EL MUNDO › ESTA SEMANA EN EE.UU. LA AGENCIA INFORMO QUE LA CANDIDATA OCULTO CORREOS ELETRONICOS
A dos meses y pico de las elecciones presidenciales la ex Primera Dama aventaja a Donald Trump. Pero si sus problemas vuelven a desplazar a los gaffes de su rival, lo que hoy se proyecta como una carrera tranquila se puede complicar.
› Por Nicolás Lantos
Desde Richmond, Virginia
Con las encuestas trayéndole sólo buenas noticias, la matemática del colegio electoral a su favor y la recaudación de fondos de campaña viento en popa, solo una cosa se interpone, a esta altura del partido, entre Hillary Clinton y la Casa Blanca: ella misma, o más precisamente, su pasado. Esta semana, el FBI dio a conocer que está en posesión de unos 15 mil correos electrónicos que la candidata ocultó en el marco de la investigación por el uso de un servidor de email personal para tratar asuntos oficiales durante su paso por la secretaría de Estado.
En los últimos días, además, volvió a ponerse sobre el tapete otro de los escándalos que penden sobre su nominación: el vínculo entre su rol como funcionaria del gobierno de Barack Obama y la Fundación Clinton, que sus detractores denuncian como poco transparente. Según se supo, la mitad de las figuras que tuvieron entrevistas con ella durante su paso por esa función fueron donantes a la organización benéfica que fundó junto a su marido, el ex presidente Bill Clinton.
Tras 20 años como una figura pública a nivel nacional, primero como primera dama, luego como senadora, secretaria de Estado, precandidata presidencial y ahora candidata, los escándalos que rodean a su figura y a su familia se entrelazan en una madeja: la investigación por su responsabilidad en el ataque al consulado estadounidense en Benghazi, Libia, reveló el manejo irregular de sus emails? las pericias a su correo echaron luz a su vez sobre el conflicto de intereses con la Fundación.
Hasta ahora, la estrategia de Clinton es dejar pasar el tiempo e intentar que los reflectores apunten a su rival, el republicano Donald Trump, más que a sus propios problemas. Con algo de ayuda del magnate, al que le cuesta correrse de los focos, por ahora la demócrata tuvo éxito, mayormente: la campaña gira, hoy, mayormente, en torno a la figura de Trump, convenientemente para ella.
Pero el peor momento en la campaña de Clinton, a mediados de julio, cuando estuvo casi en empate técnico en las encuestas que hoy le dan más de cinco puntos de ventaja en promedio, coincidió con el de mayor exposición del escándalo de los emails y una declaración al respecto del jefe de FBI. Si sus problemas vuelven a ocupar las primeras planas, desplazando a los gaffes de su rival, lo que hoy se proyecta como una carrera tranquila se puede complicar.
Durante la investigación sobre la responsabilidad del gobierno norteamericano en el ataque al consulado de Benghazi, en el que murieron cuatro funcionarios en 2012, salió a la luz que Clinton, en sus cuatro años como secretaria de Estado, utilizó un servidor de emails
personal para llevar adelante comunicaciones personales y oficiales fuera del control de los canales previstos por la ley. Por demanda del FBI, la candidata puso a disposición alrededor de 30 mil mensajes, algunos de ellos confidenciales, que pasaron por ese servidor. La investigación oficial concluyó el mes pasado, y ella quedó libre de cargos. Sin embargo, la semana pasada se supo que hay otros 15 mil emails que Clinton había eliminado y no reveló en un primer momento. Por orden de un juez federal, el FBI debe darle prioridad a la revisión de estos mensajes y su posterior publicación (una vez que se eliminen los pasajes que pongan en riesgo a la seguridad nacional). Aunque no es seguro que el proceso pueda completarse antes de las elecciones, la posibilidad de que algunos de ellos salgan a la luz en la recta final de la carrera electoral preocupa al equipo demócrata.
Además, el viernes, otro juez federal intimó a la ex secretaria de Estado a contestar una serie de preguntas sobre su sistema de correspondencia electrónica.
