Sáb 27.08.2016

EL MUNDO  › REVES EN EL CONSEJO DE ESTADO PARA EL PRIMER MINISTRO FRANCES VALLS Y LOS POLICIAS DE LA CORRECCION POLITICA

Anularon la prohibición del burkini

Los tres magistrados del Consejo estiman que sólo es posible restringir las libertades cuando existen “riesgos probados” sobre el orden público. La idea absurda de que el burkini “alteraba” el orden público es rechazada de plano.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Los adeptos a la prohibición del burkini en las playas o los velos perdieron una batalla, entre ellos el mismo Primer Ministro Manuel Valls quien había considerado que “el burkini no es una nueva gama de mallas o una moda. Es la traducción de un proyecto político de contra sociedad, fundado especialmente sobre la esclavitud de la mujer”. El Consejo de Estado, respondiendo a una demanda de la Liga de Derechos Humanos (LDH) y del Comité contra la islamofobia en Francia (CCIF), emitió un falló que anula las disposiciones contra el uso de la burkini adoptadas por la localidad de Villeneuve-Loube y validadas luego por el Tribunal administrativo de Niza, en la Costa Azul francesa. El Consejo de Estado juzga en su fallo que las restricciones impuestas para el acceso a la playa constituyen un “daño grave y manifiestamente ilegal a las libertades fundamentales que son la libertad de ir y venir, la libertad de consciencia y la libertad personal”.

El pronunciamiento de esta instancia que es la máxima autoridad en materia administrativa sólo atañe el caso del municipio de Villeneuve-Loube. Sin embargo, su influencia puede ser extensiva porque sienta un precedente para cualquier jurisprudencia futura. El fallo del Consejo de Estado podría trasladarse a las otras cerca de 40 localidades que, mediante disposiciones municipales, vetaron el acceso a las playas a las personas vestidas con burkini o que “manifiestan de manera ostentosa una pertenencia religioso cuando se bañan en las playas”. Poco más de 30 mujeres ya fueron multadas en Francia por vestirse con burkini o, peor aún, por llevar un pañuelo puesto.

El abogado de la Liga de Derechos Humanos, Patrice Spinosi, consideró que existía un “daño desproporcionado a la libertad religiosa y los Intendentes no tenían el poder de restringir esta libertad”. La suspensión de la medida desautoriza las multas aplicadas por la policía y, si lo desean, permite que las mujeres contesten las multas recibidas. El Consejo de Estado es el supremo órgano consultivo del gobierno, y funciona además como última instancia de la jurisdicción administrativa. El pronunciamiento del Consejo de Estado es severo y pone en tela de juicio en términos muy fuertes todos los argumentos, a menudo delirantes, evocados por la prohibición. La idea absurda de que el burkini “alteraba” el orden público es rechazada de plano por la instancia Francesa, así como la supuesta necesidad de implementar las prohibiciones en el “contexto” de los atentados perpetrados en Niza por un lobo solitario inspirado en el Estado Islámico. Los tres magistrados del Consejo estiman que sólo es posible restringir las libertades cuando existen “riesgos probados” sobre el orden público y que “la emoción y las inquietudes que resultan de los atentados terroristas, especialmente el cometido en Niza el pasado 14 de julio, no pueden ser suficientes para justificar legalmente la medida”.

La multiplicación a través de Francia de la prohibición de las llamadas “vestimentas religiosas” había suscitado una encendida polémica en el país al tiempo que desencadenó burlas y criticas en el mundo. Pero, sobre todo, la famosa prohibición produjo claros abusos policiales con mujeres que por llevar un simple velo fueron multadas o expulsadas de las playas. El Consejo de Estado dejó en ridículo a las municipalidades que se empeñaron en luchar “contra el proselitismo religioso”, a la izquierda gobernante y su Primer Ministro, Manuel Valls, quien respaldó a los Intendentes anti burkini, y a la oposición conservadora con su líder a la cabeza, el ex presidente Nicolas Sarkozy, quien, en una entrevista publicada por el diario Le Figaro, dijo: “Llevar un burkini es un acto político, una provocación. Las mujeres que se lo ponen están probando la resistencia de la República”. El Jefe del Ejecutivoreaccionó ante el fallo y no cambió su postura. Valls dijo que “denunciar el burkini no significa en ningún caso poner en tela de juicio la libertad individual. Es denunciar un islamismo mortífero y retrógrado”. El corazón legal de esa misma República les dijo que no a todos a través no de la lectura política “sino del derecho”, según expresó el abogado de la Liga de Derechos Humanos. El Secretario General del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Abdallah Zekri, alabó una “decisión de sentido común”. El jurista y presidente de honorifico de la LDH, Michel Tubiana, reconoció que, por encima de la decisión del Tribunal, lo que ha ocurrido “dejará cicatrices”. Las heridas se agrandarán con la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2017 que ya comenzó con, como órgano motor, la híper derechización de uno de los candidatos a la candidatura, Nicolas Sarkozy. El ex Jefe del Estado articuló su campaña en torno a la “identidad nacional”…precisamente amenazada, según los conservadores, por las vestimentas “marcadas” con signos religiosos. La agresividad con que se expresan los dirigentes políticos del país tiene acentos míticos y, a menudo, rozan el insulto y el delirio invasor. La extrema derecha del Frente Nacional llama al burkini “ropa apartheid”. Nicolas Bay, el Secretario General del Frente Nacional, dijo que el “Consejo de Estado se sometió a las amenazas islamistas”. En cuanto al partido de Sarkozy que aspira a ganar las presidenciales el año que viene (Los Republicanos), la mesura no ha sido su rasgo fundamental. Su Secretario General, Guillaume Larrivé, declaró que “los islamistas quieren hacer retroceder a la República”.

La izquierda celebró la decisión de los tres sabios como una victoria del derecho, pero, como se ve, pocos son los que no han perdido el alma política o la razón en esta polémica que deglutió a la izquierda y a la derecha y, también, fracturó un poco mas al Ejecutivo entre quienes respaldaban a los Intendentes represores y quienes, como la Ministra de Educación Najat Vallaud-Belkacem, los impugnan.

El Consejo de Estado puso la ley sobre el cielo de la República, pero la dirigencia política hace mucho que perdió la noción de respeto por el prójimo, la vergüenza ante la retórica xenófoba y la capacidad de encarnar la imagen histórica que proyecta Francia.

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