Dom 25.09.2016

EL MUNDO  › A 45 DIAS DE LAS ELECCIONES EN EE.UU., LEVE VENTAJA DE HILLARY

La calma que precede al debate

Hoy el escenario parece haberse estabilizado con una ventaja mínima para Clinton. Entre dos y tres puntos de ventaja para la candidata demócrata da el promedio ponderado de los sondeos justo antes del debate.

› Por Nicolás Lantos

Desde Nueva York

El caos habitual de Manhattan esta semana estuvo amplificado varias veces por una serie de ataques terroristas de baja intensidad, sin víctimas fatales combinados con la presencia de más de cien jefes de Estado para la Asamblea General de Naciones Unidas, lo que decantó en operativos de seguridad extremados que volvieron el Midtown un infierno durante cinco días. Bajo esa capa de excepcionalidad, ajenos a todo, los turistas llegados desde cada punto del globo aprovechan los mejores días del otoño neoyorkino, con el verano fatal ya en el retrovisor pero todavía un calorcito como para salir en remera de noche.

Disimulada entre familias cargadas con bolsas de regalos, chicas haciéndole trompita a la cámara frontal del celular, policías con cara de pocos amigos y algunos estudiantes extranjeros recién llegados que miran todo con cara de asombro, vive en esta ciudad una minoría: los neoyorquinos. Profesionales, empleados, comerciantes, blancos, negros, asiáticos, latinos, de clase media baja, media, alta o altísima, católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas o ateos, conservadores o liberales, caminan por las mismas calles, comen en los mismos restaurants, viajan en los mismos subtes, pero viven en un plano ligeramente diferente, como si vibraran a otra frecuencia.

En ese mundo, por ejemplo, existen Hillary Clinton y Donald Trump. Están en las tapas de los diarios exhibidos en kioskos en las esquinas, se los menciona en cada programa de radio, su imagen se reproduce durante horas en los canales de noticias (y, aunque menos, en otros también). A pocas horas del primer debate presidencial, que se celebrará en la Universidad Hofstra, en Long Island, a una hora de viaje de aquí, la campaña prendió finalmente y empieza a sentirse el clima electoral.

La mejora en las encuestas del candidato republicano de las últimas semanas, aunque ahora parece haberse detenido, le sumaron suspenso al desenlace de los comicios, atrayendo interés y generando preocupación en la mayoría progresista que habita en esta ciudad. “¿En serio crees que puede ganar?”, repregunta David, un joven de origen latino pero hijo y nieto de estadounidenses nativos que trabaja en una empresa de software. No se considera demócrata pero votó dos veces a Obama. “Si Trump está tan cerca a lo mejor haya que ir a votar por Hillary”, dice. La idea no lo convence.

Entre dos y tres puntos de ventaja para la candidata demócrata da el promedio ponderado de los sondeos justo antes del debate. Después de una importante mejoría republicana que duró más de un mes y lo puso casi en empate técnico, hoy el escenario parece haberse estabilizado con una ventaja mínima para Clinton. Una buena performance mañana, ante más de cincuenta millones de espectadores que, se estiman, van a seguir el evento en vivo, puede darle un poco más de aire, a 45 días de las elecciones. Una victoria dialéctica para su rival puede darle a Trump el envión que necesita para pasar al frente por primera vez.

Pero la ex secretaria de Estado tiene además un problema extra: la atención no estará puesta solamente en lo que diga sino que se escrutará en detalle su estado físico, luego de su desmayo ante cámaras y el cuadro de neumonía. Cualquier señal de debilidad de la candidata durante los 90 minutos, sin cortes, en los que estará de pie bajo los focos y ante las cámaras, puede resultar fatal para su campaña. En su equipo lo saben y por eso están preparándola físicamente con tanto cuidado como ensayan los argumentos y los artilugios con los que buscará hacer enfurecer a su rival para que pise el palito. Por las dudas, tienen preparada otra estrategia diferente para contraponer a un eventual Trump calmado y diplomático.

El magnate asegura que, a diferencia de los políticos tradicionales a quienes dice venir a reemplazar, él no se preparó especialmente para el debate. Algo que resulta difícil de creer, teniendo en cuenta que en su equipo de campaña está el ex CEO de Fox News, Roger Ailes, que tiene una larga experiencia preparando candidatos republicanos para los debates: lo hizo con Richard Nixon, Ronald Reagan y George H. W. Bush. Según pudo averiguar Página/12, la estrategia inicial será dejar hablar a su rival, para cansarla. “Va a ser como una pelea de box a quince asaltos”, graficó un asesor de campaña de Trump. “Al final de cuentas, el lenguaje corporal va a ser más importante que lo que se diga. El quiere terminar el debate impecable y que ella termine desgastada”, agrega.

Edith tiene 73 años, está jubilada, antes trabajaba en una biblioteca y elige las frutas en el mercado inspeccionándolas una por una, como si estuviera decidiendo qué libro sacar del estante y cuál dejar juntando polvo. Quiere ver el debate pero se queja de que “los hacen muy tarde” y a esa hora va a estar durmiendo. “Lo veré a la mañana siguiente por Youtube”, asegura, con naturalidad, mientras selecciona manzanas. Edith ama a Hillary. “Ella es una gran inspiración, una mujer luchadora y preparada. Un gran orgullo para todas”, se entusiasma, con los ojos brillosos. “Yo no puedo creer que vaya a ganar Trump. No lo creo. No sería lógico. La gente tiene que darse cuenta –dice, con un temblor de duda–. Llevo 65 viviendo en este país. Nunca vi nada igual”.

A pesar de los reveses, Clinton sigue manteniendo una ventaja eximia. Según el sitio de análisis político fivethirtyeight.com, la candidata hoy encabeza las encuestas en los estados que necesita para llegar a 270. Ni uno más. A pesar de estar abajo en los cruciales Florida, Ohio y Carolina del Norte, tiene un muro de contención conformado por Pennsylvania, New Hampshire, Colorado, Michigan, Minessota y Virginia con los que se garantizaría la mayoría en el Colegio Electoral. Hoy, encabeza las encuestas en todos esos distritos por tres puntos o más, una diferencia mayor que la que tiene su rival en los estados en disputa donde encabeza. Pero los márgenes son muy finos y no hay lugar para otro error.

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