Las novedades encendieron una señal de alarma en el entorno de Clinton, que había transitado las últimas semanas con la tranquilidad que le dan una ventaja apreciable en las encuestas tanto locales como en la gran mayoría de los estados en disputa. Mientras sigue recorriendo el país y desplegando avisos televisivos, sin embargo, la candidata se hizo tiempo para dar una entrevista telefónica, la primera en más de un mes, lo que muestra que las últimas novedades la obligaron a salir del piloto automático.
Para peor, al escándalo de los emails se le sumó un nuevo problema.
El lunes pasado, la organización Judicial Watch, una de las más activas en las investigaciones, reveló alrededor de 800 emails de Huma Abedin, una de las principales asesoras de Clinton en su paso por la administración Obama, de los que se desprende cierta correlación entre grandes donantes a la Fundación y la solicitud de reuniones oficiales con la secretaria de Estado. Según la acusación, Abedin, junto con el ejecutivo de la Fundación Doug Band, establecían un puente entre el ámbito privado y el público cuya legalidad es dudosa.
Según reveló la agencia de noticias AP esta semana, “Más de la mitad de las personas que no eran funcionarias del gobierno y tuvieron reuniones con Hillary Clinton mientras ella era secretaria de Estado dieron dinero, ya sea personalmente o a través de compañías o grupos, a la Fundación Clinton”. El reporte indica que “al menos 85 de 154 personas del sector privado que tuvieron reuniones o diálogo telefónico con Clinton mientras ella dirigía el departamento de Estado realizaron donaciones” a la Fundación.
En total, los Clinton recibieron de estos donantes 156 millones de dólares. De los 85, al menos 40 aportaron cien mil dólares o más. A eso se les pueden sumar otros 170 millones de 16 gobiernos extranjeros que fueron recibidos por la funcionaria, aunque los reporteros de AP advierten que “esas reuniones probablemente formaron parte de sus tareas diplomáticas”. Aceptar estas donaciones no necesariamente constituyó un delito pero sí fueron contrarias al Memorandum de entendimiento que Obama le exigió a Clinton antes de nombrarla en el cargo justamente para evitar situaciones de dudosa legalidad.
Las novedades en la causa de los emails al igual que respecto a la fundación obligaron a Clinton a salir del piloto automático con el que manejaba su campaña y el miércoles dio su primera entrevista en más de un mes. “Sé que hay mucho humo, pero no hay fuego”, dijo la candidata consultada por las acusaciones en su contra. Todas sus reuniones como secretaria de Estado fueron con “líderes globales altamente respetados” y tuvieron lugar por ese rol y no por las donaciones que hayan hecho o dejado de hacer. “Estoy orgullosa de haberme reunido con ellos”, agregó.
Sin embargo, en la entrevista, concedida por vía telefónica a la red noticiosa CNN, se escuchó a la candidata con un tono nervioso, lejos del triunfalismo que muestra en sus actos públicos. “Parece que sabés más sobre la Fundación que sobre cualquier cosa relacionada con Donald Trump, como sus negocios, sus declaraciones impositivas, es notable”, retó al periodista Anderson Cooper, enojada por sus repreguntas. “Estoy orgullosa del trabajo que hemos hecho con mi marido. Ya hemos proporcionado una cantidad enorme de información. Mientras, Donald Trump no muestra su declaración jurada y tiene deudas con gobiernos y bancos extranjeros”, se quejó, saliéndose del libreto.
En medio de las revelaciones, Bill Clinton anunció que habrá cambios inéditos en el manejo de la Fundación, en caso de que su esposa llegue a la presidencia: por un lado, él dejaría de ser el director de la organización? por el otro, se suspendería el financiamiento a través de donaciones de gobiernos, individuos u organismos extranjeros. La Iniciativa Global Clinton, un foro internacional anual, tendría este año su última edición si Hillary vuelve a mudarse a la Casa Blanca.
Desde el campo republicano no dudaron en aprovechar las novedades para correr el eje del debate hacia la figura de Clinton. “Es uno de los escándalos más grandes de la historia de la política de este país”, reaccionó Trump a través de las redes sociales, intentando capitalizar el golpe contra su rival. “Las acciones de Hillary Clinton constituyen todos los elementos de una empresa criminal de porte: ella creó un servidor de emails privado para ocultar sus acuerdos corruptos”, aseguró el magnate, que solicitó el lunes una investigación especial por parte del gobierno federal sobre este caso.
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