Vie 27.02.2004

EL MUNDO  › DENUNCIARON QUE LONDRES ESPIO AL SECRETARIO GENERAL DE LA ONU

Bienvenido, sir, a los micrófonos

La ex ministra de Desarrollo Internacional de Tony Blair lo denunció por haber espiado a Kofi Annan antes de la guerra en Irak.

› Por Marcelo Justo

El gobierno británico espió a Kofi Annan en las semanas que precedieron la invasión a Irak, cuando se discutía si se necesitaba una segunda resolución de la ONU para declarar la guerra a Saddam Hussein. La temeraria afirmación, que pone en virtual colisión al gobierno de Tony Blair y la ONU, corresponde a Clare Short, la ex ministra de Desarrollo Internacional británica. “El Reino Unido realizó tareas de espionaje en la oficina de Kofi Annan. Yo he visto transcripciones de sus diálogos. Una vez que estaba reunida con él, pensé: va a haber una transcripción de este diálogo, todos van a saber lo que estamos diciendo”, dijo Short.
En su primera reacción, Blair calificó a Short de “irresponsable”, aunque dijo que, como es usual en estos casos, no podía desmentir o confirmar ninguna información que se diera sobre los servicios secretos. “No voy a hacer ningún comentario sobre las actividades de nuestros servicios. No quiero que interpreten esto como una admisión de las alegaciones de Short. Considero que lo que dijo es totalmente irresponsable”, dijo Blair. En la ONU la reacción fue de estupor. El portavoz Fred Eckhard dijo que el secretario general exigía que se pusiera fin a todo tipo de espionaje si es que efectivamente estaba ocurriendo, ya que era manifiestamente ilegal. El condicional es la clave de todo el embrollo. Aunque estaba contra la guerra, Short votó en el Parlamento a favor de la invasión, fue duramente criticada por hacerlo y después de la toma de Bagdad terminó renunciando.
Las declaraciones de Short suceden a un solo día de que el gobierno británico se retire del juicio que había iniciado contra una empleada gubernamental que filtró a la prensa británica un memo secreto de EE.UU. El correo electrónico pedía la colaboración de los servicios secretos para realizar tareas de espionaje en los países indecisos sobre una posible invasión militar de Irak sin una segunda resolución de la ONU: México, Chile, Angola, Bulgaria, Pakistán y Camerún. Katharine Gun, traductora de mandarín de la GCHQ (la Oficina de Escuchas Satelitales de los Servicios Secretos), tuvo acceso a ese memo el 31 de enero del 2003, cinco días antes de que Colin Powell hiciera su famosa presentación ante la ONU sobre la amenaza iraquí. Gun hizo llegar la información a un periodista que la publicó a principios de marzo. La traductora fue detenida poco después y el gobierno anunció que le haría juicio por divulgar información secreta.
En un giro de 180 grados, el gobierno anunció el día de inicio de las audiencias, este miércoles, que retiraba los cargos contra Gun. La explicación oficial fue que los asesores legales de la Cancillería opinaban que la defensa de Gun era invulnerable en un punto: la traductora podía argüir que reveló el correo electrónico para salvar vidas. Pero la verdadera razón es que el gobierno no quería verse obligado a revelar el asesoramiento legal que recibió de sus propios abogados poco antes de la guerra respecto de la legitimidad internacional de la misma.
Poco antes de la guerra, el gobierno indicó que su equipo legal había concluido que era perfectamente legítimo atacar a Saddam sin una segunda resolución de la ONU. Políticamente era fundamental para el gobierno demostrar que su decisión de apoyar a George Bush era “legal” de cara a la votación parlamentaria que tuvo lugar la misma semana de la invasión a Irak. Como reconoció tras la guerra el mismo Blair, el gobierno se habría visto obligado a renunciar si la Cámara de los Comunes no apoyaba su decisión de invadir a Irak.
Ayer el matutino The Guardian reveló que la defensa de Gun tenía documentos que probaban que los asesores legales de la Cancillería tenían serias dudas sobre la acción militar. Según dio a conocer el matutino, a raíz de la línea que finalmente predominó sobre el tema, la vicedirectora legal de la Cancillería británica, Elizabeth Wilmhurts, renunció a su puesto. Parafraseando a James Joyce sobre la historia, para Blair “Irak es una pesadilla de la que no se puede despertar”.

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