Dom 16.10.2016

EL MUNDO  › DECLARO EL JEFE PRESUNTO DE LA TRAMA CORRUPTA VINCULADA AL PARTIDO POPULAR, QUE GOBIERNA EN ESPAÑA

“La sede del partido era como mi casa”

Francisco Correa reconoció en el macrojuicio que investiga la “Trama Gürtel” haber sobornado a altos cargos del partido de Rajoy y gestionado, durante casi diez años, la caja B de la formación junto al antiguo tesorero, Luis Bárcenas.

› Por Flor Ragucci

Desde Barcelona

Francisco Correa, el principal acusado en el macrojuicio que se está llevando a cabo por la supuesta financiación ilegal del Partido Popular (PP), finalmente confesó. Después de siete años de instrucción, quien con su apellido en alemán diera nombre al mayor escándalo de corrupción en España, el caso “Gürtel”, se sentó en el banquillo para dar su versión de los hechos y ratificar la mayoría de los cargos que se le imputan.

Correa reconoció haber cobrado cuantiosas “mordidas” a cambio de adjudicaciones de contratos públicos y de entregarle parte de ellas al antiguo tesorero del PP, Luis Bárcenas, así como favorecer con regalos al que fue responsable de las campañas electorales y marido de la ex ministra de Sanidad, Jesús Sepúlveda, y a uno de los políticos más influyentes en la Comunidad de Madrid, Alberto López Viejo. En el quinto día del juicio que volvió a centrar todas las miradas en la presunta corrupción del partido de Mariano Rajoy, los principales nombres involucrados cayeron de uno en uno de boca de Correa, dejando ya pocas esperanzas al grupo conservador de librarse de culpa.

“Hablamos Bárcenas y yo: tú tienes contactos con empresarios, yo con políticos, vamos a intentar hacer gestiones para cuando salgan los concursos públicos de la administración, intentar favorecer o adjudicar a algunos empresarios que luego van a colaborar con el partido”, explicó Correa ante la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. “Yo gestionaba con Bárcenas si era posible ese candidato porque daba unas buenas licitaciones y, si se hacía con él, daba una comisión. Yo me quedaba con una parte y otra era para Bárcenas”, puntualizó.

Las relaciones del famoso empresario español con el Partido Popular comenzaron en 1996, cuando la formación llegó al poder de la mano de José María Aznar y, tal como relató Correa este jueves durante el juicio, él y Luis Bárcenas se quedaban “a trabajar con el PP a plena disposición, 25 horas al día”. Así se gestó el tan mentado sistema de “sobres”, con el cual el propio Correa repartía a los dirigentes políticos las comisiones en metálico. Según la oficina Anticorrupción, en ese periodo Francisco Correa cobró más de 40 millones de euros de adjudicaciones supuestamente irregulares, que ocultó a la Hacienda Pública, opacidad que también resolvió confesar.

El ex marido de la anterior ministra de Sanidad, Ana Mato, fue otro de los pesos pesados del PP que cayó con el relato de “Don Vito”, como a Correa le encanta que lo llamen. “A Jesús Sepúlveda le regalé el coche, viajes para él y su familia con la agencia de viajes nuestra y algunas atenciones a las que se han dado demasiada importancia: el cumpleaños del niño, la comunión, cosas que no nos costaban dinero”, detalló. También explicó al juez el pago de un millón de euros al ex consejero madrileño del PP, Alberto López Viejo, por intermediar en una adjudicación del Ayuntamiento de Madrid, y admitió haber recibido las comisiones que el pasado martes reconoció ante el tribunal Alfonso García Pozuelo, ex presidente de Constructora Hispánica.

Al tirar de la manta, Correa desveló cuán grande fue su papel en el Partido Popular ya que, según dijo, “encontró la manera de abaratar mucho los costos y ahorrarle importantes sumas a la formación”. De hecho, la frase que de esta jornada del juicio ya pasó a la Historia es aquella en la que el empresario reconoció que Génova (la sede del PP en Madrid) era como su casa. “Yo me pasaba el día en Génova, estaba más tiempo allí que en mi propio despacho porque era tanta la actividad... Era mi casa, vamos”, expresó sin tapujos a la hora y media de iniciarse la declaración.

Pero, así como Correa no escatimó en detalles para retratar lo estrecha que era su relación con el PP durante el mandato de José María Aznar, también se ocupó de dejar en claro que su vínculo terminó con la llegada de Mariano Rajoy a la cúpula del partido. El hombre que dentro del grupo conservador hacía de todo –organizaba mítines, reservaba habitaciones de hotel para congresos o viajes al extranjero– explicó también que su relación con el PP nacional se apagó en cuanto ocupó la presidencia del partido Mariano Rajoy. “En el 2004 cesa la relación con el Partido Popular. Sinceramente, porque nosotros trabajábamos con todo el equipo de José María Aznar y cuando nombran presidente del partido a Mariano Rajoy, Pablo Crespo [ex secretario general del PP gallego y socio de Correa] no tenía una muy buena relación con Rajoy. No teníamos química. Así que luego iniciamos un trabajo en Valencia”, desgranó, aunque matizando que, a pesar de aquella ruptura, su vínculo continuó intacto también en la Comunidad de Madrid, con la que “seguía trabajando muchísimo”.

La Oficina Anticorrupción pide 125 años y un mes por los delitos de asociación ilícita, fraude continuado a las Administraciones Públicas, cohecho, malversación de caudales públicos, estafa, prevaricación, blanqueo de capitales y tráfico de influencias, pero Francisco Correa solicitó al tribunal acceder a una de las cuentas que tiene en Suiza para pagar más de dos millones de euros como “reparación del daño reclamado” y así rebajar su condena. En sus “disculpas” ante el magistrado, el empresario español alegó “no tener ninguna conciencia de estar cometiendo un delito” y aprovechó para recriminarle al juez Baltasar Garzón –quien, tras ser el primer instructor del “Caso Gürtel” fue apartado de sus funciones– que lo “tenía que haber llamado, dado un tirón de orejas importante y dejar a las empresas seguir funcionando”.

Después de que en 2009 se destapara el escándalo de la supuesta caja B del Partido Popular y del inmenso entramado mafioso que presuntamente lo sostuvo durante toda una década, el macrojuicio llega siete años más tarde, en medio de una crisis política sin precedentes. La gota que faltaba para que la cuestión que divide en estos momentos al Partido Socialista (PSOE) –apoyar o no a Mariano Rajoy en su investidura como presidente– se vuelva aún una decisión más difícil de tomar, con consecuencias irreversibles tanto para la formación socialista como para el país.

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