Vie 20.02.2004

EL MUNDO  › UNA MISION INTERNACIONAL LLEGARA MAÑANA A HAITI

El círculo se le cierra a Aristide

Frente a la crisis, el presidente Aristide dijo que morirá por defender su país. Los rebeldes amenazan ya con tomar la capital.

Por Juan Jesús Aznares *
Desde Puerto Príncipe

El presidente de Haití, Jean Bertrand Aristide, rechazó el adelanto de las generales sugerido por Estados Unidos y la oposición, y negó que la mayoría de los ocho millones de compatriotas participacen en unas revueltas de incierta evolución y circunscriptas a localidades del norte o fronterizas con República Dominicana. “Estoy dispuesto a morir si es lo que debo hacer para defender a mi país”, declaró. Gonaives e Hinche continúan ocupados por los rebeldes, que ayer advirtieron que estaban por tomar la capital, y que ahuyentaron a los policías de las comisarías de cuatro poblaciones, posteriormente saqueadas. Emisarios de Estados Unidos, Francia, Canadá y la Comunidad del Caribe (Caricom) visitarán mañana Haití para presionar a Aristide a ejecutar las reformas a las que se comprometió, para poner fin a la crisis, anunció ayer el canciller canadiense Bill Graham.
La consecución de un acuerdo negociado, objetivo de Washington, la Organización de Estados Americanos (OEA), Caricom y de los gobiernos implicados en la mediación, no parece fácil. Presionan a Aristide para que cumpla con sus promesas de liberar presos políticos y designe un primer ministro aceptado por la oposición, tal como se comprometió ante la Comunidad del Caribe. La policía y los grupos paramilitares “chimeres” controlan Puerto Príncipe, donde el presidente rindió ayer homenaje a los policías muertos en combate. Es improbable que la atemorizada capital pueda caer, a corto plazo. Las últimas movilizaciones callejeras de la oposición política no han sido masivas y el gobierno tomó nota. Fuentes oficiales dijeron que la oposición debe ceder en su principal demanda: la renuncia de Aristide, cuya cuestionada presidencia reconoce la comunidad internacional. Aristide llamó ayer a la policía a luchar contra los insurgentes y calificó de bluff las declaraciones amenazantes sobre una inminente toma de Puerto Príncipe y otras importantes ciudades haitianas.
Estados Unidos teme que su derrocamiento conduzca a una masiva salida de boat people (gente en bote) hacia las costas de Florida y una anarquía peor que la registrada ahora. Funcionarios de la Casa Blanca proponen una junta de gobierno de consenso, con Aristide o el presidente del Tribunal Supremo en la jefatura, y un adelanto de las generales, previstas para febrero del año 2006. Mario Dupuy, portavoz del gobierno haitiano, rechazó la fórmula. “No puedo ni confirmar ni negar que se hizo una oferta así, formal o informalmente”, declaró. “Pero ambas propuestas son inaceptables. Equivalen a reconocer la legitimidad de un golpe de Estado contra el gobierno.”
Puerto Príncipe, mientras tanto, sigue enquistado en una rutina de siglos: el hacinamiento y la miseria gobiernan sus barrios más míseros, cuyos habitantes sobreviven con un dólar al día y apenas siguen, por la radio, el desarrollo de las protestas y el cruce de machetazos desarrollados en el norte nacional. “Hay que comer”, es la reacción que resume las prioridades de una sociedad habituada a los violentos relevos de tiranos y déspotas y a la sucesión de fracasos gubernamentales. La policía abandonó varias pequeñas poblaciones temiendo la llegada de los insurrectos del Frente Revolucionario Nacional (FRN), antes Frente de Resistencia Revolucionario, y antes, oficialista Ejército Caníbal. El ex comisario de la policía haitiana, Guy Philippe, implicado en un intento de golpe de Estado contra Aristide, en octubre de 2000, emite proclamas y amenazas desde Gonaives: “No somos indiferentes a las masacres cometidas por la gente de Aristide, y si no renuncia liberaremos Cabo Haitiano y luego el Oeste”. “La comunidad internacional”, agregó, “debe decirle que renuncie rápido, o de lo contrario tomaremos el palacio presidencial”.
Su inquilino no tiene ninguna intención de renunciar, ni de nombrar a un primer ministro aceptado por el frente antigubernamental. “Si me hablan de una oposición que públicamente apoya a terroristas, no me pregunten si tendré la irresponsabilidad de confiarle tal puesto”, reiteró Aristide.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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