EL MUNDO
› MASIVO VOTO CONTRA AZNAR TRAS LA MANIPULACION ELECTORAL DE LA INFORMACION SOBRE EL 11-M
La ola por la paz arrasó con los conservadores
Después de las movilizaciones masivas contra la manipulación de las informaciones sobre el cuádruple atentado del 11-M, las urnas de toda España se llenaron de votos por la oposición socialista. El PSOE no obtuvo mayoría absoluta, pero podrá gobernar cómodamente.
› Por Raúl Kollmann
Página/12
en España
Desde Madrid
Cayó el gobierno de la guerra. El feroz atentado del jueves trajo la guerra al centro de Madrid, cuando la mayoría de la población creía hasta ese momento que el conflicto se desarrollaba allá lejos, en Irak. Las bombas en los trenes movilizaron a millones de jóvenes y no tan jóvenes que no iban a votar y que, sorpresivamente, concurrieron a las urnas aumentando la participación electoral en un ocho por ciento. Esa gente, a la que se pretendió engañar en los primeros días imputándole el atentado a ETA, terminó volcando la elección y esencialmente eligió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como el instrumento para voltear a José María Aznar. El hombre que será el nuevo presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, habló de un cambio tranquilo, pero tiene frente a sí la promesa más importante que hizo durante la campaña electoral: se comprometió a ordenar el regreso de las tropas españolas que están en Irak.
No sólo el ataque contra los trenes arrasó con el gobierno del derechista Partido Popular. También tuvo importancia decisiva lo que la gente percibió como una gigantesca manipulación electoral con los muertos. Pese a que ya en todo el mundo los servicios de inteligencia y de seguridad orientaban la investigación hacia un atentado de origen fundamentalista islámico, el gobierno seguía insistiendo con ETA porque le convenía. En ese marco, las manifestaciones convocadas por celular el sábado, rompiendo el llamado día de reflexión, fueron un factor fundamental para que la cuestión paz o guerra se pusiera en el centro de la escena. “Queremos la verdad antes de votar” o “Las bombas de Irak estallan en Madrid” fueron las consignas que surgieron en las concentraciones espontáneas de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y muchas otras ciudades españolas. La gente denunció la manipulación e incluso a los medios de comunicación oficiales, provocando un verdadero impacto. Hoy los encuestadores y analistas coincidieron en que el cimbronazo volcó la elección. Basta un dato: en el Pozo, frente a la estación donde se produjeron la mayor cantidad de víctimas, el PSOE sacó casi el 70 por ciento de los votos (ver pág. 5).
El atentado del jueves podía provocar varios efectos y antes de la elección nadie se animaba a inclinarse por una hipótesis definitiva:
- Estaban los que decían que, más allá de las movilizaciones, el gobierno había logrado instalar que el atentado fue obra de ETA. Para el español medio siempre los atentados provinieron de la organización vasca y éste no era excepción.
- Otros analistas consideraban que aun cuando mucha gente aceptara que la matanza de los trenes fue perpetrada por Al-Qaida, la propia conmoción del ataque les haría inclinarse por un candidato más vinculado a un supuesto orden, mano dura y alineamiento internacional, junto a George W. Bush, contra el terrorismo.
- Por último, estaban los que veían la posibilidad de un gran impacto del atentado sobre la franja más joven, que se mostraba indiferente a las elecciones. Esa gente joven sacaría la conclusión de que “esto es producto de habernos metido en la guerra” y con ese argumento iría a votar contra el PP. A eso se sumó también la indignación por el engaño y las maniobras con la investigación del atentado.
Esta última hipótesis es la que se concretó. Ya al mediodía, el crecimiento de la concurrencia se calculaba en un cinco por ciento y al final de la jornada hubo, comparando con las elecciones de 2000, un ocho por ciento más de ciudadanos que había votado. Y las diferencias con los anteriores comicios son impactantes:
- En 2000, el PP le había sacado diez puntos de diferencia al PSOE. Esta vez, los socialistas ganaron por cinco. O sea que variaron 15 puntos entre una y otra elección.
- En 2000 el PP consiguió 185 diputados. En esta elección perdió nada menos que 37 legisladores. Todos lo evalúan como una verdadera catástrofe.
