Sáb 28.02.2004

EL MUNDO

Los largos brazos de la CIA, Otto Reich y Roger Noriega

Una congresista de EE.UU. denuncia que la CIA pretende derrocar a Aristide. La demócrata Maxine Waters afirma que Bush está manipulando la crisis de Haití para favorecer el triunfo de los rebeldes. Y denuncia que el plan cuenta con la complicidad de Francia y Canadá.

Por Rosa Townsend *
Desde Miami

La crisis de Haití se ha fomentado desde algunos cuarteles de Washington que hace tiempo quieren poner fin al gobierno de Jean Bertrand Aristide, denuncia la veterana congresista demócrata de Estados Unidos Maxine Waters. Esos sectores estarían encabezados, según ella, por el subsecretario de Estado para Latinoamérica, el ultraconservador Roger Noriega, y la Agencia Central de Inteligencia. “La CIA siempre ha tenido las manos metidas en Haití y Noriega odia a Aristide, y además de apoyar a la oposición es el responsable de la política de ahogo económico”, afirma Waters.
Durante más de dos décadas en el Congreso, Waters se ha caracterizado por su franqueza política, por abordar los asuntos más espinosos con un lenguaje crudo, pero no es la única que piensa que el alzamiento rebelde de Haití no es autóctono. Su opinión es ampliamente compartida en el sector liberal –como se denomina a la izquierda en EE.UU.–, que John Kerry, el principal aspirante demócrata a la presidencia, expresaba el jueves así: “La administración (de Bush) ha manipulado la crisis de Haití. Ha permitido que los rebeldes se afiancen en el poder para así dejarles que veten el plan de la comunidad internacional, en vez de darles un ultimátum”.
Tanto Waters como Kerry abogan por una intervención inmediata de EE.UU. para respaldar el orden constitucional y la legitimidad democrática. Lo contrario sólo demostraría un “doble rasero” en política internacional, “seleccionando las democracias que conviene apoyar”. Waters ha trasladado en persona sus preocupaciones esta semana al presidente George W. Bush y al secretario de Estado, Colin Powell, y el miércoles introdujo una resolución en el Congreso proponiendo intervenir para “evitar un baño de sangre”. “EE.UU. ha estado activamente involucrado en la creación de la crisis de Haití y tiene la obligación de resolverla”, afirma. Aunque Bush le dio garantías de que trataría de mediar una solución política, no alberga sin embargo demasiadas esperanzas a la vista de los acontecimientos.
“El señor Noriega, que es el que gestiona la política de EE.UU. (en Haití), está apoyando a Andy Apaid y a su organización, el Grupo 184, que a su vez recibe financiación del Instituto Republicano Internacional. Y ese respaldo –continúa– es la causa de que Apaid se sienta seguro y se niegue a cooperar. No hay que olvidar que Apaid estuvo involucrado en el primer golpe de Estado a Aristide (en 1991).” Apaid es un empresario de origen libanés nacido en Nueva York –muy cercano a un favorito de Washington para reemplazar a Aristide, Marc Bazin– que ha rechazado el plan de la comunidad internacional de compartir el poder con Aristide afirmando que sólo está dispuesto a “negociar su salida”.
Apaid ha sido el principal interlocutor del Departamento de Estado. Powell lo llamó el pasado fin de semana para pedirle que accediera al plan internacional, a lo que Apaid respondió solicitando primero más tiempo para tomar una decisión y posteriormente anunciando su negativa. Powell, por primera vez, insinuó la noche del jueves que Aristide debía “reconsiderar lo que es mejor para su país”. “Queremos una solución política para poner fin a la violencia, en esencia el plan de Caricom.”
Aristide aceptó hace días compartir el poder con la oposición instalando un primer ministro independiente, pero la oposición rechaza este plan.
Waters considera que el margen de acción que el gobierno de EE.UU. está dando a Apaid y al sector de la burguesía empresarial que representa, sin que al mismo tiempo haya movido un dedo para salvar a un presidente elegido democráticamente, “evidencia un plan para cambiar el régimen y restablecer a la elite y al ejército”, más favorables a los intereses de EE.UU. Todo se ha orquestado según ella mediante una “campaña de desinformación” que arrancó con el supuesto fraude electoral de Aristide en las elecciones al Senado y a la presidencia, acusaciones de haber eliminado a opositores e incluso vínculos con el narcotráfico, que Waters afirma que nadie “ha podido probar”. La desinformación, dice, sirvió de base al embargo económico impuesto en 2000 que, además de “ahondar la pobreza, ha impedido adquirir equipos para la policía”.
El paulatino deterioro y el instigamiento de las fuerzas rebeldes –no más de 300 hombres en un país de 7 millones de habitantes– indirectamente manipuladas por la CIA, sumado al fortalecimiento de la oposición civil, han resultado en el caos actual y el consiguiente aislamiento de Aristide, sostienen Waters y el abogado del gobierno haitiano en EE.UU., Ira Kurzban. Este último afirma en declaraciones a este diario que la crisis de Haití es producto de “una operación de inteligencia para restaurar el ejército (que Aristide disolvió en 1995), porque ésa es la única forma en que la elite puede controlar el país”. Kurzban ha pedido que el Congreso investigue el papel de la CIA. El plan para cambiar el gobierno se habría gestado hace un año en Canadá en una reunión secreta entre el país anfitrión, Francia, EE.UU. y un representante de El Salvador. La llamada “Iniciativa de Ottawa sobre Haití” fue auspiciada por el diplomático canadiense Denis Paradis, pero en su preparación habrían participado Noriega y el enviado especial de Bush a Latinoamérica, Otto Reich, según la prensa canadiense. EE.UU. pidió a los participantes que estuvieran “dispuestos a intervenir en caso de que una escalada de violencia en Haití forzara la salida de Aristide”. Francia ya ha pedido la renuncia de Aristide.
Este diario ha tratado de hablar con Paradis y con el Departamento de Estado para que tuvieran oportunidad de dar su versión, así como con Noriega para que respondiera a las denuncias de Waters. Pero los esfuerzos han sido infructuosos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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