Mié 18.02.2004

EL MUNDO  › JOHN EDWARDS DESAFIA A JOHN KERRY EN EL ESTADO DE WISCONSIN

El sorprendente doble sureño de JFK

John Edwards, un senador de Carolina del Norte que también ha sido comparado con John Fitzgerald Kennedy, surgió anoche con inesperada fuerza como rival de John Forbes Kerry en Wisconsin. Kerry ganó, pero por sólo cuatro puntos.

› Por Claudio Uriarte

Wisconsin, un viejo estado industrial del norte golpeado primero por la recesión y luego por el desplazamiento de puestos de trabajo al Lejano Oriente y América Central, dio ayer un vuelco dramático en las primarias del Partido Demócrata al registrar el surgimiento de John Edwards, el populista senador de Carolina del Norte que ha criticado acuerdos internacionales de libre comercio como el NAFTA, que obtuvo un 36 por ciento de los votos, contra el senador de Massachusetts John Kerry, que ha apoyado esos acuerdos y se impuso por sólo cuatro puntos de ventaja. Howard Dean fue un tercero distante.
En esencia, Kerry y Edwards compitieron por el mismo público: durante los últimos días, el aristocrático candidato de Nueva Inglaterra se rozó los codos con una variedad de líderes sindicales y la AFL-CIO, la importante central de trabajadores estadounidense, le formalizará mañana su respaldo; por otro lado, Edwards, con su populismo de radiante rostro juvenil, su campaña “positiva” y soleada y una indefinición muy conveniente sobre sus planes, logró atraer a los votantes independientes, que bajo la ley de Wisconsin pueden votar en las internas demócratas, y probablemente a la vieja derecha demócrata que en los años ‘80 era conocida como the Reagan Democrats. En reiterados momentos de su campaña, Edwards – un abogado millonario gracias a la industria pleitera– ha evocado sus orígenes humildes, “los días que pasábamos con mis padres en nuestra casa de Carolina del Sur tratando de ver la forma de que yo llegara a la universidad, y ésa es la diferencia entre mí y el senador John Kerry”. Dos populistas, entonces, aunque con distintos puntos de apoyo según las simpatías de cada sector.
Dean, por contraste, nunca dejó de ser el candidato de los estudiantes y profesores progres (y de dinero) de los campus universitarios, una mezcla del ala Chardonnay y del ala anarcotatuaje del Partido Demócrata, nada que pudiera atraer al blue collar puro y duro.
Esta era la última parada importante con rumbo al supermartes 2 de marzo, en que votan 10 estados (entre ellos gigantes electorales como California, Nueva York y Ohio), y tiene el atractivo de reinstalar un elemento de drama dentro de una temporada de primarias que se estaba volviendo predecible. ¿Puede Edwards remontar la formidable ventaja de Kerry, que ya ha ganado 12 de 14 estados y que cuenta con más de 600 delegados a la Convención Demócrata de junio en Boston, contra pocos más de 200 del carolinense? Es difícil, pero ahora Edwards no tiene ningún motivo para retirarse de la carrera. Una razón poderosa es el dinero: cuanto más se reforzara el aura de invencibilidad de Kerry, menos fondos estarían disponibles para la campaña de Edwards –que también ha sido comparado en el pasado con John Fitzgerald Kennedy–; y cuantos menos fondos tuviera, menos iba a poder gastar en avisos de TV y presencia fuerte en los estados que vienen, con lo que su campaña iba a bordear la inexistencia –al igual que la de Dean, que se la ha pasado salteando estados para poder llegar al Supermartes–. Eso dejó de ser una certidumbre anoche.

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