- La derrota es todavía más apabullante si se que considera que, hace un mes, la victoria del Partido Popular de Aznar y de su candidato, Mariano Rajoy, parecía un hecho. Lo predecían todas las encuestas, aunque la diferencia no era exorbitante. El domingo pasado, cuando empezó la veda a la publicación de encuestas, la ventaja del PP sobre el PSOE se ubicaba entre los tres y los cinco puntos.
Anoche no había festejos muy públicos, ya que el duelo por el atentado era la regla. Sin embargo, en muchísimos bares de Madrid la gente se abrazaba y lloraba de la emoción. La mayoría no lo podía creer y los rostros se llenaron de felicidad mientras la televisión y la radio informaban de nuevos y nuevos datos del escrutinio que sentenciaban a la administración Aznar.
Al principio, cuando cerró el horario de votación, la mirada era atónita y desconfiada, ya que en anteriores elecciones el PSOE aparecía ganando al principio, pero después, en la medida en que llegaban los votos de las ciudades y pueblos más chicos, el resultado se revertía. “Siempre pasa lo mismo, no hay que ilusionarse”, decía un veterano cuando el Ministerio del Interior difundió el primer escrutinio, que abarcaba el nueve por ciento de los votos. La diferencia a favor del PSOE era infernal.
Con el correr de los minutos, la gente fue saliendo de su asombro.
–Hombre, ya es el 52 por ciento de los votos y esto no cambia. Los hemos echao, créelo –le decía al veterano uno que estaba en la otra punta del bar.
El momento clave fue cuando se produjo el anuncio de que el candidato del PP, Mariano Rajoy, había llamado al del PSOE, Rodríguez Zapatero, para felicitarlo. Ahí se produjo una explosión. La gente en el bar empezó a besar a las mujeres que no conocía y se abrazaba con cualquiera que tenía al lado. Era la bronca contenida desde que el gobierno de Aznar embarcó a España en la guerra de Irak. En ese momento, el rechazo a la participación española trepaba al 80 por ciento, pero el jefe de gobierno exhibió un estilo soberbio y patotero para alinearse con Estados Unidos. Ni la evidencia de que no existían armas de destrucción masiva en Irak inmutó a Aznar y su partido, que pasó en aquel entonces por su peor momento. Sin embargo, el auge económico español y algunos escándalos en el PSOE volvieron a ubicar al PP como favorito de la elección hasta que el atentado y la movida espontánea contra la manipulación informativa produjeron esa verdadera revuelta electoral.
Aunque los dirigentes de la derecha aparecieron moderados en sus palabras, en las calles algunos grupos empezaron a los gritos: “Socialistas, hijos de puta, ustedes están con los terroristas. Les dejamos una España próspera, ahora van a arruinar todo”. En varias callecitas de Madrid hubo conatos de pelea y hasta se juntaron pequeños grupos del PP frente a los medios que como, la cadena Ser, denunciaron desde el primer día las maniobras con la investigación. Allí los jóvenes del PP se pusieron a los gritos e insultos contra esos medios y sus periodistas. Al cierre de esta edición la tensión había bajado y la madrugada de Madrid transcurría en calma.
El sistema español es parlamentario, lo que significa que lo que se votó ayer fueron diputados y esos diputados eligen, a su vez, al nuevo presidente del gobierno, o primer ministro. La nueva Cámara se constituye el 2 de abril y del total de 350 legisladores, hace falta una mayoría de176 para gobernar. El PSOE consiguió ayer 164, o sea que necesita hacer una alianza con otras fuerzas para sumar los diputados necesarios. El acuerdo parece fácil: hay dos fuerzas, Esquerra Republicana de Catalunya e Izquierda Unida, que tienen ocho y cinco diputados respectivamente que aportarán los votos necesarios para que Rodríguez Zapatero forme gobierno. De últimas, también el PSOE puede llegar a un acuerdo con el Partido Nacionalista Vasco, que cuenta con siete escaños y que en los últimos tiempos viene haciendo buenas migas con los socialistas.
De todas maneras, esas alianzas pondrán el acento en la cuestión de la paz, una promesa que ayer reiteró tibiamente el candidato triunfante. No será fácil romper la alianza con Bush y resolver de un día para otro el regreso de las tropas que están en Irak. Pero sin dudas, frente a la previsible presión norteamericana, que tratará de demorar lo máximo posible el retiro de los españoles que integran las fuerzas de ocupación, hay un mandato nítido del electorado de ayer. Si algo se votó en esta jornada, fue la paz.
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