Los rebeldes que se levantaron contra el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide coparon ayer la ciudad de Cabo Haitiano, la segunda más importante de Haití. De esta manera, los rebeldes ya controlan casi medio país –todo el norte está en sus manos–. En la toma murieron al menos tres personas y los mediadores internacionales esperan que la oposición acepte un plan de paz presentado por Estados Unidos, entre otros países. Hoy vence el plazo para que la oposición dé una respuesta, pero es poco probable que lo acepte, ya que una de las cláusulas del plan exige que Aristide permanezca en el cargo. Desde que estalló el levantamiento contra el gobierno, los disturbios en Haití mataron a 60 personas y pusieron a este país, el más pobre de América, al borde de un desastre humanitario. “Tenemos una situación de anarquía”, dijo ayer el alcalde de Puerto Príncipe, Rassoul Labuchin.
Los rebeldes llegaron a Cabo Haitiano desde su bastión de Trou du Nord, tomaron el aeropuerto y luego se dirigieron al centro de la ciudad, para luego abandonarla. Acto seguido, sus habitantes entraron en la comisaría y la cárcel locales y, después de liberar a los presos, las incendiaron. También saquearon varios depósitos de alimentos del puerto. Cuando los rebeldes se fueron de la ciudad, el presidente Aristide anunció en Puerto Príncipe el envío de refuerzos a esa ciudad de un millón de habitantes, la segunda más importante del país. Aparentemente, los insurgentes fueron dirigidos por un tal “comandante Petime”, de la ciudad de Gonaives, que permanece tomada por los rebeldes desde el 5 de febrero, cuando éstos iniciaron su levantamiento para derrocar al presidente. Agrupados en el Frente de Resistencia Nacional, los insurgentes controlan cinco de los nueve departamentos en que está dividido Haití.
Ayer, la oposición seguía negándose a aceptar un plan de paz presentado por Estados Unidos junto a varios países y organismos. Esa propuesta prevé respetar el mandato de Aristide, que termina en febrero del 2006, aunque se le recortan algunos de sus poderes. “Nuestra posición es una posición de principio y todas las presiones del mundo no nos harán cambiar de opinión”, afirmó el socialista Serge Gilles, uno de los responsables de la plataforma que nuclea a organizaciones de la sociedad civil y partidos de oposición. “Si Aristide pasa más tiempo en el poder, más grande será la catástrofe”, dijo desde Puerto Príncipe. Según Gilles, “ésta es la razón por la que, estando de acuerdo con lo esencial del plan, tenemos una divergencia fundamental con esa propuesta, pues no prevé la dimisión de Jean Bertrand Aristide”. El tiempo se acaba: la oposición tiene tiempo hasta las 22 (hora local) de hoy para responder si acepta el plan. “Habrá muchos llamados telefónicos y reuniones aquí, pero también entre Puerto Príncipe y las capitales extranjeras”, destacó un diplomático en la capital haitiana. Se supone que la oposición entregará su respuesta por escrito al embajador estadounidense en Puerto Príncipe.
El sábado, Aristide aceptó este plan, que lo obliga a ceder poder hasta el fin de su mandato, en el 2006, y el llamado a elecciones legislativas. Además exige la creación de un grupo de tres personas que representen a Aristide, la oposición y la comunidad internacional, que se encargue de designar un consejo representativo de la diversidad de la sociedad haitiana. Ese organismo participaría del nombramiento de un nuevo primer ministro –“neutral e independiente”, según dice el plan– y de un nuevo gobierno. También incluye la transferencia de poderes policiales del presidente al nuevo primer ministro, quien deberá supervisar el desarme de los grupos rebeldes y de los leales al partido oficialista Lavalas.