Mar 03.02.2004

EL MUNDO  › BAJO FUERTE PRESION, BUSH ANUNCIO UNA COMISION SOBRE ARMAS EN IRAK

Un golpe preventivo contra la verdad

George W. Bush aceptó nombrar una comisión independiente sobre las armas de Irak. Pero el encargado de organizarla es el vicepresidente Dick Cheney, el funcionario que más mintió sobre el tema, y los resultados serán conocidos recién tras los comicios.

Por José Manuel Calvo*
Desde Washington

George W. Bush no pudo resistir más la presión, especialmente tras el testimonio del ex inspector David Kay sobre la ausencia de armas en Irak. El presidente anunció ayer el nombramiento de “una comisión independiente, con los dos partidos”, para revisar los errores cometidos. Después de esta rectificación, el objetivo de la Casa Blanca es doble: orientar los trabajos de la comisión hacia la labor de los servicios secretos y las amenazas del terrorismo y la proliferación de armas y garantizar que sus conclusiones sean posteriores al 2 de noviembre, la fecha de las elecciones.
La comisión –dijo el presidente– deberá “analizar en qué situación estamos y qué podemos hacer mejor en la lucha contra el terrorismo”. Además, “necesitamos revisar en un contexto más amplio la guerra contra la proliferación de armas de destrucción masiva”. De esta forma, Bush intenta diluir las responsabilidades políticas en los argumentos y las decisiones tomadas para ir la guerra y buscar un contexto más favorable: el de las incertidumbres que rodean a los arsenales de Irán y Corea del Norte y el de la amenaza de Al Qaida y otros grupos terroristas sin Estado. En el centro de los debates estará también un asunto que supera a esta administración: el papel de la CIA, el de su director, George Tenet, y la posibilidad de una reorganización del espionaje.
La comisión será nombrada después de que el presidente se entreviste con David Kay –“aprecio sus servicios”, dijo Bush ayer–, el hombre que dirigió durante seis meses, el pasado año, la búsqueda de las armas en Irak y que el pasado miércoles dijo en el Senado que “estábamos equivocados en casi todo” con respecto a los arsenales. Bush justificó ayer sus decisiones, a pesar de la admisión –no explícita– del error de valoración cometido con el argumento principal para ir a la guerra: “Lo que sabemos es que Saddam tenía la intención y la capacidad de causar grandes daños. Sabemos que era un peligro. Un peligro no sólo para los ciudadanos del mundo libre, sino para su propia gente: encarceló y mató a miles de inocentes”. “Lo que no sabemos aún es (la comparación entre) lo que pensábamos y lo que ha encontrado el Grupo de Investigación de Irak (de Kay)”; la comisión se pone en marcha, añadió, “porque quiero conocer todos los datos”.
Bush no habló de fechas ni de la composición de la comisión, tareas en las que está volcado el vicepresidente Dick Cheney, y no contestó a la pregunta de si no creía que EE.UU. merece una explicación antes del 2 de noviembre. Fuentes de la Casa Blanca sugieren que la composición de la comisión podría conocerse en 48 horas y que quizá se inspire en la que investigó el asesinato de John F. Kennedy.
Esto encaja con los planes de que ni esta investigación ni la que hay en curso sobre los errores de seguridad cometidos antes del 11-S alteren el intento de reelección del presidente. Frente a ello estarán las denuncias de los demócratas en la precampaña electoral y en el Congreso, en donde, en todo caso, están en minoría en ambas cámaras. El senador Jon Corzine ya ha advertido que la investigación debe incluir “si ha habido falseamientos o exageraciones de los datos” y que “no se puede perder de vista la imagen global: hay estadounidenses luchando y muriendo en Irak debido a lo que el gobierno nos dijo basado en la información del espionaje”.
Hasta ahora, el presidente se había resistido a la investigación, que puede tener efectos masivos de destrucción sobre su campaña electoral, que concluye en noviembre. Pero las declaraciones de los congresistas que presiden los comités de inteligencia de la Cámara y del Senado –ambos republicanos–, después de las demoledoras explicaciones de Kay, fueron suficientemente explícitas como para que la Casa Blanca no pueda escapar de la presión. En un asunto cargado de dinamita por el año electoral, la Casa Blanca intentará orientar todo hacia los fallos de los servicios de espionaje y tratará de que la investigación no estudie la acusación de que el gobierno utilizó, deformó o exageró los datos. El intento va a ser difícil, porque si la comisión es independiente de verdad, el control de los tiempos y la orientación de las conclusiones escaparán de las manos del equipo presidencial. Y las ramificaciones son enormes, desde las presiones para que dimita el director de la CIA, George Tenet, hasta la sacudida que sufren algunos ejes de la doctrina estratégica de esta administración. El propio David Kay, que, aparte de dar la clave de la magnitud del caso –“estábamos equivocados en casi todo”–, no ha querido hacer daño al gobierno, declaró el domingo a la Fox: “Si no podés basarte en información precisa y adecuada, creíble para nosotros y para otros países, no podés tener una política de ataque preventivo”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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