EL MUNDO › CONMOCION EN FRANCIA POR LA DETENCION DE UNA CELULA FEMENINA DEL ESTADO ISLAMICO
Una serie de detenciones en Francia esta semana inaugura una inédita irrupción en el mundo del terrorismo: se trató de un comando de jihadistas mujeres compuesto por seis jóvenes cuyas edades oscilan entre 16 y 35 años.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Faltó muy poco para un nuevo desastre. La policía francesa desarticuló a tiempo un grupo de jihadistas afiliados al Estado Islámico que se aprestaba a cometer una serie de atentados en París y cuyo perfil inaugura un inédita irrupción en el mundo del terrorismo: se trató de un comando de jihadistas mujeres compuesto por seis jóvenes cuyas edades oscilan entre los 16 y 35 años.
El hilo conductor de esta investigación parte del barrio latino de la capital francesa. Durante la madrugada del 3 al cuatro de septiembre, la policía encontró un auto sospechoso –un Peugeot 607– estacionado en la Rue de la Huchette. El auto no tenía patentes y estaba estacionado con las luces intermitentes encendidas. Adentro, los investigadores hallaron en el baúl 5 bombonas de gas y un bidón lleno de nafta. La pista seguida por el contraespionaje (DGSI) y la sección antiterrorista de la Brigada Criminal (SAT) condujo hasta el propietario del auto y, sobre todo, su hija de 19 años, Inés Madani, cuyo mismo padre describió como una joven “radicalizada”. Otros dos personas fueron arrestadas en las horas siguientes: un hombre de 34 años que fue liberado al cabo de cuatro días y su pareja y madre de sus dos hijos, una mujer de 29, ambos fichados con la designación de “S” por estar vinculados a la esfera islamista radical. La mujer, Ornella G, estaba ligada a la joven Inés Madani y, según informaciones de la prensa, tenía la misión de activar los explosivos del auto.
El operativo fracasó y por ello dejaron el vehículo en el lugar, no lejos de la Catedral de Nôtre Dame de París. El 8 de septiembre la policía procedió al arresto de Inés Madani y otras dos mujeres, Sarah H, 25 años, y Amel, 39, en la localidad de Boussy-Saint-Antoine (Essonne), a 25 kilómetros de la capital. Durante el operativo, Inés Madani atacó a un policía con un arma blanca y resultó herida en un pie. Entre sus pertenencias se encontró una carta donde proclamaba su lealtad al Estado Islámico: “los ataco en sus propias tierras para marcar sus espíritus y aterrorizarlos”, decía una parte de la misiva.
El Ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, aseguró que las mujeres “preparaban nuevas acciones violentas y, sobre todo, inminentes”. Las tres mujeres arrestadas proyectaban cometer dos atentados: uno en el centro de París, en la Gare de Lyon, otro en una estación de las afueras. Según fuentes policiales y medios de prensa, su objetivo consistía en vengar la muerte del portavoz y número dos del Estado Islámico, Abu Mohammed al-Adnani, apodado “el ministro de los atentados”. Adnani murió durante un bombardeo de la colación occidental contra las bases del EI.
La filiación entre este primer comando de jihadistas femeninas, el mismo Estado Islámico y los autores de los atentados cometidos en París durante 2015 no tardó en plasmarse. El vespertino Le Monde adelantó que las mujeres tenían relaciones con un “jefe” instalado en las zonas del califato proclamado por el EI en 2014, entre Siria e Irak. Se trata de Rachid Kassim, un jihadista francés a quien se considera como el instigador del asesinato de un párroco francés Jacques Hamel, en la localidad de Etienne-du-Rouvray, el pasado 26 de julio. Kassim es muy activo en las redes sociales y es uno de los principales promotores del jihad femenino. En uno de los mensajes difundidos a través de Telegram y dirigido a los hombres, Kassim escribió: “¿ Por qué tardan tanto –en cometer atentados–, no ven que las mujeres los están sobrepasando en el honor?”.
Más aún, el matutino Le Parisien reveló que una de las mujeres mantenía igualmente contactos a través de internet con Hayat Boumeddiene, la compañera –hoy fugitiva– de Amedy Coulibaly, el hombre que perpetró en 2015 el atentado contra el supermercado judío del este de París. Otras de las mujeres había querido contraer matrimonio primero con Larossi Abballa, responsable del asesinato de dos policías, y luego con Adel Kermiche, uno de los asesinos del padre Jacques Hamel.
Nunca hasta ahora se había detectado un grupúsculo terrorista compuesto esencialmente por mujeres muy jóvenes. Las autoridades sí le siguieron la pista a casos aislados, pero no a una estructura que había programado y estructurado la mecánica de uno o varios atentados. En agosto de 2015, una adolescente de 16 años fue inculpada luego de que anunciara en Telegram su intención de llevar a cabo atentados. En marzo del mismo año, dos adolescentes hablaron en Facebook sobre la idea de cometer un atentado contra una sale de espectáculos de París. El año pasado, otras tres adolescentes evocaron su intención de matar judíos en Lyon.
El desmantelamiento de la red contradice el análisis que, hasta ahora, dominaba la estrategia de los servicios secretos: pensar que las mujeres que viajaron a Irak o Siria sólo lo hicieron para seguir los pasos de sus compañeros y no para alistarse bajo las banderas del Estado Islámico. El drama evitado en París prueba que las mujeres son perfectamente capaces de convertirse en jihadistas activas. Hasta ahora, 59 mujeres fueron inculpadas por lazos con el terrorismo, de las cuales 18 están detenidas y 12 son adolescentes. En una entrevista con Le Monde, el Fiscal de París, François Molins, comentó: “la intervención de estas mujeres teledirigidas por individuos que se encuentran en Siria o Irak demuestra que el Estado Islámico aspira a hacer de las mujeres verdaderas combatientes. Si, al principio, el Estado Islámico confinó a esas mujeres a las tareas domésticas o familiares, resulta forzoso constatar que esa visión está hoy sobrepasada”.
La investigadora Géraldine Casutt explicó al matutino Libération que “en Siria o en Irak esas mujeres tienen la misión de tener hijos para perennizar la ideología del Estado Islámico. Pero en los países occidentales pueden verse movilizadas para cometer atentados”. A este respecto y en lo que toca a la misma personalidad de las mujeres jihadistas, François Molins reconoció que “en los últimos meses se observó una aceleración de los legajos implicando a jóvenes menores. Sus perfiles son inquietantes, tienen personalidades muy duras y, a menudo, están a la cabeza de proyectos terroristas que, en el plano intelectual, comienzan a estar muy bien preparados”.
Atentados en masa, lobos solitarios y, ahora, mujeres jihadistas, el Estado Islámico cuenta con poderosos e imprevisibles recursos para expandir el terror, esté o no debilitado en sus feudos por los bombardeos de las potencias aliadas.
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