EL MUNDO
La guerra árabe contra los kurdos que condujo a la masacre de Erbil
Un día después de un doble atentado que dejó 78 muertos en Erbil, la capital kurda que ayer amaneció enlutada, todos creen que es la obra de terroristas árabes, por la tensión entre los grupos que forman Irak.
Por Angeles Espinosa*
Desde Erbil
Erbil está de luto. La capital kurda se llenó ayer de banderolas negras y de esquelas con los nombres de los 78 muertos que, según el recuento final de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), causaron los ataques suicidas contra sus sedes el día anterior. Los dirigentes de ambos grupos, aliados de Estados Unidos aunque rivales entre sí, aseguraron no obstante que la agresión reforzaba su unidad.
En un nuevo desafío a la autoridad que comparten en esta región autónoma, varios desconocidos dispararon ayer contra el hospital de Emergency, una ONG italiana que recibió a gran parte de los heridos del domingo. Farhad me da un empujón y me inmoviliza contra la pared. Farhad es el jefe de seguridad de Emergency, un hombre de reflejos rápidos que al segundo disparo ha comprendido que no se trataba de un tiro al aire. Los apenas dos minutos con la espalda pegada al muro de la garita de entrada y la cabeza encogida entre los hombros se hacen interminables. Varios desconocidos acaban de disparar desde un coche contra el hospital de la ONG italiana, al que he acudido a recabar información sobre los heridos en el doble atentado, y los milicianos apostados en la puerta han respondido con fuego a discreción. “Terroristas”, concluye Farhad.
“Ha sido un ataque contra nosotros”, exclama incrédulo Mario Ninno, el coordinador médico, tras ser informado de que el vehículo agresor llevaba 20 minutos dando vueltas frente al centro. “Es la primera vez que nos ocurre algo así, ni siquiera en el Afganistán de los talibanes fuimos agredidos de esta manera”, se duele. Y con motivo. Su hospital es el mejor dotado de Erbil –Hawer para los kurdos–, y a él trasladaron a 100 de las víctimas del día anterior. “De ellas, 25 llegaron muertos y de los 75 restantes, siguen ingresados 45”, informa. Todos son hombres, porque la política sigue siendo cosa de hombres en esta parte del mundo, y hombres eran quienes habían acudido a las sedes de la UPK y del PDK para felicitar a sus dirigentes por la Fiesta del Sacrificio.
Chato Khader Nagmmddeea no podía andar cuando llegó. En realidad, ni siquiera recuerda cómo lo hizo. “Entré en el edificio del partido, cuyo vestíbulo estaba a rebosar, y apenas había dado el primer paso cuando vi la bola de fuego y me caí al suelo”, relata en inglés este hombre maduro militante de la UPK. “Cuando abrí los ojos, estaba aquí, no sentí nada, no noté nada... La explosión fue muy fuerte”, añade con dificultad. Tiene la cara brillante por la pomada que cubre sus quemaduras, y piernas y brazos vendados por las heridas de metralla.
Unas camas más allá, Karwan, un joven policía, yace postrado con un brazo en cabestrillo y la nariz rota. Tiene fracturado el omóplato a causa del impacto que recibió. El fue alcanzado en el edificio del PDK. “Mi hermano es uno de los responsables del partido y fui a presentar mis respetos por el Aid”, explica. “Me había sentado al lado del señor Saad, el número dos del partido, que ahora está muerto”, prosigue estupefacto. Pero él ni siquiera perdió el conocimiento. “Salté y salí afuera; sólo entonces me desmayé”, reconstruye con ayuda de un enfermero que actúa de traductor. Dice no saber quién es el responsable de la matanza, “sólo que pusieron un montón de dinamita”. Como a muchos otros ingresados, aún le duele la cabeza y los oídos le silban por la explosión.
“Esto sólo puede ser obra de terroristas árabes, de Ansar al Islam o de algún otro grupo de reaccionarios árabes”, apunta Nagmmddeea, el militante de la UPK, antes de subrayar que “este accidente va a unir aún más a UPK y PDK porque el enemigo no va a lograr su objetivo”.
Es lo mismo que han declarado los líderes de ambos partidos, Yalal Talabani y Masud Barzani, respectivamente. Ninguno de ellos se encontraba en Erbil en el momento del atentado, pero ayer intercambiaron mensajes decondolencia. “Estos actos terroristas van contra la unidad de nuestras administraciones y no debemos permitir que debiliten nuestra lucha”, escribió Barzani. “Debemos trabajar con más ahínco hacia la unidad de nuestro gobierno para vivir en un Irak democrático y federal”, señalaba por su parte Talabani.
Y ahí en la idea de federalismo, o más bien de un Estado confederal que es a lo que aspiran los kurdos, es donde radica el problema de su relación con la mayoría árabe de Irak. Los kurdos son apenas un 20 por ciento de los 25 millones de habitantes de este país, pero acostumbrados a una virtual independencia desde su revuelta contra Saddam Hussein en 1991, no están dispuestos a renunciar a una pizca de su autonomía. Los milicianos de la UPK y del PDK ayudaron a los soldados estadounidenses a acabar con el régimen del dictador.
Algunos de los heridos entrevistados apuntan a ciudadanos árabes como responsables de los ataques. Los suicidas que forrados de explosivos irrumpieron en ambas sedes iban vestidos de clérigos musulmanes, según la televisión kurda. “Dudo de que hayan sido árabes; para entrar en los partidos sin despertar sospechas tenían que ser kurdos”, manifiesta un observador norteamericano que no entiende cómo pudieron dejar pasar a los visitantes sin cachearlos por mucho que fuera la Fiesta del Sacrificio. “No fue una decisión de los guardas, sino de arriba”, añade.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.