá en los mundos árabe y musulmán. Su estrategia confrontacional parecerá haber tenido éxito, mientras Sharon rehusó el año pasado liberar una cantidad similar de prisioneros como un gesto hacia Mahmud Abbas, el ex primer ministro palestino. Boaz Ganor, director del Instituto de Contraterrorismo de Herzliya, comentó: “Israel ha violado sus tabúes uno detrás del otro. Primero acordó liberar cantidades de terroristas fuera de toda proporción con la cantidad de israelíes que se estaban liberando a cambio. Después acordó liberar a terroristas con sangre en sus manos. Después de rechazar que terroristas volvieran a sus hogares en Cisjordania y Gaza, les permitió regresar”. Muchos de los 1150 liberados en un intercambio similar en 1995, observó el experto, volvieron a la lucha armada.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.